Pónganse la mascarilla (si encuentran una) y cojan fuerzas para pasar este mes

Tres imágenes del viernes en esta lucha interminable contra el coronavirus. Pedro Sánchez visita la empresa Hersill en Móstoles, Madrid, donde se fabrican respiradores para los centros sanitarios. Es la primera vez que se le ve en público con mascarilla y guantes, aunque por otro lado no había salido de Moncloa hasta ahora. Siempre es discutible este tipo de desplazamientos en momentos de crisis. ¿Es sólo un ardid para que le hagan fotos fuera del despacho o la sala de reuniones y demostrar que está realmente implicado? También es cierto que estas visitas son útiles con el fin de animar a otras empresas a que participen en el esfuerzo colectivo.

Otra visita, la del rey al mando de operaciones donde los militares controlan su participación en las medidas originadas por el estado de alarma. También con mascarilla y guantes. Obviamente, se hicieron fotos. Es importante que el jefe del Estado, que es también el jefe de las Fuerzas Armadas, en sentido protocolario más que real, demuestre su apoyo a unos funcionarios públicos que no están precisamente entre los mejor pagados de la Administración.

La tercera imagen no es de una visita. Es un simple desplazamiento de unos pocos metros de Pablo Casado desde la mesa de su despacho hasta una ventana donde posó para que le hicieran una foto, junto a su número dos, Teodoro García Egea, en lo que él llama un minuto de silencio en homenaje a las víctimas del coronavirus. De paso, en un tuit vino a sugerir que el Gobierno es responsable de esta tragedia, porque «el Gobierno dice que va bien».

Con 932 muertos más contabilizados el viernes, es difícil escuchar a nadie sentirse muy animado. Además, a Casado le indigna que el Gobierno no haya declarado luto oficial. ¿Estarán pensando en eso las familias que han perdido a un padre, una madre, un hijo?

Continúa en eldiario.es

Publicado en Coronavirus, España | Etiquetado , | Deja un comentario

La derecha ultra de EEUU pone en el punto de mira al mayor experto científico de la Casa Blanca

A estas alturas, no puede sorprender que Donald Trump se tome a broma un asunto serio relacionado con la crisis del coronavirus. En la rueda de prensa del miércoles, preguntaron al doctor Anthony Fauci si habían tenido que ponerle protección policial por las amenazas recibidas. El director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas no quiso entrar en detalle. Trump intervino para meter el chiste: «No necesita protección. Todos le quieren».

No todos. Los grupos y webs de la derecha ultraconservadora han puesto en las últimas semanas a Fauci en el punto de mira al considerarlo una amenaza para Trump. En el rincón más adicto a las conspiraciones, lo presentan como un topo de Hillary Clinton, aunque el médico ha trabajado para seis presidentes diferentes de ambos partidos desde 1984.

El Departamento de Sanidad no se ha tomado a la ligera esas amenazas y ha conseguido que agentes de los US Marshalls protejan al doctor y su domicilio. En una respuesta sobre el tema a un periodista, Fauci ha dicho que no le preocupa: «Yo he elegido esta vida. Sé lo que es. Hay cosas sobre ella que a veces son molestas. Pero te centras sólo en el trabajo que debes hacer. Y dejas todo lo demás a un lado».

En España, Vox ha exigido el «cese inmediato» de Fernando Simón, que ocupa un puesto similar al de Fauci. El senador del PP Rafael Hernando, que se ocupa del trabajo sucio en los ataques a otros partidos, le ha llamado «sinvergüenza», «charlatán» y «marioneta». Hernando es licenciado en Derecho, político profesional desde 1983 y no tiene ninguna formación científica. En Reino Unido, los consejeros científicos del Gobierno han recibido críticas por su apoyo al concepto de inmunidad de grupo, pero no ataques personales de este tipo.

La relación de Trump con Fauci en las ruedas de prensa diarias de la Casa Blanca se ha convertido en uno de esos fenómenos que los medios estudian con detalle. El doctor se ha visto obligado a tener mucha habilidad a la hora de matizar o simplemente rectificar algunas de las afirmaciones más dudosas del presidente. No, la llegada de una vacuna no es cuestión de meses. No, la cloroquina que se usa contra la malaria no puede utilizarse como tratamiento para el coronavirus hasta que no se hagan las pruebas correspondientes. No, no es cierto que EEUU tenga tests suficientes para detectar la enfermedad y eso ha sido un problema grave.

Rectificar en público a Trump es un deporte de riesgo en la Casa Blanca. Pocos sobreviven a la experiencia. Trump es consciente de que no puede esperar de Fauci el nivel de adulación habitual en los demás participantes en las ruedas de prensa –todos empiezan sus intervenciones elogiando el «liderazgo» del presidente– y en estos momentos sabe que no debe prescindir de su presencia pública.

«No puedes ir a la guerra contra el presidente», dijo Fauci en una entrevista hace unas semanas. Es decir, no sería inteligente para alguien en su posición. En otra entrevista con la revista Science, fue más crítico: «Cuando tratas con la Casa Blanca, a veces tienes que decir las cosas una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces, y luego ocurre» (lo que estabas pidiendo).

La ultraderecha mediática se mostró contenta cuando Fauci apoyó en público la decisión de Trump de vetar los vuelos desde China con la que la Casa Blanca pensaba que solucionaría todos los problemas. Después, el doctor introdujo realismo en las ruedas de prensa, siempre alertando de que se trata de una situación muy grave y que el Gobierno debería mejorar su actuación en relación a la producción de test y la entrega de material médico a los hospitales. Fue en febrero y la primera mitad de marzo en la misma época en que Trump decía que «muy pronto serán cinco personas (los contagiados) y podrían ser una o dos en muy poco tiempo».

Fauci fue elogiado por su papel en los principales medios de comunicación y, a ojos de los ultras, eso le convirtió en enemigo de Trump. Cuando se mostró en contra del uso inmediato de la cloroquina, recomendada por el presidente, empezaron a afilar los cuchillos. «¿El tipo lleva ahí 50 años y nunca pensó en prepararse para algo así? Cada vez que habla, empeora los cosas. Quizá él sea el problema, no la solución», escribió el 13 de marzo John Cardillo, comentarista habitual de Newsmax, una cadena cuyo dueño es amigo de Trump y que llega a 2,6 millones de hogares.

Fauci no andaba equivocado. Un hombre murió en Arizona al ingerir fosfato de cloroquina, un producto empleado para eliminar parásitos en acuarios y peceras. Su mujer, que enfermó pero que se salvó, dijo que habían oído en las ruedas de prensa a Trump hablar de la cloroquina. «Estaba viendo el armario y pensé: ‘¿no es este el producto del que hablan en televisión?'», recordó después.

La presión contra Fauci aumentó cuando una web rescató un email suyo de hace siete años dirigido a Hillary Clinton cuando esta era secretaria de Estado. La felicitaba por una comparecencia en el Congreso en la que había sido duramente atacada por los republicanos. «Su carta de amor a Clinton es la prueba que necesito para decir que es un topo de Hillary», escribió Bill Mitchell, otro prolífico comentarista ultra con medio millón de seguidores en Twitter. Está particularmente obsesionado con Fauci y le ha causado de intentar convertir a EEUU en «un país del Tercer Mundo» por el impacto de las medidas contra el coronavirus en la economía.

Un artículo en The New York Times sugirió que Trump estaba «perdiendo la paciencia» con Fauci. Fue una falsa alarma. Ocurrió en los días en que amagó con levantar las restricciones a mediados de abril para permitir la vuelta al trabajo de la mayoría de la gente. Esta semana y sobre todo por los números terribles en el Estado de Nueva York –2.921 muertes y 92.381 casos hasta este jueves–, Trump acabó rindiéndose a la evidencia. «Nos esperan tiempos muy duros», dijo con gesto serio. Ahora es cuando necesita de verdad tener cerca a Fauci.

Hubo un tiempo en que fueron activistas de izquierda los que le criticaron con dureza. En la Administración de Reagan, grupos de derechos de la comunidad gay se manifestaron para denunciar la pasividad del Gobierno en los primeros años de la lucha contra el sida. En una de esas convocatorias, Fauci pidió a un grupo de ellos que se reuniera con él. Mostró la empatía y el apoyo que hasta entonces no habían recibido. Aprendió mucho de esos contactos y eso ayudó a que pudiera convencer a esos activistas para que aceptaran que los enfermos se sometieran a tratamientos experimentales. Uno de sus grandes rivales en esos duelos se convirtió en amigo suyo.

Fauci, de 79 años, neoyorquino de Brooklyn y nieto de inmigrantes italianos, lleva mucho tiempo navegando en las aguas rápidas de la burocracia norteamericana. Fue condecorado por George Bush con la medalla presidencial de la libertad. Nada de lo pasado antes sirve con un personaje temerario e irascible como Trump.

Por mucho que la ultraderecha no se lo perdone, seguirá en la Casa Blanca dando el análisis objetivo y profesional que necesita esta emergencia. Trump necesita contar con alguien que sepa dar las malas noticias que se esperan y que despierte más confianza que los encorbatados que besan el suelo que pisa y que no desentonarían en una rueda de prensa en Corea del Norte. Es una cuestión de credibilidad.

Publicado en Coronavirus, EEUU | Etiquetado , , , | Deja un comentario

Un viaje a China antes de la prohibición de la llegada de extranjeros

Un equipo de Sky News aterrizó en China pocas horas antes de que comenzara la prohibición de entrada de extranjeros. En este reportaje, se observa las medidas de seguridad antes de que subieran al avión en Seúl, durante el vuelo (con las azafatas vestidas como si estuvieran en un hospital) y a su llegada. En principio, se dirigían a Pekín, pero aterrizaron en un aeropuerto a centenares de kilómetros de su destino. Allí les hicieron la prueba del coronavirus, pero no les dejaron continuar hasta la capital. Un autobús les llevó a un hotel, donde pasarán dos semanas de cuarentena en un hotel (casi 40 libras al día incluida la comida).

No cabe duda de que las medidas son rigurosas y aparentemente efectivas. Aun así, el Gobierno tomó la decisión de prohibir los vuelos al país a extranjeros. Con independencia de cuál haya sido el número real de víctimas y el comprensible escepticismo con que son recibidas esas cifras en Europa y EEUU, es indudable que las autoridades chinas han visto directamente el impacto sanitario y económico del coronavirus y no están dispuestas a pasar otra vez por la misma situación. Da una idea aproximada sobre cómo será la vuelta a la normalidad en Europa dentro de quizá un mes o más tiempo.

Será cualquier cosa menos normalidad.

Publicado en China, Coronavirus | Etiquetado , | Deja un comentario

Destrucción Mutua Asegurada, una estrategia suicida en la crisis del coronavirus

Pablo Casado enarbolaba la palabra ‘lealtad’ con una mano mientras con la otra sacudía con un martillo al Gobierno. El lunes, lanzó la amenaza definitiva con el anuncio de que el PP tiene decidido en estos momentos no apoyar las medidas excepcionales que han paralizado aún más la actividad económica en la lucha contra el coronavirus. Mientras tanto, la presidenta de la Comunidad de Madrid poco menos que acusaba al PSOE y Podemos de matar a la gente.

La Destrucción Mutua Asegurada fue la doctrina estratégica imperante durante buena parte de la Guerra Fría. A partir de un discurso de McNamara en 1962, EEUU incrementó su arsenal nuclear hasta tal punto que suponía que parte de él sobreviviría a un primer ataque soviético. La respuesta sería masiva, con lo que el rival se vería disuadido de dar ese paso. Las iniciales en inglés de la doctrina (la palabra ‘mad’ significa loco) representaba bastante bien la locura de la mentalidad de la era nuclear. La idea dependía de que el otro no estuviera lo bastante loco como para provocar la destrucción del planeta. Los ciudadanos quedaban en manos de esa premisa, escasamente alentadora.

Después de haber probado todas las respuestas posibles y multiplicado su actividad para intentar aparentar que está a la altura del presidente del Gobierno, reuniones por videoconferencia incluidas, Casado parece haber elegido la definitiva. Si el Gobierno no nos hace caso, se hunde el barco. Con nosotros dentro, pero eso no importa. Lo relevante es que cuando nos ahoguemos podremos decir que es culpa de Pedro Sánchez.

Los decretos leyes del Gobierno deben ser ratificados por el Congreso dentro de las próximas dos semanas. Hay tiempo para negociar, aunque Casado ya ha dejado claro que está lo bastante loco como para bloquear las ayudas económicas previstas en esas medidas. Provocar que el hundimiento económico se convierta en un holocausto parece ser un precio razonable.

Casado intenta definir su estrategia como una respuesta racional: «No es posible remar en la misma dirección si nos llevan a un precipicio». Eso obvia que la semana pasada exigió al Gobierno medidas más duras para extremar el confinamiento, a las que Moncloa se estaba resistiendo por su impacto económico. Cuando se adoptaron, Casado dio media vuelta y ordenó avanzar hacia adelante sin mirar lo que dejaba detrás. Con tanto giro, habrá perdido de vista dónde está el precipicio.

El líder del PP también dijo que el peso de esta crisis debe recaer sobre el Estado, no sobre las empresas, como si fuera posible impedir lo segundo cuando no tienen ingresos ni clientes. En el comienzo de esta emergencia, lo primero que Casado puso sobre la mesa fue una reducción generalizada de impuestos, que habría dejado al Estado sin posibilidad de contrarrestar los efectos del desastre económico. Habrá que buscar en la papelera los restos de la servilleta de la curva de Laffer para entender la lógica de esa propuesta.

Otros dirigentes del PP no están para tantas sutilezas. Como es habitual, destaca entre ellos Isabel Díaz Ayuso, que ha acusado a los asistentes a las manifestaciones del 8M de ser como un virus. «Miles de personas de las marchas del 8M han contagiado a otras durante semanas», dijo en una entrevista. Saber cómo la doctora Ayuso está tan segura de ese diagnóstico es tan complicado como enterarse del paradero de los aviones con ayuda procedentes de China que ella dijo que estaban a punto de aterrizar hace nueve días.

De momento, no quiere hablar de ese retraso ni de si ella ha sido estafada en eso que llama «mercado persa» (en esa clase de sitios son los tontos los que primero caen). Tampoco le apetecerá comentar el estado del hospital improvisado en Ifema, del que estaba tan orgulloso el Gobierno madrileño que hasta presumió de ser más rápido que los chinos. Desde el fin de semana, a algunos equipos médicos que allí trabajan se les han ofrecido como protección bolsas de basura para pies y cabeza y mascarillas que no protegen. «Nos están obligando a ir al matadero», dice un médico. «Cualquier parecido con un hospital es pura casualidad», protesta otro.

Como no se ha hecho ya suficientes enemigos, el Gobierno de Ayuso también se ha lanzado contra el Colegio de Médicos de Madrid por criticar que todo se centre en el hospital de Ifema perjudicando a los hospitales existentes y la atención primaria. Pobres médicos. No saben que Ifema es un imán informativo del que el Gobierno no va a prescindir. No se puede decir lo mismo de las residencias de ancianos, responsabilidad de la Administración autonómica, y que han sufrido un colapso general, tanto en Madrid como en otros sitios. Ha habido que esperar a este martes para que se intervengan ocho de ellas.

Todos los gobiernos están desbordados por una epidemia que ha arrasado con los que creíamos que eran los mejores sistemas sanitarios que un país rico se puede permitir. Todos reaccionan ante los acontecimientos, porque hay demasiados fuegos que apagar. Sería conveniente que las distintas administraciones supieran que tienen que trabajar juntos, que nadie se va a salvar solo. El Gobierno central cuenta ahora con un poder inmenso gracias al estado de alarma, pero sigue siendo un Ejecutivo sin mayoría en el Congreso y le perjudica dar la impresión de que está aplicando su propia doctrina MAD. Yo decido y si no me apoyas, el barco se hunde.

Después de las carreras del domingo a última hora y del BOE nocturno, el martes se apreció un ejemplo de la flexibilidad que se podía haber demostrado el fin de semana. Los nuevos criterios del Gobierno permiten un nivel de actividad bajo o similar al periodo de más baja producción en algunas industrias, así como excepciones para el sector exportador. Lo suficiente como para que el Gobierno vasco y el PNV estén más tranquilos y no se pasen a las filas de la oposición.

En el singular mundo de las ruedas de prensa de los ministros en las que el Gobierno selecciona las preguntas que los periodistas hacen al Gobierno después de que cada ministro dé un largo discurso contando muchas veces lo que ya sabemos, hemos escuchado a la portavoz, María Jesús Montero, afirmar que «el Gobierno no ha paralizado la actividad económica», lo que se encuentra bastante lejos de la realidad. Lo han llamado «hibernación», lo que es un punto de vista demasiado optimista a menos que seas un oso.

Lo que está claro es que todo empieza y termina en el Gobierno, o sólo en Moncloa. Por momentos, ha parecido en esta crisis que Pedro Sánchez ha asumido todas las carteras. Es presidente, ministro de Sanidad, Economía y Relaciones con las Cortes y CCAA. Está claro que en las dos últimas funciones todo es muy mejorable. No hemos dejado de ser una democracia parlamentaria, ni siquiera con estado de alarma.

«Se hablará con otros partidos por si es necesario incluir otros puntos» en los decretos que deben ser sometidos a votación en el Congreso, dijo Montero en la rueda de prensa como de pasada. Veremos en los próximos días si se toman en serio esa actitud.

La comparecencia televisiva de expertos de la mañana tuvo como estrella invitada a Fernando Simón en una conexión desde su casa, donde está aislado después de que diera positivo. Es imposible subestimar la aportación del doctor Simón y lo mucho que lo necesita el Gobierno (como en su momento el Gobierno de Rajoy lo necesitó en la crisis del ébola). También lo necesita la sociedad, que no quiere verse cada día ante ningún precipicio ni verse abocada a ser la espectadora de una doctrina MAD que la puede llevar a la tumba. Quiere medidas enérgicas de apoyo al personal sanitario y otras que mitiguen las consecuencias económicas, y reclama portavoces que inspiren confianza y algo de optimismo.

Este fue el mensaje de Simón en su intervención del martes: «Lo que no se puede pretender es plantear medidas nuevas sin poder valorar ni siquiera mínimamente el impacto de todas las que vamos implementando. Esto no es una carrera hacia arriba. No es a ver a quién se le ocurre una medida nueva. Esto es tratar de aplicar las medidas más coherentes posibles, las medidas que podemos valorar si han tenido un impacto o no».

La doctrina Simón resulta más alentadora para la opinión pública que la doctrina MAD.

Publicado en Coronavirus, España | Etiquetado , , , | Deja un comentario

El misterio de las urnas funerarias de la ciudad china de Wuhan

Las estadísticas económicas chinas siempre han sido recibidas con un cierto escepticismo en los medios occidentales. El asunto es más serio en relación a la crisis del coronavirus cuyas primeras noticias se originaron en China, y eso incluye la cifra de muertos. La semana pasada, las autoridades de Wuhan comenzaron a entregar a los familiares las cenizas de los cuerpos incinerados desde enero. Algunos datos e imágenes han llevado a pensar que el número de fallecidos fue mucho mayor que el comunicado por el Gobierno (3.304 hasta este lunes, 2.535 en Wuhan).

Siete funerarias prestan servicio en Wuhan y su área metropolitana, que tiene más de once millones de habitantes. Las imágenes mostraban largas colas en algunas de ellas, porque los que no habían recibido la confirmación por cita previa debían esperar varias horas. En otra imagen del interior de una funeraria del jueves, se puede ver unas 2.000 cajas que contienen urnas, que habían sido descargadas momentos antes de un camión. Las fotos aparecen en la web china Caixin, que explica que ese camión transportaba 2.500 urnas y que su conductor había llevado otras tantas el día anterior.

Un usuario de la red social Weibo, citado por Bloomberg, explicó que las autoridades locales le comunicaron que «debía esperar a que se le llamara para recoger las cenizas de mi padre». Una vez levantadas parcialmente las restricciones de movimiento dentro de la ciudad, los familiares intentan recuperar los restos cuanto antes para llevar a cabo los ritos tradicionales del entierro.

Otra usuaria que perdió a su marido contó que policías locales se habían puesto en contacto con ella para que se controlara en sus reacciones en redes sociales sobre la muerte del familiar.

«Había policías de paisano por todos los sitios», dice otro usuario que visitó una funeraria. «Algunos se acercaban cuando ibas a sacar una foto para impedirlo. Había mucha gente, todos en silencio. Nadie lloraba. La gente se iba en silencio después de recoger la urna».

El secretismo de las autoridades locales y regionales, que incluso escondieron las primeras infecciones al Gobierno central, ha hecho que mucha gente en China desconfíe de las cifras oficiales de fallecidos. Es difícil valorar hasta qué punto está extendida esa opinión, porque los comentarios en ese sentido son borrados rápidamente en la red Weibo por orden de las autoridades.

Una información de la web de Radio Free Asia ha hecho un cálculo a partir del número de hornos, 84, de esas siete funerarias, y de su funcionamiento durante 24 horas desde el lunes de la semana pasada, cuando comenzaron a entregarse los restos. La estimación especulativa ofrece una cifra de más de 40.000 fallecimientos desde el inicio de la pandemia.

«Cada funeraria informa de las cremaciones directamente a las autoridades dos veces al día», ha explicado a esa web una fuente cercana al Gobierno local. «Eso significa que cada funeraria sólo conoce los datos de sus cremaciones, pero no la situación de las otras». Según un habitante de la ciudad, las autoridades entregan 3.000 yuanes (unos 380 euros, algo menos de la mitad del salario medio mensual en China) a cada familia de una persona muerta.

La fuente de esta última información arroja algunas dudas que es conveniente señalar. Radio Free Asia está financiada por el Gobierno de EEUU desde su fundación en 1994. Su predecesora con el mismo nombre operó durante los años 50 para emitir propaganda anticomunista en China y otros países asiáticos cuando era sostenida por la CIA. Las emisiones de Radio Free Asia son interferidas frecuentemente por el Gobierno de Pekín.

China implantó un sistema de alerta temprana de enfermedades infecciosas después de la crisis del SARS en 2002 y 2003 que en teoría iba a permitir que Pekín informara con rapidez a la OMS de cualquier brote, a diferencia de lo que había ocurrido entonces. Nada de esto funcionó en Wuhan, porque las autoridades locales prefirieron hacer algo habitual en el país: retrasar todo lo posible el envío de información negativa a Pekín, e incluso restarle importancia al principio, con la esperanza de que el problema pasara desapercibido y se resolviera antes.

Existe constancia de que un paciente con fiebre muy alta se presentó el 16 de diciembre en las urgencias del Hospital Central de Wuhan, con el que luego no funcionaron los medicamentos y que mostraba graves daños en los pulmones, según The New York Times. Ese nuevo tipo de neumonía con algunas similitudes con el SARS, debería haber sido comunicado a Pekín, como establece el sistema de alerta, pero no se hizo. A finales de diciembre, en Wuhan ya se tenía conocimiento de varios casos como este en distintos centros sanitarios.

Esos hospitales no informaron directamente al Ministerio de Sanidad, sino a las autoridades de Wuhan, que optaron por ocultar la gravedad de esos primeros casos registrados y no comunicarlos al sistema de alerta. Sólo cuando algunos informes y rumores surgieron en enero a través de internet el centro chino de enfermedades infecciosas tuvo las primeras noticias. En enero los contagios se sucedieron entre el personal sanitario de Wuhan y el Gobierno terminó trasladando allí a 40.000 médicos y enfermeras desde otros puntos del país. Para entonces, la epidemia estaba fuera de control.

El día 19 de enero, una comisión de expertos enviada desde Pekín hizo un pronóstico muy pesimista sobre lo que había descubierto. Pocos días después, se decretó el cierre de Wuhan, pero el tiempo perdido ya no se podía recuperar.

El Gobierno chino, consciente de la pésima imagen que ha supuesto la pandemia para el país en todo el mundo, publicita ahora la enérgica respuesta posterior como un ejemplo de eficacia de su sistema sanitario y de valentía y sacrificio de sus médicos. La cifra de muertos en Italia y España ha superado ya a la de China y cualquier revisión del número serviría para aumentar la desconfianza en la información facilitada por Pekín y empañar la imagen con la que el Gobierno de Xi Jinping quiere cerrar esta crisis.

Publicado en China, Coronavirus | Etiquetado , | Deja un comentario

San Francisco

San Francisco vacía a vista de dron el 22 de marzo después de las medidas adoptadas por el coronavirus.

Publicado en Coronavirus, EEUU | Etiquetado , | Deja un comentario

Cosas que ver en los tiempos del coronavirus

‘Guns, Germs and Steel’, un documental de PBS basado en el libro de Jared Diamond.

Honest Trailers despedaza con su estilo habitual la última de ‘Star Wars’.

Un giro inesperado en ‘Breaking Bad’.

Publicado en General | Deja un comentario

China pone en marcha la diplomacia de las mascarillas

En la lenta vuelta a la normalidad en la ciudad china de Wuhan, una de las tareas más tristes que están pendientes es recoger en las funerarias la urna con las cenizas de un familiar fallecido por el coronavirus. Imágenes de gente esperando ante los locales –el reparto se hacía por cita previa y los que no la tenían debían esperar varias horas– aparecieron en la red social Weibo, la más popular del país. Después, comenzaron a desaparecer. El Gobierno chino obliga a la empresa a borrar todo contenido que pueda ser crítico con las autoridades o que dé una imagen del país que no se corresponda con el discurso oficial.

Es una vuelta al inicio de la crisis, cuando las autoridades locales y regionales en Wuhan intentaron limitar la información a los ciudadanos sobre la nueva enfermedad. El 31 de diciembre de 2019, medios de comunicación oficiales informaron del brote de un tipo desconocido de neumonía en Wuhan con 27 casos identificados. Al día siguiente, se cerró el mercado callejero considerado en ese momento como probable origen del brote. Sin embargo, el principal periódico de la ciudad no recibió permiso para informar de ello hasta dos semanas más tarde. La censura obligó a los medios a limitarse a publicar después los comunicados oficiales.

Los hospitales recibieron la orden de mantener a cero el número de infectados entre médicos y enfermeras. Eso hizo que oficialmente no hubiera ningún contagiado. De repente, el Gobierno local informó en la segunda quincena de enero que había 15 individuos contagiados entre el personal sanitario, un indicio de que la enfermedad estaba desbordando a médicos y enfermeras.

En la segunda semana de enero, se celebró en Wuhan una importante reunión de altos cargos locales y regionales. Alguien no quería que se viera afectada por esas preocupantes noticias.

En el caso más dramático, la policía de Wuhan obligó al médico Li Wenliang, que avisó el 30 de diciembre a sus compañeros del peligro de la enfermedad, a firmar una carta admitiendo que había hecho «comentarios falsos». A las cinco semanas, Li, de 34 años, murió por el coronavirus.

Continúa en eldiario.es

Publicado en China, Coronavirus, Europa | Etiquetado , , | Deja un comentario

Europa y EEUU se tambalean ante la amenaza que nunca pensaron que llegaría

Escucha a los científicos, dice todo el mundo. Y con razón. Veamos lo que ha dicho el doctor Anthony Fauci, la persona con más nivel científico en el gabinete de crisis de la Casa Blanca que se ocupa del coronavirus. «Tú no haces un calendario [sobre cuándo y cómo acabará esto]. Es el virus el que hace el calendario».

Fauci decía esto en relación al debate propiciado por Trump y algunos empresarios y grandes inversores sobre la posibilidad de poner fin a mediados de abril a las medidas más drásticas e impedir que el daño económico sea mayor. Pero su respuesta vale para todos los gobiernos en relación a cualquier asunto en la lucha contra el coronavirus. Mientras encuentre a portadores en los que residir, el virus seguirá avanzando. Sólo acabará con él la falta de anfitriones, y de ahí las medidas de confinamiento y distanciamiento social.

Esta situación obliga a los gobiernos a reaccionar ante los acontecimientos y con frecuencia parecen verse superados. Están acostumbrados a decir a los ciudadanos que todo está bajo control. Los ciudadanos también tienen la lógica tendencia a pensar que, incluso cuando se equivoca, el Gobierno sabe lo que está haciendo. Viven en un país de Europa occidental o en EEUU, en uno de los más ricos del mundo, con un gran sistema sanitario. La ciencia y la tecnología, en un nivel de desarrollo nunca visto en la historia de la humanidad, están a su servicio, incluso en el más pequeño detalle de la vida cotidiana.

A diferencia de las personas que viven en el Tercer Mundo, somos indestructibles. No hay problema que el dinero o la tecnología no puedan solucionar.

Todas esas presunciones se han visto arrasadas.

De repente, un día descubren que su personal sanitario no tiene mascarillas o guantes. Que deben emplear métodos tan rudimentarios como bolsas de basura para cubrirse o que su jefe les dice que sólo utilicen un par de guantes cada vez, no dos para reforzar la protección. Se enteran de que algunas residencias de ancianos son un foco de contagios que acaba con las vidas de sus ocupantes. Que todos los gobiernos compiten en un gran bazar mundial para conseguir reponer el material sanitario que se consume cada día en dimensiones nunca antes conocidas. El problema no es tener dinero suficiente, sino encontrar lo mismo que todo el mundo busca desesperado.

Continúa en eldiario.es

Publicado en Coronavirus, EEUU, España, Europa | Etiquetado , , , | Deja un comentario

Multimillonarios de EEUU reclaman la vuelta al trabajo aunque eso suponga que muera gente

Los multimillonarios norteamericanos con mucho dinero metido en fondos de inversión lo tienen claro: hay que volver al trabajo cuanto antes y, si eso supone la pérdida de vidas humanas por el aumento de contagios, ese es un riesgo que hay que asumir. Lloyd Blankfein, presidente del banco Goldman Sachs hasta 2018, abrió la veda el pasado domingo con un mensaje en Twitter: «Las medidas extremas para rebajar la curva del virus son adecuadas durante un tiempo para reducir la carga sobre la infraestructura sanitaria. Pero destruir la economía, los empleos y la moral es también un asunto sanitario y afecta a muchas más cosas. Dejemos dentro de unas pocas semanas que aquellos con bajo riesgo de contraer la enfermedad vuelvan a trabajar».

Su fortuna alcanza los 1.500 millones de dólares, según Forbes.

Donald Trump suscribió esa tesis a comienzos de semana, precisamente porque grandes empresarios y financieros estaban intentando convencerle de levantar las mayores restricciones. De ahí que Trump dijera que las fechas en torno a la Semana Santa a mediados de abril sería un momento «maravilloso» para hacerlo, contraviniendo las opiniones de sus consejeros científicos.

Tilman Fertitta es otro de los empresarios que ha pedido al Gobierno que permita la reapertura de establecimientos en un par de semanas, aunque sea con un aforo más limitado. En realidad, esa es una medida que pueden tomar los gobernadores de cada Estado, no el Gobierno federal, pero confía en que la presión de Trump sea efectiva sobre las autoridades de cada Estado.

Fertitta es el dueño del equipo de baloncesto Houston Rockets y de Landry’s, una cadena de casinos y restaurantes. Acaba de despedir a 40.000 trabajadores de esta corporación hasta que finalice la crisis. Su fortuna se estima en 4.500 millones de dólares.

Dick Kovacevich fue presidente del banco Wells Fargo hasta 2009. Ahora pide que a finales de abril los trabajadores en buen estado de salud que tengan 55 años o menos puedan regresar a sus empleos. «Podemos traer gradualmente de vuelta a esas personas y ver qué sucede. Algunos enfermarán, algunos incluso puede que mueran, no lo sé». Kovacevich cree que merece la pena correr el riesgo, es decir, que los corran los demás: «¿Quieres sufrir las consecuencias económicas o el riesgo de tener síntomas parecidos a los de la gripe o una experiencia como la de gripe? Tienes que elegir».

Da la circunstancia de que Kovacevich tiene 76 años, una edad que se considera un factor de riesgo por ser más proclive para fallecer si se contrae el coronavirus. Pero él no tendría que compartir un centro de trabajo con centenares o miles de trabajadores.

Los millonarios que desean una vuelta al trabajo tienen el apoyo de los activistas conservadores más cercanos a la Casa Blanca, que sostienen que el parón económico también tiene repercusiones en la salud. Para compensar el evidente daño para la salud pública que supondría regresar a las concentraciones de personas en calles y locales, no dudan en profetizar todo tipo de desgracias, incluidos los suicidios. «Hay estrés, hay ansiedad. La gente puede acabar sufriendo un infarto, suicidándose o consumiendo drogas. Hay muchas consecuencias no previstas cuando la gente sufre un percance económico», ha dicho Jenny Beth Martin, del grupo Patriotas del Tea Party. Martin es una de las personas que se reunieron con el vicepresidente Mike Pence esta semana.

En televisión, el vicegobernador de Texas, el republicano Dan Patrick, insistió en esa idea presumiendo de que las personas mayores del país estarían encantados de correr esos riesgos: «Mi mensaje es este. Volvamos al trabajo, volvamos a la vida, seamos inteligentes, y aquellos de nosotros que tenemos más de 70 años, ya nos cuidaremos de nosotros. No sacrifiquemos el país», dijo Patrick, que cumplirá 70 años en unos días. El periodista que le entrevistaba en Fox News tenía un enemigo en mente: «No puedes dejar que los epidemiólogos gobiernen un país de más 320 millones de habitantes».

La mejor respuesta a estas peticiones la ha dado Scott Gottlieb, que fue de 2017 a 2019 un alto cargo de la Administración de Trump como comisionado de la FDA, el organismo público que regula la industria alimentaria y farmacéutica: «Mientras el covid-19 se extienda sin control, los ancianos morirán en números que serán históricos, la gente de mediana edad estará condenada a largas estancias en las UCI luchando por sobrevivir, los hospitales se verán desbordados y la mayoría de los americanos estarán demasiado aterrorizados para salir de casa, comer en restaurantes, coger el metro o ir al parque».

Publicado en EEUU | Etiquetado , , | Deja un comentario