Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto

Scorsese desde arriba.

Precuelas en cine: un empeño innecesario y de baja calidad.
–El curioso orden de los créditos de ‘Avengers: Infinity War’.
–Una guía de los salarios de los actores y actrices de Hollywood.
Dónde van los aviones cuando mueren.
–Una espectacular foto de Edimburgo en 1920.
–45 cosas que aprendí en el Gulag.
–El ser humano lleva diez siglos matando ballenas.
–Un intento de explicar la teoría de cuerdas.
–Las azafatas odian servir un refresco con gas. Con razón.

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Así son los juicios contra los inmigrantes que cruzan la frontera de EEUU

Así son muchos de los juicios que se celebran en EEUU contra los inmigrantes que cruzan sin papeles la frontera. La foto se publicó en los últimos días de mayo y fue tomada en las semanas anteriores probablemente por algunos de los abogados que defendían a los presos o de los funcionarios del tribunal. Se distribuyó como forma de demostrar que la decisión de la Administración de Trump de enviar por la vía penal a todos los extranjeros como si fueran delincuentes está impidiendo que en los juicios se respeten las garantías que concede la ley.

Este juicio se celebró en Pecos, Texas. Debbie Nathan, de The Intercept, pudo presenciar otros juicios similares donde el juez hace las preguntas de rigor a todo el grupo de detenidos sin que esté muy claro que estos entienden lo que están escuchando. Los abogados de oficio sólo tienen unos pocos minutos para hablar con cada acusado.

Los inmigrantes están todos vestidos con el uniforme naranja de los presos. Están esposados y encadenados por la cintura. Son convocados en grupo y despachados en un breve espacio de tiempo. Se confiesan culpables, porque no pueden negar que han intentado pasar la frontera y reclamar un juicio sólo serviría para aumentar el tiempo en que están encarcelados. Los que han solicitado asilo pasan al sistema que procesa esos casos. Los otros suelen ser condenados al tiempo que ya han pasado en prisión, lo que permite que sean deportados.

Antes de escuchar la sentencia prevista, tienen la oportunidad de pronunciar unas palabras. Cuando estos preguntan por sus hijos, en el caso de que los hayan separado de ellos, el juez no sabe qué responderles y sólo dice que espera que pronto se puedan reunir con ellos. Ese juez no tiene la menor idea sobre su paradero. Les dice que supone que si solicitan el asilo, les enviarán a un campo de internamiento donde podrán estar con sus hijos, lo que en ese momento no era cierto.

Según Texas Tribune, hay cerca de 5.000 menores inmigrantes recluidos en los centros asignados a tal fin en Texas hasta el 21 de junio.

Migrant mother separated from son on his sixth birthday bares agony.
Why Are Parents Bringing Their Children on Treacherous Treks to the U.S. Border?

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Cómo no titular una noticia sobre unas declaraciones de Trump

La crisis provocada en EEUU por la decisión de Trump de separar a las familias de inmigrantes sin papeles ha deparado otra ronda de declaraciones incendiarias del presidente, tuits incluidos, y varios miembros de su Administración, respuestas airadas de la oposición y titulares dramáticos en los medios.

El titular de portada del Financial Times del martes 19 de junio fue un buen ejemplo de cómo no se debe titular con unas declaraciones de Trump, en especial si le concedes el honor de abrir la primera página. Aun más si se trata de un acusación grave con la que probablemente haya que esperar hasta el quinto párrafo o más abajo para saber si está fundamentada.

El periodismo de declaraciones no es desde luego la actividad más gloriosa a la que se puede dedicar un periodista. Es cierto que lo que dicen los políticos es relevante, más cuando están en el Gobierno que en la oposición. Si un político dice que va a hacer algo (leyes, decretos…), al menos es posible que lo haga.

Si un político acusa a otro de ser o hacer algo, será mejor que el periodista valore antes la credibilidad de esa denuncia. Limitar a reflejar la acusación en el titular puede ser una forma de concederle una victoria propagandística.

Los periodistas del FT conocen Alemania mucho mejor que Trump. Saben que la llegada de cerca de un millón de extranjeros en 2015 no ha «transformado» el país en el sentido en que está pensando el presidente de EEUU.

El titular de portada es cierto –Trump dijo eso–, pero supone una manipulación porque sólo sirve para extender una falsedad.

El titular del NYT incide en el mismo error que el FT, si bien por el tema es poco probable que esa noticia abriera el periódico del día después. Sin duda es relevante que un presidente de EEUU ataque a uno de los mejores aliados del país en las últimas décadas. Cuando no es la primera vez que lo hace, y viniendo después del desenlace de la cumbre del G7, la novedad ya es inexistente.

Un periodista debe ser capaz de entender las razones de un ataque político y por qué se produce en ese momento. Trump busca describir un escenario horrible en la política migratoria europea para intentar justificar las polémicas medidas impuestas en su país. Como mínimo, el medio de comunicación tendría que contrastar esa acusación con la realidad.

Este artículo de The Washington Post es un ejemplo. Pero es un análisis, no la noticia original, y de hecho el NYT publicó también un ‘factchecking’ para destacar que es falso, que el crimen haya aumentado en Alemania, como dijo Trump, aún más que ese dato falso tenga que ver con la inmigración.

Los factchecking –artículos dedicados a posteriori a verificar por ejemplo lo que ha dicho un político– no son un remedio mágico. Hay resultados contrapuestos en algunos estudios sobre su eficacia. No se puede negar que muchas veces no tienen tanta repercusión como la declaración inicial o son recibidos con escepticismo por aquellas personas que votaron a ese político. Sus conclusiones se aceptan con más facilidad cuando se hace entre amigos o gente que se tiene confianza.

Recientemente, se dio otro ejemplo con una frase de Trump sobre la desaparición de la amenaza nuclear de Corea del Norte. Era relevante que dijera eso por una serie de razones, pero eso no justifica que el periodista se limite a transcribirlo en un titular.

El presidente de EEUU tiene 53 millones de seguidores en Twitter en todo el mundo. La mayoría de los norteamericanos se enteran de sus declaraciones no por esos tuits, sino por la información sobre ellos que aparece en los medios de comunicación.

Trump escribe lo que quiere en sus tuits. Los periodistas no pueden ignorarlos, como tampoco sus declaraciones públicas o discursos. Pero los titulares son suyos, son su responsabilidad. No deben subcontratarla a los políticos ni regalarles portadas de periódicos.

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El Gobierno de Trump encierra a los hijos de inmigrantes sin papeles en jaulas para presionar a sus padres

El Gobierno de Trump cree haber encontrado el arma definitiva para reducir la llegada de inmigrantes latinoamericanos por la frontera sur: secuestrar a sus hijos. Desde que se puso en práctica esta política, cerca de 2.000 niños han sido internados en centros inapropiados para su situación donde no reciben la atención necesaria. El Gobierno parte de la base de que sus padres son delincuentes y por tanto no pueden tener con ellos a sus hijos, que pasan a caer bajo la custodia del Estado.

Es un chantaje con base legal. Si los padres aceptan ser deportados sin recurrir a los tribunales, les devolverán a sus hijos para que abandonen juntos el país.

Propublica ha conseguido una grabación de audio en la que se oyen las voces de niños de corta edad que llaman llorando a sus padres. Se oye también a un agente de la Patrulla de Fronteras decir: «Bueno, aquí tenemos una orquesta».

Encerrar a los menores tiene otro destinatario: los congresistas demócratas. Trump quiere obligarles a que acepten un acuerdo presupuestario que subvencione con fondos públicos la construcción del muro en la frontera con México. «Los demócratas tienen que cambiar la ley. Es su ley», dijo Trump el viernes. Es un aviso singular, porque sus compatriotas tienen que saber que el presidente del país es republicano y que las dos cámaras del Congreso están controladas por republicanos.

Las administraciones anteriores de George Bush y Barack Obama nunca aplicaron esta política.

Estas son las jaulas en las que están metiendo a los niños, además de a sus familias. La Administración hizo el domingo una visita guiada para los medios de comunicación en Texas, relatada aquí por un periodista del Post. Un almacén ha sido acondicionado para instalar jaulas metálicas con vallas donde se coloca a los detenidos. En cada una de ellas sobre un suelo de cemento, se coloca a unos veinte o más menores y se les entrega mantas hechas con material aislante, una colchoneta, agua embotellada y comida. En ese centro había 1.100 inmigrantes indocumentados, incluidos cerca de 200 menores.

«Los detenidos son separados por grupos. En uno están los niños y adolescentes no acompañados de 17 años o menos, en otro niñas y adolescentes no acompañados de 17 años o menos, en otro los hombres con sus familias, y en otro las mujeres con sus familias», dice el artículo. Hay cuatro asistentes sociales para todo el grupo de menores en estas instalaciones de Texas.

Las autoridades dicen que no es correcto llamarles jaulas.

Una representante de una ONG que visitó ese centro contó a la agencia AP que había hablado con una chica presa de 16 años que se había estado ocupando de una niña durante los últimos tres días. «Tuvo que enseñar a otras chicas en la celda para que le cambiaran el pañal. Estaba tan traumatizada que casi no hablaba».

Esta era una visita preparada para congresistas y periodistas a un centro elegido por el Gobierno. No se permitió a los periodistas sacar fotos. Las imágenes del lugar fueron facilitadas por la Administración.

En otros centros, los niños han sido separados de sus padres o madres, en algunos casos engañándoles. Esto contaba la responsable de una organización benéfica que presenció esas situaciones:

«A veces dicen a los padres, ‘nos llevamos a su hijo’. Y cuando los padres preguntan, ‘¿cuándo nos lo devolverán?’, les responden, ‘no podemos decírselo’. En otros casos, vemos que no les comunican que se van a llevar a sus hijos. Por el contrario, el agente dice, ‘voy a llevarme a su hijo para que lo bañen’. Hablaba con una madre y ella dijo, ‘no se lleven a mi hijo’, y el niño comenzó a gritar y vomitar y llorar de forma histérica. Ella preguntó a los agentes, ‘¿Puedo estar con él al menos cinco minutos para tranquilizarlo?’. Le dijeron que no».

Según un congresista de Texas, el niño más pequeño que ha visto tiene ocho meses y lleva un mes en un centro de este tipo. En teoría, nadie debe estar en estos lugares más de 72 horas, pero la acumulación de casos ha hecho que muchas personas, también niños, lleven meses en ellos.

En un artículo publicado en The Washington Post, Laura Bush escribe que «estas imágenes recuerdan de forma siniestra a los campos de internamiento de los americanos de origen japonés en la Segunda Guerra Mundial, que son considerados ahora uno de los episodios más vergonzosos de la historia de Estados Unidos»

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Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto

Las escenas de acción en el cine de Steven Spielberg.

–Una historia oral de ‘Desmadre a la americana’.
–Cuando Hollywood hacía versiones «para el público negro» de películas de éxito.
–La prolongada decadencia de Mickey Rourke.
Superhéroes y capitalismo, una historia de amor reciente.
–Por qué las películas de las franquicias duran más y más tiempo.
–El origen de nuestra idea sobre cómo imaginamos a los extraterrestres.
–La cuenta atrás apareció en pantalla por primera vez en una película de Fritz Lang.
–Heisler es la cerveza falsa que beben en las series.
–La estrategia de Disney consiste en no pagar sueldos gigantescos a sus actores.
–La evolución del Ford Mustang.
–Cinco mitos sobre los primeros auxilios.
–Vivir en la Antártida.
–Los mosquitos son más peligrosos que los tiburones. Mucho más.

Para tu guía de uso de Twitter, una selección de las falacias más extendidas.

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El debate de política exterior en EEUU está algo desquiciado

Todo el mundo empezó a sudar en 2007 al leer a Donald Trump llamar Little Rocket Man a Kim Jong-un. Se quejaba de que alguien debía haberse «ocupado» del líder de Corea del Norte hace mucho tiempo, por los presidentes anteriores. Ante el aumento de las pruebas de misiles balísticos norcoreanos, el presidente de EEUU amenazó con «fuego y furia» si ese Gobierno persistía en sus amenazas.

En la ONU, Trump dijo que si fuera necesario, EEUU «no tendría más opción que destruir totalmente a Corea del Norte». Y siguió en la misma línea: «Rocket Man (es decir, Kim) se ha metido en una misión suicida para él y su régimen».

No es extraño que aparecieran artículos, análisis y viñetas humorísticas sobre el peligro que suponían para la paz mundial dos hombres con un ego desmesurado y el botón nuclear a su alcance. Especialmente, porque desde hace mucho tiempo los expertos militares son conscientes de que una guerra en Corea ocasionaría una catástrofe espeluznante. Incluso si el conflicto durara unos pocos días y no intervinieran las armas nucleares, la cifra de muertos podría contarse en decenas de miles.

Pisamos el acelerador y nos venimos a este mes de junio. La posibilidad de una guerra en la península coreana se ha visto sustituida por la imagen de los dos presidentes del norte y del sur de la mano en la frontera entre ambos países, el último vestigio físico de la Guerra Fría. El presidente de Corea del Sur ha cumplido su promesa de buscar un entendimiento con el belicoso vecino. Antes, las delegaciones de ambos países desfilaron unidas en los Juegos Olímpicos de invierno.

Cumplidos aparentemente sus planes militares, Kim ha llevado a cabo varios gestos de distensión y ha viajado a China, con cuyo Gobierno las relaciones se habían enfriado bastante en los últimos años hasta el punto de que Pekín había reducido sus exportaciones de petróleo y combustible, fundamentales para la supervivencia de Corea del Norte.

Para confirmar este giro que pocos preveían el año pasado, Trump y Kim se han reunido en Singapur en el primer contacto entre los presidentes de ambos países desde la guerra de Corea (1950-53). Han firmado una declaración genérica y sin detalles que puede ser el comienzo de un proceso de distensión o un intento fallido, como ha ocurrido antes en las relaciones entre los dos estados.

No es la paz, pero es mucho mejor que una guerra nuclear.

¿Inmenso alivio? ¿Esperanza teñida de escepticismo? ¿Al menos un respiro?

No, la comunidad de expertos en política exterior, think tanks y medios de comunicación están ahora alarmados en EEUU por lo que pueda pasar a partir de ahora. De hecho, parecen más preocupados que en 2017, porque creen que se trata de una gran victoria de un régimen al que hasta ahora se consideraba un país atrasado y en bancarrota dirigido por un joven sin experiencia. De repente, una tenue esperanza de paz se ha convertido en un escenario deprimente para los intereses de EEUU. Será por eso que Bernie Sanders afirmó que sin entusiasmos el balance era positivo).

Evidentemente, conviene descartar los alardes de Trump –que afirma que «ya no existe la amenaza nuclear de Corea del Norte»– como la típica demostración de arrogancia habitual en él. Aun así, el camino realizado desde 2017 sólo puede entenderse como un paso positivo. Reducir, aun mejor eliminar, la retórica belicista parece un objetivo deseable sin la cual un acuerdo de fondo es imposible. No olvidemos que Washington y Pyongyang no han firmado un tratado de paz desde la guerra de los años 50.

Pero los expertos no se dejaron llevar por la cautela, sino por la alarma. La mayoría consideró que Kim era el gran vencedor de la cumbre por el hecho de que se celebrara. Es cierto que es algo que su país buscó desde antes de que él fuera el máximo líder, pero no es el valor propagandístico de una reunión al más alto nivel lo que asegurará la existencia del régimen.

En EEUU, se considera que una reunión con su presidente es el máximo honor al que puede aspirar un líder extranjero –para algunos, lo es–, pero no entienden que, si hay un conflicto de por medio, la comunicación entre gobernantes es uno de los elementos de distensión más efectivos. Parece que los demás gobiernos tienen que ganarse ese privilegio y que el emperador lo concede si conviene a sus intereses.

No todos los adversarios de EEUU están tan desesperados.

Dar tanto valor a esos contactos hace que se conviertan en un juego de suma cero. Si el otro, Kim en este caso, obtiene un rédito, sólo puede ser porque EEUU ha salido perdiendo en el intercambio.

La otra versión extendida en EEUU es que el gran vencedor de la cumbre es China. Hay algo de cierto en eso (dejamos a un lado la explicación del programa estrella de MSNBC que inevitablemente sostuvo que el auténtico beneficiario era, cómo no, Putin). Todo elemento pacificador en este conflicto es visto con buenos ojos en Pekín. A su Gobierno no le interesa ni una guerra –eso es obvio– ni un hundimiento del régimen de Pyongyang, que tendría efectos negativos en sus regiones fronterizas, como la llegada de un alto número de refugiados.

Un periodista del FT que visitó Corea del Norte en 2016 tuvo que recordar que las relaciones entre ambos países son mucho peores de lo que se piensa en Washington. Los chinos tenían entonces un respeto escaso por Kim y estaban preocupados por una política que consideraban errática y peligrosa: «En China, Corea del Norte es vista como un mal chiste embarazoso, un anacronismo estalinista empobrecido que recuerda a muchos la vida bajo el totalitarismo que China abandonó a finales de los 70».

Un teniente general retirado chino escribió un artículo en 2014 en la web oficial del Ejército para recordar que Corea del Norte ha perjudicado en numerosas ocasiones los intereses de China, y su intento de desarrollar un programa nuclear es uno de ellos. China ha tenido que solucionar problemas creados por Pyongyang y no hay que dar por hecho que seguirá haciéndolo en el futuro, dijo. El artículo no tenía inconveniente en adentrarse en asuntos ideológicos hasta el punto de afirmar que el régimen de los Kim abandonó el marxismo y el leninismo: «No tiene nada en común con China ideológicamente, y (el partido en el poder) no es un partido proletario ni socialista en realidad».

China no es quien mueve los hilos en Pyongyang. Sin duda se beneficiará de que se aleje el peligro de una guerra. Como todo el mundo. Por mucho que en EEUU a políticos y analistas les guste decir que «todas las opciones militares están sobre la mesa», no hay respuesta militar viable ante un régimen que cuenta con un arsenal nuclear que no esté suscrita por un demente.

Es una de las consecuencias de lo que les pasó a Sadam Hussein y Muamar Gadafi. No hay nada peor que EEUU crea que tienes armas nucleares y no las tengas. Pero si cuentas con ellas, la historia es completamente diferente. El objetivo de la no proliferación nuclear es ahora más difícil de alcanzar que antes.

Varios análisis en medios norteamericanos destacan que Trump hizo una gran concesión: el anuncio de que no habrá más maniobras militares de EEUU y Corea del Sur, aunque sólo sea –típico de Trump– porque salen muy caras. Nicholas Kristof, columnista del NYT, lo llamó «una concesión inmensa». Las siguientes estaban previstas para agosto. Trump lo ha presentado como un gesto de buena voluntad. Su precio no es tan alto. Se trata de una medida fácilmente reversible si este proceso negociador acaba en nada.

Los elogios de Trump a Kim forman parte de su extraña forma de gobernar, más parecida a la negociación para obtener un acuerdo inmobiliario. Halagar al socio potencial es una forma de acercarlo para que acepte firmar el trato. No es que las relaciones internacionales funcionen exactamente así, pero eso nunca ha importado mucho al presidente de EEUU.

El debate sobre política exterior en EEUU ha quedado totalmente distorsionado por la polarización extrema causada por la presidencia de Trump. No es la primera vez que ocurre y es hasta cierto punto inevitable. Pero la cumbre con Corea del Norte ha llevado esta tensión a un punto difícilmente superable.

El terror a una guerra se ha visto reemplazado por el terror a que la tensión entre ambos gobiernos disminuya y sea posible que Trump y Kim firmen algún acuerdo. No es un debate muy racional.

El valor propagandístico de la cumbre para Kim es indudable. La televisión norcoreana la resumió en un documental de 42 minutos. El programa incluye una imagen no vista hasta ahora del momento cómico en que Trump hace el saludo militar a destiempo a un general norcoreano.

El documental íntegro puede verse aquí:

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Todo lo que necesitas saber sobre la cumbre de Trump y Kim en tres vídeos

El intérprete traduce las palabras de Kim Jong-un: «Hay gente que creerá que ha sido como una escena de una película de fantasía, una película de ciencia-ficción».

En la rueda de prensa, un periodista recordó a Donald Trump que dijo una vez que Corea del Norte había ejercido sobre su pueblo una opresión más brutal que cualquier otro régimen en el mundo. La respuesta de Trump indica que eso no es un problema ahora mismo:

«Creo que es una situación difícil (la del país). Hemos discutido en términos bastante claros sabiendo lo que intentábamos conseguir. La situación es difícil en muchos sitios, no sólo allí».

En una entrevista con ABC News, Trump se mostró convencido de que Corea del Norte procederá a la eliminación de su arsenal nuclear (la declaración conjunta de ambos líderes se refiere a la desnuclearización de la península coreana en términos genéricos y sin compromisos concretos). Trump no parece tener dudas: «Van a deshacerse de sus armas nucleares, George, y creo que quieren hacerlo de forma relativamente rápida. Veremos. Van a empezar a trabajar en ello inmediatamente».

El periodista le pregunta si se habló de la retirada de las fuerzas militares norteamericanas en Corea del Sur. Trump dice que no, pero sí hace mención a las maniobras militares que realizan periódicamente tropas de ambos países y que siempre han enfurecido a Pyongyang. Pero a Trump le preocupa más que esos despliegues del poderío militar estadounidense no salen baratos: «No hablamos de eso, no (la retirada de tropas). Pero no vamos a hacer más juegos de guerra (war games, por las maniobras). Ya sabes, yo quería poner fin a los juegos de guerra, pensaba que eran una provocación. Y también pienso que son muy caros. Estamos gobernando el país con criterio, y creo que son muy, muy caros. Para realizarlos, tenemos que enviar aviones desde Guam, y eso son seis horas y media de vuelo. Los grandes bombarderos y todo lo demás. Dije, ¿quién paga esto? Quiero decir, quién paga esto para que (las fuerzas militares) se entrenen».

En la rueda de prensa de Singapur, Trump se refirió a sus esperanzas de que el acuerdo se cumpla. Eso tampoco es algo de lo que haya que preocuparse: «Creo que él va a hacer estas cosas (cumplir lo prometido). Puedo estar equivocado. Es posible que en seis meses te diga: hey, estaba equivocado. No sé si lo admitiré alguna vez, pero encontraré una excusa».

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Victoria clara de la ultraderecha italiana en las aguas del Mediterráneo

Matteo Salvini tenía prisa por cumplir las promesas que hizo en la campaña electoral. Ya como ministro de Interior, la situación del buque Aquarius con 629 migrantes en su interior le dio una gran oportunidad. Decretó una medida de la que se había hablado en Italia en los últimos meses, pero que el anterior Gobierno no podía adoptar al ser manifiestamente ilegal: impedir que los barcos gestionados por las ONG puedan recalar en un puerto italiano para entregar a las personas rescatadas en el Mediterráneo.

Como sabemos en España, Pedro Sánchez tiene ganas de dejar varias cosas claras con su nuevo Gobierno. Una de ellas es que él no es Mariano Rajoy y que su Gobierno no puede ser más diferente al presidido por el líder del PP. La situación del Aquarius ofrecía la posibilidad de insistir en esa línea. Frente a la pasividad que mostró Rajoy ante la crisis europea de los refugiados –ni se molestó en cumplir la cuota asignada por la Comisión Europea y sólo aceptó recibir a un número escaso–, Sánchez podía ejecutar un gesto valiente. Sin pedir permiso a nadie.

Es una de las ventajas de ser presidente del Gobierno. Aunque no tengas mayoría en el Congreso, cuentas con la autoridad del cargo y la capacidad ejecutiva de tomar decisiones que están fuera del alcance de otros.

Zapatero ordenó la retirada de las tropas españolas de Irak, y con esa medida dejó patentes ciertas prioridades de su política exterior. Sánchez ha ordenado que el barco reciba el permiso para atracar en Valencia, y así ha enviado un mensaje nítido a los demás gobiernos europeos y la Comisión: no se pone en peligro la vida de seres humanos por muy disfuncional que sea la política migratoria de la UE. Eso en el caso de que exista.

Esos seres humanos son 629 personas, entre los que hay 123 menores y 88 mujeres, de las que siete están embarazadas. Se cree que proceden de Eritrea, Ghana, Nigeria y Sudán.

En una Europa que se define cada vez más por sus temores y sus políticos acobardados, Sánchez anuncia que merece la pena luchar por los principios con independencia de lo que digan las encuestas.

Política y moralmente, la decisión del presidente español puede parecer un win-win a corto plazo: algo que sólo puede depararle ventajas. En el contexto de la política europea, la historia admite otras lecturas.

La rápida intervención española supone también una victoria para la ultraderecha italiana y las posiciones xenófobas en ese país. Era obvio, pero para que no existiera ninguna duda Salvini enarboló la bandera de la victoria en Twitter.

«El problema se ha resuelto gracias al Gobierno español», dijo en una rueda de prensa. Es decir, Italia se había deshecho del problema gracias a la decisión previa de Salvini de cerrar el puerto a la llegada del Aquarius que luego había desencadenado la respuesta española. 

Estaba claro que la Liga utilizaría las noticias que llegaban de Madrid para argumentar que había sido la reacción firme de Salvini (e ilegal) la que había hecho que el barco no atracara en Italia.

Es cierto que Italia ha recibido en los últimos años un altísimo número de migrantes, sobre todo africanos, procedentes de Libia. Es también cierto que esa presencia de extranjeros es menor en las zonas de Italia donde la Liga (antes llamada Liga Norte) cuenta con el mayor porcentaje de votos. No hay que olvidar que el número de ellos ha descendido de forma clara en el último año porque el anterior Gobierno pagó a las milicias libias para que redujeran la llegada desde su costa, al precio de condenar a los africanos a una existencia terrible en un país donde algunos han sido vendidos como esclavos. 

Como en otras ocasiones, la Unión Europea ha sido incapaz de contar con una política exterior efectiva común y una política migratoria en la que todos los países compartan la carga económica que pueda suponer. Y cuando se supo que Italia se negaba a aceptar las responsabilidades propias de lo que se considera un Estado civilizado, la primera reacción de la Comisión Europea fue lavarse las manos.

Qué sorpresa que las instituciones europeas en las que deberíamos confiar no estén a la altura en mitad de una crisis. 

La UE y los gobiernos europeos no cesan de dar lecciones al mundo, o al menos a algunos países, en materia de derechos humanos y justicia económica. Pero cuando son países europeos los responsables de que se produzcan situaciones injustas o cuando uno de los estados miembro –Italia en este caso– ignora las obligaciones que le asigna el Derecho internacional, de repente la Comisión alega no tener competencias y hace algunas recomendaciones generales sin ninguna fuerza de coerción. Para salir del paso. 

La llegada del Aquarius a España plantea varias dificultades, como recordó el lunes Médicos sin Fronteras. Un barco sobrecargado con centenares de personas no está para una ruta de tres días en la que cubrir 800 millas en la que además se espera un empeoramiento de las condiciones meteorológicas. Tenía más sentido que le dejaran dirigirse al puerto italiano más cercano al que podría haber llegado en unas horas. Pero sus ocupantes son rehenes de la política xenófoba de Salvini y de la cobardía de la Comisión Europea. En la madrugada del martes, surgió la idea de que otros dos barcos italianos y el Aquarius se repartan a los migrantes para trasladarlos en mejores condiciones hasta Valencia.

A menos que Salvini se conforme con los hechos de este lunes, cosa poco probable, la expulsión de facto del Aquarius de las aguas italianas y su envío a España sientan un precedente peligroso con el que los ultraderechistas italianos pueden volver a jugar. Sería de una ingenuidad alucinante pensar que no estaremos en la misma situación dentro de unos días o semanas con otro barco y otros migrantes.

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La foto del G7 que lo dice todo de las relaciones de EEUU con sus presuntos aliados

Las grandes cumbres de jefes de Estado y Gobierno raramente ofrecen imágenes memorables. En un entorno protegido por las medidas de seguridad y la idea de que hay que mantener alejados a los periodistas, todo ocurre detrás de una puerta cerrada.

La cumbre del G7 celebrada en Quebec ha deparado una fotografía con varios de sus protagonistas en una escena con lecturas interesantes. Lo primero que hay saber es cómo llegó la foto a Twitter, porque no procede de un medio de comunicación. La distribuyó Steffen Seibert, un experiodista que dirige la oficina de prensa del Gobierno alemán. Su autor es Jesco Denzel, fotógrafo que forma parte de la delegación alemana en la cumbre.

Los protagonistas

Hay dos personajes fundamentales en la imagen y uno de ellos es Donald Trump. Hemos visto ya muchas imágenes del presidente de EEUU demostrando su ego y su particular idea del poder. Esta va aún más lejos. Trump aparece sentado mientras todos los demás están de pie. No aparenta estar muy preocupado, sólo escucha lo que le dicen, pero con los brazos cruzados no parece muy interesado en los argumentos que escucha de sus interlocutores.

Se diría que le están intentando convencer de algo. Y que no está muy dispuesto a aceptar esas ideas.

Frente a él, está Angela Merkel. Es la que parece llevar la iniciativa en la conversación al menos justo antes de que se hiciera la foto. La canciller alemana tiene las dos manos sobre la mesa en una actitud que puede ser desafiante o cuando menos decidida. Se ha inclinado hacia Trump para dejar clara su posición.

Los otros

En realidad, Trump no está mirando a Merkel en ese momento, sino a Emmanuel Macron, situado a la derecha de Merkel. El presidente francés, que es el que habla en ese instante, también tiene una mano sobre la mesa. Otro gesto decidido de alguien que pretende explicarse.

A su derecha, está la primera ministra británica, Theresa May, a la que casi no se ve al estar tapada por Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional, es decir, el principal asesor económico de Trump en la Casa Blanca. Kudlow es un conocido partidario del libre comercio, pero en este asunto está obligado a seguir las instrucciones de su jefe.

Al lado de Merkel, está  Shinzo Abe, primer ministro japonés. Con los brazos cruzados, no está muy entusiasmado con el curso de la conversación. A su izquierda, aparece John Bolton, el neoconservador al que Trump nombró hace unas semanas consejero de Seguridad Nacional. 

Las razones de la difusión de la foto

No es habitual que las delegaciones de una cumbre como esta hagan públicas imágenes de los encuentros informales que se producen fuera del plenario o de las reuniones bilaterales. Un pool de fotógrafos tiene permiso para tomar imágenes antes de que comience la reunión. Luego deben abandonar la sala. 

El portavoz de la delegación alemana distribuyó la foto por Twitter muy consciente de la interpretación que se haría de ella. Todos rodean a Trump intentando convencerle de algo, es decir, que cambie de opinión, y su interlocutor se muestra impasible, casi divertido por la atención. 

La foto presenta a Merkel como la política que se atreve a enfrentarse al presidente de EEUU. También están ahí Macron, May y Abe, con posiciones políticas similares a la de alemana. Pero Merkel está en el centro, autoerigida en líder del mundo antiTrump.

Es posible que en EEUU a muchos de sus partidarios no les incomode lo que ven. Creerán ver al líder que les prometió que iba a defender sus intereses y que en la campaña electoral dijo en numerosas ocasiones que los tratados internacionales de comercio perjudican a su país.

Bolton tuiteó la foto, lo que demuestra que tiene valor propagandístico para ambos bandos: «Otro G7 en el que otros países confían en que América será siempre su banco. El presidente lo dejó claro hoy. Ya no». 

«America First», dijo en su toma de posesión, y esta es su particular forma de demostrarlo. Ya no hay aliados, sino competidores.

El choque de la cumbre

Los gestos de todos indican que la conversación, o enfrentamiento, no va por buenos derroteros. Nadie está sonriente ni relajado. Conviene recordar que todos los participante son aliados, los máximos responsables de gobiernos que comparten ideología. Los que se ven son conservadores o liberales. Son el G7, el club privado de los gobiernos más poderosos del mundo (EEUU, Alemania, Francia, Reino Unido, Japón, Italia y Canadá). Al menos, así aparecen definidos en muchos artículos, aunque la denominación ha quedado obsoleta al dejar fuera a China, mucho más influyente que la mayoría de los países que se reúnen en estas citas.

Están divididos. A expensas de saber lo que hará el Gobierno italiano que se acaba de formar, los demás están enfrentados a la política aislacionista de Trump.

Para entender la imagen de ese enfrentamiento, hay que recordar las palabras de Trump en la rueda de prensa del sábado. Ofreció la idea de eliminar todos los aranceles comerciales existentes, pero su prioridad era otra. Lo que de verdad quería era denunciar las supuestas prácticas comerciales injustas de los aliados de EEUU por la existencia de unos aranceles que en realidad son muy bajos.

Algunos países sí protegen con mayores aranceles algunos sectores de especial importancia económica o política para ellos, una práctica que también adopta Estados Unidos.

«Hay que acabar con esto o dejaremos de comerciar con ellos», dijo. «Y es una respuesta muy rentable si tenemos que hacerlo. Somos como la hucha que todos están robando, y eso se va a acabar».

Trump insistió en la cumbre en su idea de que todo el sistema económico internacional es una estafa organizada en la que los estadounidenses son los paganos. Se refiere a un sistema económico y comercial instaurado por EEUU tras la Segunda Guerra Mundial y que ha favorecido a ese país desde entonces.

Trump ve las relaciones comerciales como un juego de suma cero. Si EEUU tiene un alto déficit comercial con algunos países es porque le están engañando. Al presidente incluso le molesta que se vean tantos coches de la marca alemana Mercedes en las ciudades del país.

Por eso, acaba de aumentar los aranceles a la importación de acero y aluminio desde Europa y Canadá. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció que responderá con la misma moneda y que no permitirá que su país sea intimidado.

El economista Paul Krugman ha definido esta cumbre como una «debacle». El resultado puede ser una guerra comercial «o incluso el colapso de la alianza occidental». 

Hubo un comunicado final de la cumbre, porque de otra manera el fracaso habría sido demasiado evidente. Pero no duró mucho. Desde su avión, el Air Force One,Trump se ocupó de anularlo unas horas más tarde. Enfurecido por las críticas de Trudeau, anunció en su cuenta de Twitter que había ordenado a su delegación que no apoye el comunicado. Incluyó también una amenaza con una referencia a que están estudiando «los aranceles a (la importación de) los automóviles que están inundando EEUU».

Próximo destino: Singapur

Después de la cumbre, Trump cogió el avión con destino a Singapur, donde se celebrará su esperada cumbre con Kim Jong-un. Es un acontecimiento sin precedentes que nadie sabe cómo concluirá. Supone un gran éxito propagandístico para el líder de Corea del Norte y tiene como gran obstáculo la exigencia norteamericana de que ese país renuncie a su arsenal de armas nuclear.

Para Trump, todo va a ser muy fácil. Dijo en la rueda de prensa que sabrá en menos de un minuto si habrá acuerdo. «Ya saben eso que se dice que sabes si te va a caer alguien en los primeros cinco segundos. ¿Lo han oído alguna vez? Bien, creo que sabré muy rápidamente si habrá buenas noticias».

En cinco segundos.

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El Kilauea antes de la erupción actual

Hace un año, Tyler Hulett rodó estas imágenes en las cercanías del Kilauea, el volcán que lleva 35 años activo y que ha vuelto a entrar en erupción en las últimas semanas. Aquí explica los riesgos que asumieron él y la persona que lo acompañó. Las imágenes de las lenguas de lava avanzando en las zonas cercanas están aceleradas.

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