Este mapa define la realidad política de África

Son catorce gobernantes africanos (más el angoleño Dos Santos que acaba de abandonar el poder tras 39 años en el poder) que han convertido su presidencia casi en vitalicia. Los más jóvenes, Nkurunziza, de Burundi, y Gnassingbe, de Togo, sólo llevan doce años en el puesto. Les queda mucho tiempo por delante.

Publicado en Africa | Etiquetado , | Deja un comentario

Las imágenes que demuestran la pasividad de la policía en Charlottesville

El NYT selecciona varios imágenes de los incidentes ocurridos en la ciudad de Charlottesville, Virginia, el 12 de agosto, anteriores al momento en que un coche conducido por un joven de ideas neonazis arrollara a un grupo de manifestantes antifascistas y matara a una joven. El periódico dice que la respuesta fue «lenta», lo que es una valoración muy caritativa. Lo que reflejan estas escenas es una pasividad manifiesta de las fuerzas policiales durante esa mañana.

Otro vídeo refleja un incidente más grave (se puede ver aquí) en que un neonazi saca la pistola y dispara al suelo cerca de las personas que le increpan. La policía dice que ningún agente escuchó el disparo en ese momento. Según el NYT, hay una persona detenida por ese suceso.

A pesar de todos los incidentes violentos, la policía sólo hizo ocho detenciones ese día. Es un número anormalmente bajo en un país en que la policía pone las esposas a cualquiera que muestre un comportamiento violento, o sencillamente demasiado agresivo en una concentración.

Publicado en EEUU, General | Etiquetado , , | Deja un comentario

La máquina de manipular no respeta ni a los Mossos ni a los muertos de Barcelona

La confirmación del fin del grupo terrorista montado por Abdelbaki es Satty en Ripoll y la valoración positiva de la actuación de la Policía catalana arrojaron una sensación de inmenso alivio después de varios días de dolor y miedo. La sociedad española pasó por un trauma similar en 2004 y pudo recuperarse, aprender de los errores cometidos y hacer justicia a través de los tribunales. Siempre hay un primer día para ponerse a ello.

Estaba claro que el proceso tenía que repetirse ahora, porque nadie puede poner fin a una tragedia como esta con una sensación de victoria. Hay muchas cosas que aprender para intentar que no se vuelva a repetir, sin que tengamos la total seguridad de que no volveremos a ser atacados de esta manera. Sería estúpido pensar eso. Otras ciudades europeas han pasado por ello en los últimos años.

Algunos han decidido que menos de una semana después de los atentados era necesario moverse rápido para que los otros pagaran un precio político. La cercanía del referéndum de independencia que la Generalitat pretende convocar ha hecho que se hayan apresurado a atacar la reputación profesional de los Mossos y por extensión del Gobierno catalán y del Estatuto que establece sus competencias en asuntos de seguridad.

Los comunicados de los partidos políticos, agrupados en el pacto antiyihadista, hablan constantemente de la imperiosa necesidad de la unidad ante la amenaza terrorista y del apoyo colectivo que hay que prestar a los organismos policiales y judiciales que están en primera línea en la lucha contra los yihadistas. Parece que ese llamamiento admite unas cuantas excepciones en función del lugar donde se produce el atentado.

En primer lugar, se inventó el bulo de que Carles Puigdemont se había apresurado a mezclar el atentado de Barcelona con el proceso independentista. Hasta llegó a ser motivo de una viñeta en El País. Cuando se llega a ese punto, los desmentidos sirven de poco.

Lo que ocurrió después fue más grave, porque no tenía que ver con lo que dijo o no dijo un político, sino con la labor de investigación realizada por los Mossos en unos momentos de máxima tensión. Hubo errores que no se pueden negar (anunciar que no se preveían más atentados después de lo ocurrido en La Rambla, fallar en el primer análisis de la explosión de Alcanar) y sobre todo momentos en que la policía sólo podía reaccionar ante lo que se le veía encima. Adelantarse a las intenciones de un grupo de fanáticos que sólo unos días antes eran unos jóvenes modélicos en su pueblo resulta por definición bastante difícil. Ellos sólo tenían que elegir el lugar del siguiente ataque.

Antes de ir a por los Mossos, fueron a por Ada Colau con la polémica artificial de los bolardos. La impresión que se quiso dar fue que la instalación de trozos de metal de 90 centímetros hubiera impedido el atentado, como si La Rambla fuera el único lugar de una ciudad de 1,6 millones de habitantes donde se podía producir una matanza.

La presa mayor de la caza era la Policía catalana. El disparo que se quería definitivo fue la noticia de que un policía local de la ciudad belga de Vilvoorde había pedido información hace 17 meses a un agente catalán al que conocía sobre Abdelbaki es Satty, aspirante a imán en esa época y ahora artífice de los atentados. «La alerta belga sobre el imán de Ripoll llegó a los Mossos», tituló en primera página El País. «La policía belga se dirigió a los Mossos para advertir del imán», fue el titular de El Mundo. En la apertura de la sección, se leía: «Bélgica se dirigió a los Mossos».

Conclusión obvia del lector. La Policía belga había informado a los Mossos sobre el peligro que suponía un sospechoso de terrorismo y no se había hecho nada.

La impresión es falsa. Las alertas policiales sobre una amenaza real o incluso inminente no se hacen entre policías locales o regionales. No llega a tanto la descentralización en Europa. Se hacen entre las policías nacionales que mantienen, o deberían mantener, una colaboración constante. Lógicamente, en España a través del Ministerio del Interior y el Cuerpo Nacional de Policía. Un contacto personal entre dos policías que se conocen –con una petición de información sobre alguien del que se sospecha una radicalización, pero que no ha cometido ningún delito ni forma parte de un grupo yihadista o salafista– no alcanza ese nivel de alarma, aunque los titulares empleen la palabra ‘alerta’.

Sindicatos policiales y asociaciones de la Guardia Civil se habían unido al cerco con argumentos tan sólidos como que «a lo mejor» la tragedia se habría evitado si sus Tedax hubieran entrado en la casa de Alcanar. Al día siguiente, los terroristas, con sus planes desbaratados por la explosión, ya habían decidido continuar hasta el final.

Los mismos medios que no cesan de hablar del cumplimiento de la ley para denunciar las intenciones de los independentistas se olvidaron esta vez de lo que dice el Estatuto sobre el carácter integral de los Mossos como policía y reclamaban que se aplicara una versión policial del artículo 155 de la Constitución con la que se confiscarían esas competencias y se encargaría a la Policía y la Guardia Civil la investigación. Y eso que desde el primer día los gobiernos central y catalán afirmaron en público que la coordinación entre administraciones y cuerpos policiales estaba funcionando.

No era así para el editorial de El Mundo de este jueves: «La patrimonialización tan exagerada que los Mossos están haciendo de la investigación del atentado es responsabilidad de unos cargos políticos obsesionados con el proceso independentista». Por patrimonialización, entiéndase aquí aplicar la ley.

El Español de Pedro J. Ramírez destacó «tres aciertos y seis fallos» de la actuación de los Mossos, un balance nada positivo. El número seis llevaba trampa. De los seis fallos consignados, uno son los inevitables bolardos; otro, un fallo de inteligencia previa al atentado del que se dice que es responsabilidad de todas las fuerzas policiales; otro, una operación Jaula que no supo detectar a un fugitivo que se fue andando en una ciudad de 1,6 millones; y por último, el ya mítico «aviso de la CIA» que no suele tener a policías regionales o locales entre sus interlocutores habituales.

La imagen pública de la investigación cayó en manos de los Mossos –con sus consiguientes riesgos fácilmente imaginables y en aplicación de la ley que de repente ya no parecía tan importante–, y existe el consenso bastante generalizado de que la labor de comunicación personificada en el mayor Josep Lluís Trapero fue efectiva y valiosa. Por eso, se extendió el temor en algunos ámbitos a que el Gobierno catalán se viera beneficiado políticamente, y por tanto había que utilizar cualquier arma para impedirlo.

Hay que insistir en una idea si lo primero es cierto: si Generalitat se ve favorecida, será por cumplir la ley, dejar que los policías hagan su trabajo y no presionarles en público de forma exagerada y poco realista. Por una vez, esos políticos no han intentado correr en todas las direcciones, un estilo del que hemos visto unos cuantos ejemplos en el Gobierno de Puigdemont desde las últimas elecciones.

De hecho, la única declaración pública de un responsable político de alto nivel claramente equivocada se produjo cuando el ministro de Interior declaró desarticulado el grupo de terroristas por su cuenta y riesgo y antes de tiempo. Quizá Zoido empezaba a poner nervioso por los efectos políticos de la investigación y se puso a improvisar, porque lo que no se puede negar es que el Gobierno de Rajoy se movió en esos días en público con serenidad y sin poner palos en las ruedas de los Mossos.

Está claro que Abdelbaki es Satty escapó de las redes de vigilancia que tienden las policías y servicios de inteligencia de Europa. Un hombre sin rumbo y comido por el odio cayó en el mejor lugar posible para sus intereses. La comunidad en la que se movía no pudo detectarle a tiempo. Jóvenes que eran un ejemplo para sus familias fueron convertidos en asesinos. Sólo su escasa preparación para fabricar un explosivo impidió una tragedia mayor.

Como con otros atentados, es un fracaso colectivo del que habrá que sacar conclusiones porque lo reclama toda la sociedad. Lo que ocurrió después de la explosión de Alcanar no fue una victoria para todas las fuerzas policiales implicadas. Quince personas murieron asesinadas y un centenar sufrió heridas que nunca olvidarán. Para hacer balance, no vale con decir que podría haber sido peor.

Quizá habría sido demasiado pedir que la máquina de triturar y manipular no se hubiera puesto en marcha tan pronto. Que hubiera esperado a que se enterrara a los muertos y a la manifestación del sábado. Que todos esos llamamientos a la unidad ante el terrorismo fueran sinceros.

Pero en el estado actual de la política española, parece que eso era pedir demasiado.

Publicado en España, Terrorismo | Etiquetado , , | Deja un comentario

Por qué las ideas religiosas saudíes han sido el terreno más fértil para el terrorismo yihadista

William McCants encontró una forma perfecta para definir a Arabia Saudí y su papel para fomentar las corrientes más reaccionarias del islam en todo el planeta de cuyas fuentes han bebido muchos autores de atentados terroristas. «Los saudíes son tanto los pirómanos como los bomberos. Promueven una forma muy tóxica del islam y traza una línea estricta entre un pequeño grupo de auténticos creyentes y todos los demás, musulmanes y no musulmanes», dijo el experto en islamismo radical y autor del libro The ISIS Apocalypse.

De entre todas las ideas de los yihadistas, esa es una de las más comunes y de las más dañinas, como pueden corroborar las mayores víctimas de sus atentados, todos ellos en países musulmanes de Oriente Medio. Hay cinco principios que marcan quién es musulmán en el islam, pero para los wahabíes saudíes eso no es suficiente. Los que asesinan a civiles en Bagdad, Raqqa, Kabul, Túnez, Barcelona o Manchester no pueden estar más de acuerdo.

McCants afirma que los saudíes son también «bomberos» en la lucha contra ISIS y Al Qaeda. Lo cierto es que ambas organizaciones declararon la guerra a Riad. El recientemente destituido príncipe heredero saudí, Mohamed bin Nayef, sufrió un atentado dirigido contra él por un terrorista suicida en 2009 cuando era viceministro de Interior.

Los países occidentales creen que necesitan la colaboración de los servicios de inteligencia de Arabia Saudí para derrotar a los yihadistas. Más rentable en términos monetarios es la venta de armamento por valor de centenares de miles de millones de euros a lo largo de décadas. Los gobernantes se afanan en el intento propagandístico de vender la venta de fusiles, lanzagranadas, tanques y aviones como una aportación en favor de la paz. Por eso, la primera ministra británica, Theresa May, ha llegado a decir que la venta de esas armas «ayuda a mantener seguras las calles del Reino Unido».

Lo que ocurre en las calles de las ciudades europeas que cuentan con una importante comunidad musulmana es muy diferente. Los saudíes han utilizado su ingente capacidad económica para financiar mezquitas, pagar sueldos de imanes y enviar material religioso con los que extender en Europa –al igual que en África y Asia– su visión rigorista y extremista del islam. Eso es a lo que se refiere McCants cuando les llama «pirómanos»

Es habitual encontrar en los medios de comunicaciones, en especial después de grandes atentados, preguntas sobre cuándo evolucionará el islam hacia posiciones menos retrógradas, como ocurrió en Europa (y no es que la Iglesia católica haya aceptado desde el siglo XX de buena gana la pérdida de su influencia social).

La respuesta es sencilla: nunca, mientras el dinero saudí sirva para sostener la influencia de los más reaccionarios.

Es un asunto del que los políticos y diplomáticos europeos prefieren no hablar en público. Actúan como si esa conexión no existiera. A veces, se escapan algunos comentarios. «No están financiando el terrorismo. Están financiando otra cosa que puede hacer que los individuos se radicalicen y se conviertan en carne de cañón del terrorismo», dijo William Patey, embajador británico en Riad entre 2006 y 2010. La primera frase se contradice un poco con la segunda frase.

Patey conseguía con estas palabras nadar entre dos aguas, pero venía a confirmar lo que muchos sospechan. Esas ideas llenan un mar de prejuicios y órdenes fundamentales para alimentar el odio al que es diferente y a hacerlo responsable de la política exterior de sus gobiernos.

En primer lugar, eso se nota en su propio país y ha tenido repercusiones en las guerras de Irak y Siria. Se sabe que 2.500 saudíes han acudido a la llamada del ISIS para combatir en sus filas en Siria, el mayor número de reclutamiento extranjero para los yihadistas allí después de Túnez. Había una cobertura política en ese llamamiento a la violencia. Riad, al igual que Qatar, ha financiado a grupos insurgentes de ideas islamistas o salafistas que han intentado derrocar al Gobierno de Asad. Siria no es el único caso. También procedían del Estado saudí el mayor número de terroristas suicidas que murieron en Irak, de acuerdo con las cifras manejadas por dos estudios.

Según un estudio del Brookings Institute, el mayor número de partidarios del ISIS en Twitter en 2015 procedía de Arabia Saudí, cuyos habitantes son muy activos en esa red social. Todos ellos hijos del sistema educativo del país.

Las evidencias se acumulan a lo largo de años hasta el punto de que a veces es necesario hacer algo, sea por convencimiento o por marcarse un gesto de cara a la galería. El Gobierno británico encargó a un think tank un informe sobre la financiación desde el extranjero del extremismo islámico en el Reino Unido. Lo recibió en julio de 2017 y de inmediato decidió no publicarlo, excepto un resumen de 430 palabras que desde luego no mencionaba a ningún país.

La ministra de Interior, Amber Rudd, dijo que permanecería secreto por razones de seguridad nacional y porque contenía material sensible sobre personas y organizaciones. Esa debía de ser la idea cuando se encargó el informe, no recibir un texto académico que se pueda encontrar en cualquier página web. Pero cuanto más se sabe sobre ciertos temas, menos derecho tienen los ciudadanos para enterarse.

Un informe de otro think tank sobre el mismo tema sí fue conocido en julio y era más explícito de lo que el Gobierno de May puede permitirse. La financiación extranjera del extremismo, decía el documento de The Henry Jackson Society, procede de gobiernos y fundaciones relacionadas con los gobiernos del Golfo Pérsico, así como de Irán. «Por encima de todos ellos, se encuentra Arabia Saudí, que desde los años 60 ha llevado a cabo un proyecto multimillonario para exportar el islam wahabí por todo el mundo islámico, incluidas las comunidades musulmanas de Occidente».

No es sólo una cuestión de dinero. ¿Quién se beneficia de esa generosidad? ¿Qué mensaje transmiten los guías religiosos en las mezquitas europeas que reciben ayuda saudí?: «En el Reino Unido, esta financiación ha tomado la forma de aportaciones económicas a mezquitas e instituciones educativas, que han correspondido haciendo de anfitriones de predicadores extremistas y distribuyendo textos extremistas. La influencia también se ha ejercido a través de la formación de líderes religiosos musulmanes británicos en Arabia Saudí, así como el uso de libros saudíes en ciertas escuelas islámicas independientes del país».

Según el informe, en 2007 se pensaba que Arabia Saudí gastaba 2.000 millones de dólares anuales en promover el wahabismo en el mundo. Ahora se cree que la cifra es el doble. «En 2007, se calculaba que el número de mezquitas británicas que apoyan el salafismo y el wahabismo era 68. Siete años después, el número de mezquitas identificadas con el wahabismo es de 110».

Un informe de los servicios de inteligencia alemanes filtrado en diciembre de 2016 llegaba a conclusiones similares sobre la financiación del extremismo y situaba su origen en Arabia Saudí, Qatar y Kuwait.

Salafismo no es necesariamente sinónimo de yihadismo o de apoyo a la violencia, pero todos los yihadistas aceptan los principios salafistas. El pluralismo, la tolerancia hacia otros musulmanes de convicciones religiosas más heterodoxas y la aceptación de los progresos de la ciencia son considerados anatema por los yihadistas, y también por los predicadores promovidos por el dinero saudí. Y quienes mejor aprecian la diferencia son los propios musulmanes.

Muchos refugiados sirios se han encontrado en Alemania con mezquitas dirigidas por imanes que ofrecen una interpretación de la religión más conservadora y menos tolerante de la que estaban acostumbrados en su país. Hasta el punto de que algunos han decidido no acudir a ellas.

En 2015, el rey saudí Salmán se ofreció a construir 200 mezquitas en Alemania para acoger las necesidades de los refugiados. No consta que el Gobierno alemán aceptara la oferta, pero tampoco ha prohibido la llegada de dinero saudí al país.

Farah Pandith fue testigo del alcance del adoctrinamiento saudí. Como enviada especial del Departamento de Estado para las comunidades musulmanes –un cargo de nueva creación en el Gobierno de Obama–, viajó a 80 países y su veredicto no puede ser más claro: «En cada lugar que visité, la influencia wahabí era una presencia insidiosa, cambiando la identidad local, desplazando las activas formas de práctica islámica arraigadas histórica y culturalmente, y sacando de allí a personas que eran pagadas para seguir sus reglas o que se convertían en sus propios vigilantes de la visión wahabí».

Pandith reclamaba en 2015 que escuelas y bibliotecas rechazaran la donación gratuita de libros de texto religiosos saudíes «llenos de odio» y que se impidiera que los saudíes continuaran «demoliendo» las costumbres religiosas locales «que prueban la diversidad del islam».

Incluso países muy alejados de Oriente Medio y con una tradición religiosa opuesta a la wahabí o salafista reciben la atención saudí. En Indonesia llevan años extendiendo su influencia en un país de 260 millones de habitantes. En un país tan inmenso, la estrategia consiste más en formar a los líderes religiosos del futuro. «La llegada del salafismo a Indonesia es parte del proyecto global de Arabia Saudí para extender su versión del islam por todo el mundo musulmán», dijo a The Atlantic Din Wahid, experto en salafismo indonesio en la Universidad Islámica de Yakarta.

En los Balcanes, la tradición musulmana local es tan heterodoxa que ha sido siempre compatible con costumbres que en Arabia Saudí te llevarían a prisión. En la segunda ciudad del país, Prizren, conocida por sus muchas y antiguas mezquitas, no era raro hace cuatro años ver a una anciana cubierta con ropas amplias y el pelo tapado como dictan los cánones, acompañada por su nieta ataviada con una minifalda realmente corta. 

Ahora Kosovo también se ha convertido en un centro exportador de partidarios del ISIS –314 identificados en 2016, el mayor número per cápita en Europa– sin que se pueda considerar una casualidad el dinero saudí llegado en los últimos años en favor de ideas extremistas. 

«Ellos (los saudíes) promueven un islam político», dijo al NYT Fatos Makolli, director de la policía antiterrorista». «Gastan mucho dinero para promoverlo a través de programas dirigidos sobre todo a los jóvenes y gente vulnerable, y traen consigo textos wahabíes y salafistas. Atraen a esta gente a un islam político radical, lo que provoca su radicalización». 

Adoctrinamiento. Textos wahabíes traídos desde Arabia Saudí. Imanes y profesores a sueldo de Riad. Abandono de las costumbres locales. Radicalización. Alistamiento en el ISIS o antes Al Qaeda. Es una cadena que se repite en distintos países del mundo. No siempre acaba en terrorismo, pero siempre comienza con la llegada de alguien con una oferta económica que no se puede rechazar y que promete el auténtico islam.

Los saudíes niegan cualquier conexión en esa cadena. Los yihadistas, obsesionados con la ortodoxia de sus ideas en relación a los primeros siglos del islam, saben muy bien cuáles son las fuentes de confianza.

Hasta que en 2015 pudieron publicar sus propios libros de texto para los colegios de las zonas que habían ocupado en Irak y Siria, los yihadistas del ISIS adoptaron los manuales religiosos oficiales que Arabia Saudí reparte en su sistema educativo. De las doce primeras obras publicadas por el Estado Islámico, ocho eran de Muhamad ibn Abd al-Wahhab, el fundador del credo wahabí, la religión de Estado en Arabia Saudí. 

Los primeros eslabones de la cadena generan una confianza absoluta en la organización que representa la última amenaza yihadista que persigue a Europa. 

Publicado en Al Qaeda, Arabia Saudi, Religion, Terrorismo | Etiquetado , , , , | Deja un comentario

Los neonazis de la manifestación de Charlottesville desde muy cerca

Este reportaje de Vice News nos coloca lo más cerca posible de los sucesos ocurridos en Charlottesville este fin de semana. En especial porque la periodista Elle Reeve y el cámara acompañan a los neonazis que convocaron la concentración. No nos permite saber exactamente quiénes son, pero sí cuáles son sus ideas. En cuanto al peligro que suponen, lo mejor es la frase que pronuncia uno de los promotores, Christopher Cantwell (después de dejar sobre la cama de su habitación todas las armas que llevaba encima): «Creo que mucha más gente va a morir aquí, francamente, antes de que acabemos».

También cuenta con imágenes de la noche anterior, de la marcha con antorchas en el parque donde está la estatua de Robert Lee, con gritos contra los judíos y el eslogan revelador de «Blood and soil» (sangre y tierra). Es decir, «Blut und Boden», una invocación fundamental para los nazis alemanes en los años 30. Esa es la concentración que Trump defendió por oponerse a la retirada de la estatua de Lee, aprobada por el Ayuntamiento.

En el reportaje aparece el momento en que la gente de Charlottesville pone fin a una rueda de prensa del principal organizador de la manifestación ultra, Jason Kessler, que decidió hablar ante los periodistas ante el Ayuntamiento de la ciudad. Después de unas pocas palabras, tuvo que salir huyendo cuando algunos pensaron que la provocación había ido demasiado lejos. Hay mejores imágenes del momento en este vídeo.

Una de las conclusiones que se pueden sacar de las imágenes del reportaje de Vice News es que el desenlace pudo ser mucho peor. La pregunta es evidente: ¿dónde estaba la policía? Un principio básico de cualquier actuación policial cuando hay una manifestación y una contramanifestación es que no puedes dejar bajo ningún concepto que ambos lados se acerquen. Tienes que crear un perímetro y un cordón policial que impida que estén situados a muy pocos metros. La concentración de los ultraderechistas había sido autorizada por un juez. El Ayuntamiento y la Policía local no podían prohibirla. Eso no quiere decir que no pudieran legalmente hacer nada.

Tal y como se comporta la policía en EEUU –no hay que hacer mucho en una protesta en la calle para que te detengan–, su pasividad es difícil de creer. Tenían que haber controlado el parque mucho antes de la hora de comienzo del acto, las 12.00 hora local, para controlar la situación. Esperaron fuera de él hasta que el gobernador de Virginia declaró el estado de emergencia local, momento en que desalojaron el parque sin problemas. Pero lo que hacían a partir de ese instante era ocupar un parque vacío y el conflicto se había trasladado a otras zonas de la ciudad.

El gobernador destacó que muchos de los manifestantes ultraderechistas contaban con más armas que la policía. Eso no aparece en el reportaje de Vice News. El mismo sábado, vimos cómo un grupo de miembros de una milicia se presentó en Charlottesville con uniformes militares y armados con fusiles de asalto. La legislación sobre armas en Virginia permite este tipo de cosas. El jefe de policía local negó que sus fuerzas estuvieran intimidadas por esa demostración de fuerza. Pero el caso es que no aparecieron donde debían estar.

Publicado en EEUU | Etiquetado , | Deja un comentario

Trump vuelve a su auténtico yo y defiende a los grupos neonazis que se manifestaron en Charlottesville

Donald Trump confirmó el martes que su anterior condena a grupos neonazis y racistas sólo fue una cesión inesperada a las presiones recibidas por sus asesores de la Casa Blanca y que en ningún caso representa sus ideas. En una rueda de prensa en Nueva York, el presidente de EEUU insistió en su primera interpretación de los violentos sucesos de Charlottesville: la violencia fue responsabilidad de ambos bandos enfrentados en la calle. Además, negó que todos los que respondieron a la convocatoria ultraderechista fueran neonazis y mostró su apoyo a los que se manifestaron la noche anterior contra la retirada de una estatua del general sudista Robert Lee.

La conferencia de prensa se convirtió en un duelo entre los periodistas que reclamaban una condena directa de los grupos racistas y un presidente que se dedicó a acusar a los antifascistas que les hicieron frente. Hasta llegó a decir que los primeros tenían permiso para manifestarse en la ciudad del Estado de Virginia –el Ayuntamiento había querido trasladar el acto a otra zona, pero un juez lo impidió–, pero los otros, no.

Los sucesos de Charlottesville concluyeron con un atropello intencionado por un joven de ideas neonazis a un grupo de antifascistas que mató a una joven e hirió a 20 personas. Trump reconoció que aún no ha llamado por teléfono a la familia de la joven asesinada.

de 2017
La táctica que utilizó fue negar que todos los manifestantes que llegaron a Charlottesville fueran fanáticos: «He condenado a los neonazis. He condenado a muchos grupos diferentes. No todos eran neonazis, créanme. No toda esa gente era supremacista blanca (término que en EEUU define a los racistas) de ningún modo», dijo.

Trump se mostró radicalmente en contra de la retirada de la estatua de Robert Lee de Charlottesville. Varios ayuntamientos de EEUU están estudiando –algunos lo han hecho ya– retirar las estatuas de políticos y militares de la Confederación, el bando racista que se enfrentó al Gobierno de Washington en la guerra civil. La ciudad de Charlottesville pretende quitar de un parque la figura de Lee y venderla a quien esté interesado para que la coloque en otro sitio.

En su empeño por defender a Lee, lo comparó con otras figuras históricas de la nación, incluido el primer presidente: «Esta semana es Robert Lee y esta semana es Stonewall Jackson. ¿El próximo será George Washington? Hay que pensar en ello. ¿Dónde para todo esto?». Para justificar meter a Washington en la disputa, que fue presidente 80 años antes de la guerra civil, comentó que él también había sido dueño de esclavos.

Trump volvió a su declaración del primer día, cuando dijo que «muchos lados» eran responsables de la confrontación violenta, tanto los grupos neonazis y racistas como aquellos que se les enfrentaron: «Tenían un grupo a un lado y el otro, y se enfrentaron con palos. Fue desagradable y horrible. Fue algo horrible de ver. Había otro lado. Había un grupo en ese lado, podrías llamarle la izquierda. Atacaron violentamente al otro grupo. Puedes decir lo que quieras, pero es lo que pasó.

Con esta declaración, el presidente se desmarcó de los políticos demócratas y republicanos que han reservado sus críticas a los grupos neonazis y sus símbolos por considerarlos un peligro para la democracia.

Los únicos que reaccionaron rápidamente el martes para elogiar a Trump fueron precisamente aquellos que se manifestaron en Charlottesville en favor de la supremacía de la raza blanca. «Estoy orgulloso de él por decir la verdad», dijo el líder ultra Richard Spencer, uno de los oradores anunciados para el acto del sábado.

Publicado en EEUU | Etiquetado , , | Deja un comentario

La atracción de los ultras norteamericanos por Asad

No sólo en EEUU, también en Europa.

Publicado en EEUU, Siria | Etiquetado , , | Deja un comentario

Por qué los neonazis no parecen preocupados por la condena de Trump (y quizá tengan razón)

La presión de los políticos republicanos y demócratas, los medios de comunicación y no sabemos cuántos asesores de la Casa Blanca ha conseguido que Donald Trump ceda este lunes para obligarle a señalar directamente a grupos neonazis y racistas. En una declaración en la Casa Blanca ante las cámaras, Trump los ha nombrado en relación a los sucesos de Charlottesville: «El racismo es el mal y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales y matones, incluyendo el KKK, los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes a todo lo que queremos en Estados Unidos».

Pero como Trump es Trump, no es nada sorprendente que el domingo, cuando todo el mundo estaba hablando sobre lo sucedido en Charlottesville, decidiera dar una buena noticia a todos los grupos extremistas que comparten su rechazo visceral a la inmigración. Anunció en una entrevista, conocida el lunes, que está pensando seriamente en conceder un indulto a Joe Arpaio, que fue sheriff del condado de Maricopa, en Arizona.

Arpaio es toda una celebridad para los grupos ultraderechistas de EEUU y ha aparecido en numerosas ocasiones en los medios de comunicación. Fue derrotado en las últimas elecciones locales, en una campaña en que grupos progresistas y conservadores de todo el país contribuyeron con grandes cantidades de dinero, y posteriormente condenado en un juicio por malos tratos cometidos sobre los extranjeros sin papeles detenidos en su campaña contra la inmigración ilegal.

En Twitter, Trump casi ha confirmado que hizo esta declaración para calmar a las fieras (los periodistas), pero que es inútil intentarlo con esta gente.

¿Cómo han encajado los ultras la última intervención de Trump? No están muy afectados. Dan por hecho que el presidente se ha visto obligado a dar ese paso forzado por las circunstancias. Richard Spencer, uno de sus dirigentes más conocidos y que tenía previsto intervenir en el acto racista de Charlottesville, lo ha dejado claro.

Estas son algunas de sus frases en una rueda de prensa del lunes posterior a la intervención de Trump: «Es sólo una tontería. No creo que nadie lo tome en serio, incluido el presidente». «Es como si todos tuviéramos que sacar una guitarra acústica y ponernos a cantar kumbaya. Es una total estupidez».

«La derecha alternativa (alt-right, el término con el que se autodefinen muchos de estos grupos ultras en los últimos años) ha llegado muy lejos en los últimos dos años en cuanto a su exposición pública. ¿Es Trump una de las causas de eso? Desde luego». «Trump no es derecha alternativa. Trump no es un identitario. Pero estamos conectados con Trump a un nivel psíquico (quizá quería dejar psicológico) porque es un nacionalista».

Le preguntaron si hay alguien en la Casa Blanca con quien comparten ideas. Dijo que Bannon y Miller (consejeros de Trump) «están conectados con las ideas identitarias de una forma que el resto no comparte».

Spencer confirmó que celebrarán otro acto similar en la Universidad A&M de Texas el 11 de septiembre.

Sobre el asesinato de la joven que fue embestida junto a otros manifestantes antifascistas por un coche conducido por una persona de ideas racistas, dijo: «No voy a condenar a ese joven en este momento». De hecho, intentó exonerarle: «Realmente temía por su vida con todos esos delincuentes rodeando el coche y atacándole».

Otro líder ultraderechista coincidió con este análisis sobre las palabras de Trump. «La última condena de Trump fue también correcta y apropiada al ser el máximo dirigente de todo el país», dijo a TPM William Johnson en un email. «Compruebo que condenó todo racismo INCLUIDO el que procede del KKK y los neonazis. El uso de la palabra ‘incluido’ indica que cree que hay una fuente mayor y dominante más allá de los grupos mencionados» (mayúsculas en el original).

Es una interpretación que parece retorcida, pero no del todo. Viene a decir que existe un racismo antiblanco contra el que también se ha posicionado Trump, que es lo que los grupos neonazis y racistas sostienen desde hace mucho tiempo.

Da la impresión de que los grupos neonazis y racistas no han quedado muy impresionados por las declaraciones de Trump y que piensan que el presidente de alguna manera sigue estando con ellos. Es muy posible que no estén del todo equivocados.

Publicado en EEUU | Etiquetado , , | Deja un comentario

Por qué Donald Trump nunca ha criticado a neonazis y racistas

Donald Trump es un hombre de verbo suelto a la hora de atacar y despreciar a sus rivales. Educado en el mercado periodístico de Nueva York, siempre se ha mostrado dispuesto a producir todo tipo de invectivas contra sus enemigos, reales o ficticios. Y nunca se ha cortado al dar nombres.

En su versión más reciente como candidato y presidente, ese talento se ha multiplicado. ¿Hillary Clinton? Corrupta hasta la médula. ¿Jeb Bush? Perezoso, pusilánime. ¿Marco Rubio? Little Marco. ¿John McCain? Prefiero los héroes que no son hechos prisioneros? ¿Los periodistas? Fake news, mentirosos, la gente más deshonesta que te puedas encontrar. ¿CNN? Lo anterior multiplicado por diez. ¿El NYT? Failed NYT, sin futuro, ahogado por las pérdidas. ¿El exdirector del FBI Comey? Mentiroso, responsable de graves filtraciones.

La lista es larguísima. Incluye también miembros de su propio Gabinete, como el fiscal general Sessions, cuyo pecado fue no haberle comunicado antes del nombramiento que iba a recusarse en todas las investigaciones relacionadas con Rusia (cómo podía saber que iba a hacer eso es un misterio). O el líder de los republicanos en el Senado, por no haber conseguido este verano que se aprobara la contrarreforma sanitaria. Da igual que seas republicano o demócrata. si te cruzas en el camino de Trump, tendrás noticias de él.

Tanta incontinencia verbal tiene una línea roja que Trump no suele cruzar desde que se metió en política. Nunca ha criticado o denunciado de forma directa a los grupos ultraderechistas, neonazis o racistas (en EEUU el término ‘supremacista blanco’ es sinónimo de racista).

Tras lo ocurrido en Charlottesville, tuvimos otro ejemplo de esta reserva. En su declaración inicial en Twitter y en unas breves palabras ante los medios de comunicación, condenó la violencia en términos genéricos adjudicando la responsabilidad a «los dos lados». En la tarde del domingo, la Casa Blanca envió por email un comunicado con el que explicaba que también se refería a «supremacistas blancos, el KKK, neonazis y todos los grupos extremistas». Pero el comunicado no estaba escrito en su nombre.

El mensaje nacionalista, aislacionista y xenófobo de Trump desde los inicios de su campaña encontró un apoyo rotundo en grupos de la extrema derecha habitualmente alejados del Partido Republicano (no tanto en algunas zonas del Sur). Resultó inmensamente efectivo para los intereses de Trump, una persona que no ha votado en varias ocasiones a lo largo de su vida, en especial entre los muy conservadores votantes de religión evangélica –un sector de votantes mucho más numeroso que los neonazis–, a los que no les preocupó la escasa moralidad personal del candidato en su vida matrimonial.

Pero los ultraderechistas resultaban mucho más útiles en las trincheras de la campaña, produciendo material favorable a Trump y adaptando su mensaje racista de siempre a las prioridades marcadas por el millonario. La idea de que los programas de discriminación positiva en favor de las minorías –que nunca gustaron a los republicanos– habían terminado perjudicando a los blancos, ahora supuestamente una minoría amenazada. El rechazo al feminismo y la victimización del hombre blanco. Los ataques a lo que llaman «políticamente correcto» como coartada para seguir abusando de las minorías que, por no ser blancos, no son auténticamente estadounidenses. El odio a la inmigración, sobre todo si viene de México.

Todos esos prejuicios o ideas extremistas fueron recogidas por Trump en su campaña, de la forma caótica que le caracteriza, pero también sin dejar lugar a dudas. Empleaba el lenguaje que los más fanáticos llevaban tiempo usando sin tener hasta entonces ningún candidato de los dos grandes partidos que lo simbolizara de forma satisfactoria para sus intereses.

Ese sentimiento de excitación ante los progresos de Trump en las primarias republicanas, y la euforia tras su victoria en noviembre, quedan bien resumidas en las palabras de Rocky Suhayda, presidente del Partido Nazi Americano (las mayúsculas en el original): «Tenemos una fantástica OPORTUNIDAD aquí, amigos, que quizá nunca se repita. Las declaraciones de la campaña de Donald Trump, nos MUESTRAN que ‘nuestras ideas’ NO son tan ‘impopulares’ como la gente de la Corrección Política ha contado a todos».

Trump estaba blanqueando las ideas de la extrema derecha y convirtiéndolas en respetables en la medida de que resumían el mensaje del que podía ser, y lo fue, el candidato de los republicanos.

A los elogios a Trump se sumó en las primarias David Duke, exlíder nacional del Ku Klux Klan que alcanzó cierta notoriedad en los 90 al conseguir ser el candidato republicano al cargo de gobernador de Luisiana. Duke afirmó en su programa de radio que «votar contra Trump es traicionar tu herencia cultural» y animó a sus oyentes a convertirse en voluntarios de su campaña.

Cuando preguntaron a Trump si aceptaba ese apoyo, el entonces candidato se hizo el loco y no le dio importancia. Dos días después le insistieron sobre lo mismo en CNN, y dijo no conocer a Duke: «No sé nada sobre David Duke. No sé nada sobre supremacistas blancos». Era falso. En el año 2000, en uno de sus tanteos sobre si se presentaba o no a las elecciones, sabía muy bien quién era Duke y que era un racista.

Trump sabía que su mensaje conectaba con ciertos sectores fanáticos muy activos en Internet. No era sólo el candidato que se enfrentaba a la odiada Hillary Clinton. Era además el que simbolizaba sus ideas y que mostraba una actitud ambivalente hacia la violencia en los mítines, como cuando añoraba la época en que cualquiera que intentaba reventar un acto político, como muchos lo hicieron en sus mítines, se llevaba una buena tunda antes de que lo echaran del local.

Además, Trump sí tenía un pasado racista. Como promotor inmobiliario, fue demandado por el Departamento de Justicia en 1973 por su política para impedir que hubiera inquilinos de raza negra en los edificios que gestionaba en Nueva York. Con ocasión de un crimen especialmente salvaje –la violación múltiple de una mujer blanca mientras corría en Central Park–, pidió la pena de muerte para los acusados, la mayoría negros, en un anuncio a toda página en el NYT. Cuando se demostró que eran inocentes, insistió en su culpabilidad. Su padre había sido detenido en 1927 en un enfrentamiento de centenares de simpatizantes del KKK con policías de Nueva York, aunque al final no se presentaron cargos contra él.

Si había alguna duda, Trump la despejó en el discurso de su toma de posesión el 20 de enero. Enarboló la bandera del «America First», la expresión que movilizó a los aislacionistas de extrema derecha para oponerse a la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial contra los estados fascistas. Música para los oídos de los ultras. Trump siempre ha sido SU candidato y el presidente ha devuelto el favor con creces.

Publicado en EEUU | Etiquetado , , | Deja un comentario

178 razones para rechazar la extradición a Turquía del periodista Hamza Yalçin

Un juez de la Audiencia Nacional y el Gobierno español tienen en su mano conceder la extradición a Turquía del periodista turco Hamza Yalçin, detenido en el aeropuerto de Barcelona cuando se disponía a viajar a Londres. El Gobierno de Ankara consiguió que su nombre apareciera en la lista de Interpol con una acusación de insultar al presidente, Recep Tayip Erdogan, adornada con su supuesta vinculación a un grupo terrorista de extrema izquierda. Yalçin vive en Suecia desde hace muchos años y tiene la nacionalidad sueca.

La Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa decidió hace tres meses colocar a Turquía en un régimen de vigilancia por las numerosas violaciones de los derechos humanos ocurridas en ese país desde el golpe de Estado frustrado. Muchas de esas vulneraciones han tenido a los periodistas como víctimas. El caso de Yalçin es uno más de una larga lista.

178 periodistas se encuentran encarcelados en Turquía en estos momentos, aunque la cifra varía constantemente. Algunos de ellos obtienen la libertad condicional, sin que las causas penales contra ellos desaparezcan, pero otros son detenidos en redadas contra el personal de los medios de comunicación.

La última operación contra periodistas tienen que ver con una aplicación de teléfono móvil. Sólo eso puede hacer que acabes en prisión en Turquía. Un tribunal ha emitido 35 órdenes de detención contra trabajadores de medios, incluidos periodistas, por tener en su móvil la app ByLock que sirve para encriptar llamadas o recibir comunicaciones de personas que cuentan con ella. Nueve de ellos fueron detenidos en la mañana del jueves. Los fiscales parten de la teoría de que cualquier persona que tenga esa aplicación en su móvil es sospechoso de pertenecer a la red gulenista, la organización religiosa a la que el Gobierno acusó de organizar el golpe. Miles de personas han sido detenidas o despedidas de sus trabajos en la Administración por recibir llamadas de personas que tenían ByLock en sus móviles.

Muchos de los periodistas detenidos en las últimas semanas trabajaban en medios propiedad de los gulenistas o cercanos a ellos. No son los únicos. Entre los arrestados está Burak Ekici, director de la web del periódico izquierdista BirGun, que ha criticado tanto a Erdogan como a Gülen. Eso no impide que Ekici esté acusado de pertenecer a una «organización terrorista».

Todas las causas contra periodistas incluyen referencias a grupos terroristas. La ley permite entablar acciones legales contra periodistas por apoyar a los terroristas en sus artículos, aunque no sean miembros de esas organizaciones. Afirmar que no se pertenece a estos grupos no sirve de nada a los abogados de los periodistas. Es suficiente con haber escrito un artículo contra Erdogan para entrar en esa categoría legal. El Ministerio de Interior es quien toma la decisión y la fiscalía obedece órdenes.

En julio comenzó el juicio contra 17 periodistas y directivos del periódico Cumhuriyet, el más antiguo del país, también por la acusación de colaborar con grupos terroristas. El Gobierno se lanzó contra el diario por calificar de «caza de brujas» la represión producida después del golpe. También ayudó en la persecución la información del periódico que contaba cómo los servicios de inteligencia turcos entregaron armas en 2014 a grupos insurgentes sirios camufladas como ayuda humanitaria. El director y el jefe de la delegación de Ankara ya estaban procesados por ese artículo.

Siete de esos periodistas fueron puestos en libertad condicional al poco de comenzar la vista, que se reanudará en septiembre.

El periodista francés Loup Bureau está encarcelado a la espera de juicio porque la policía encontró en su cámara al entrar en Turquía desde Irak imágenes de miembros de las milicias del YPG, que luchan en Siria contra el ISIS. Como Turquía considera a YPG un grupo terrorista, el francés está acusado de colaborar con esa organización.

El periodista turco-alemán Deniz Yucel está encarcelado desde febrero. El colaborador del diario Die Welt está acusado de colaborar con dos grupos tan diferentes como el PKK kurdo y el ISIS. Erdogan le ha acusado en público de ser un espía.

Un diario proErdogan –en realidad, ahora lo son casi todos– ha acusado también al periodista alemán Frank Nordhausen, corresponsal en Estambul, de trabajar para el espionaje de su país. Aún no está detenido.

No son sólo periodistas los que pueden acabar arrestados por delitos de opinión. 157 personas fueron detenidas en la primera semana de agosto por comentarios escritos en redes sociales. Supuestamente por difundir propaganda en favor de la red Gülen, el PKK kurdo o el ISIS. La policía estaba rastreando a 2.696 usuarios de redes por sus opiniones, consiguió identificar a 196 y ha detenido a 157.

Turquía está en el puesto 155º en la lista de Reporteros sin Fronteras sobre libertad de expresión en la que hay 180 países. En ese país, los periodistas son detenidos, encarcelados y procesados por delitos de opinión, básicamente por criticar al Gobierno, con acusaciones que siempre terminan siendo por pertenencia o apoyo a grupos terroristas.

El caso de Hamza Yalçin no es muy diferente al de esos 178 periodistas encarcelados.

Publicado en Periodismo, Turquía | Etiquetado , , | Deja un comentario