Trump y Kim hacen una mezcla muy peligrosa

Con las declaraciones de Donald Trump, uno puede pasar con bastante rapidez de la risa al horror. La sonrisa se convierte al poco tiempo en una mueca un tanto horrible cuando te das cuenta de las repercusiones de sus palabras. ¿Y si esta vez va en serio? ¿Y si no es algo que ha escuchado en televisión, preferiblemente en Fox News, y que se limita a repetir como haría cualquier tuitero de guardia? ¿Nos levantaremos un día de la cama y descubriremos que el presidente de EEUU ha anunciado en Twitter que hemos pasado a DEFCON2? (aparentemente ahora estamos en DEFCON5, es decir, ante todo, mucha calma).

Fuego, furia y poder «como nunca se ha visto antes». Fue la amenaza que lanzó Trump a Corea del Norte en un breve contacto con periodistas en mitad de un acto dedicado a la lucha contra las drogas que nada tenía que ver con defensa o relaciones internacionales. Todo por las últimas pruebas de misiles norcoreanos y la sospecha no confirmada que indica que ese Gobierno ha conseguido reducir el tamaño de las cabezas nucleares para su instalación en un misil de largo alcance.

La retórica es no sólo trumpiana, sino también bastante habitual en los comunicados del Gobierno de Pyongyang. La amenaza de provocar «océanos de fuego» apareció recientemente, y de ha hecho ha salido en otros comunicados en los últimos años. Nunca se ha tomado al pie de la letra, pero nadie se confunde sobre las posibles repercusiones de un conflicto bélico. Incluso si no se utilizaran armas nucleares, los análisis más extendidos sobre una guerra en la península coreana prevén que podrían morir decenas de miles de personas, aunque el conflicto no durara mucho tiempo. El desenlace sería espantoso desde cualquier punto de vista.

En los diez primeros días de cada agosto, se conmemora el lanzamiento de las dos bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial. En relación a Corea, hay que recordar que Harry Truman no descartó utilizar armas nucleares en la guerra iniciada en 1950. También es cierto que Truman era muy consciente del impacto de esas bombas (él mismo había ordenado su uso contra Japón) y que nunca pareció considerarlas en privado como una opción realista. Aún se discute si el general MacArthur solicitó tener la opción de emplearlas en la guerra contra el Ejército chino, lo que la Casa Blanca no estaba dispuesta a aceptar, aunque en una entrevista publicada después de su muerte el militar que fue destituido por Truman sí reveló que tenía un plan para derrotar a China que pasaba por el lanzamiento de bombas nucleares, y no en un número pequeño.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, se apresuró a indicar que los norteamericanos «podían dormir tranquilos». La Administración de Trump no ha adoptado una política específica para responder a los últimos avances militares del régimen de Kim Jong-un al existir diferentes puntos de vista entre los altos cargos y consejeros de la Casa Blanca. Eso no es ninguna novedad.

Según el NYT, las palabras de Trump fueron improvisadas. No estaban preparadas en un documento dispuesto para su lectura por el presidente. El papel que tenía delante tenía que ver con el tema de la reunión. Después, Trump procedió a dar algo de contexto a sus amenazas a través de su canal habitual.

En el primer tuit ya coló una falsedad. Existe un plan de modernización del arsenal nuclear norteamericano –por un valor de decenas de miles de millones de dólares aún no presupuestados y con un plan de ejecución de 30 años– que procede de la presidencia de Obama y que no ha sido aprobado por completo. Por eso, no es ahora «más fuerte y poderoso» que antes, como dice.

Cualquier cosa es posible con esta Casa Blanca. Hace unos días, uno de los consejeros de Trump, el ultraconservador Sebastian Gorka, respondió así a la pregunta de qué instrumentos tenía EEUU para presionar a China y obligarla a que meta en vereda a Kim.

«Tenemos el Twitter del presidente, el hombre más poderoso del mundo», dijo Gorka, que argumentó que China está en condiciones de controlar a Corea del Norte, lo que no es cierto, según la mayoría de los expertos en la región.

El Twitter como arma definitiva contra el arsenal norcoreano y el poder de China. Eso sí que es reescribir ‘El arte de la guerra’.

Ya hay una reacción de la agencia oficial norcoreana a las palabras de Trump. Afirma que no es posible la negociación con alguien que carece de sentido racional y que la única respuesta posible es la fuerza. En 2013, escribí que EEUU y Corea del Norte no están condenados a la guerra. Con Trump y Kim compitiendo en amenazas y arrogancia, ese es un análisis que conviene revisar, por mucho que el nivel de DEFCON sea ahora muy bajo. Y ya sabemos quién tiene el acceso exclusivo a los códigos nucleares en la Casa Blanca.

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Los ciudadanos españoles como figurantes de un parque temático turístico

La polémica sobre el turismo en España se ha convertido en un excelente test de Rorschach sobre el interés que despierta el problema de la vivienda en partidos políticos y medios de comunicación. Y quien dice vivienda, dice también por extensión la sostenibilidad de la vida en las ciudades, eso que se suele denominar calidad de vida.

La constatación de la invasión de los pisos turísticos en varias ciudades de España llevaba tiempo apareciendo en algunos medios como el típico problema en el que sólo unos pocos se habían percatado hasta ahora y que comenzaba a tener dimensiones preocupantes. Se enfrentaba al silencio oficial de la mayoría de las instituciones que cuentan con competencias, porque en España las comunidades autónomas se dividen en dos en relación al turismo: las que quieren promocionarse como destino turístico y recibir más turistas, y las que ya reciben muchísimos y no creen que pueda haber un límite: quieren más.

De vez en cuando, se escuchan voces que piden buscar un turista con más poder adquisitivo, pero lo hacen con la boca pequeña y para aparentar. Ante la duda, más turistas, no importa cómo, de dónde y a qué precio.

Continúa en Zona Crítica.

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Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto

Cómo no hacer una adaptación en el cine: el caso de ‘Ghost in the Shell’.

–Todo está coreografiado en las escenas de violación en el cine.
El tono de Shepard en las películas de Christopher Nolan.
Woody Harrelson con orejas postizas para hacer de Lyndon Johnson.
–Batalles navales en ‘Juego de tronos’ (spoilers).
–El ántrax que está matando a los chimpancés de Costa de Marfil.
–Qué es lo que no hay que hacer en una catástrofe.
–Una misteriosa estación de radio rusa y su origen en la guerra fría.
–Persiguiendo tormentas.
–Buscando al oso polar en el Ártico.
–¿Puede un pulpo cazar en tierra?
Curiosity, cinco años trabajando duro en Marte.

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¿Quién necesita cobertura sanitaria cuando tienes a Jesús contigo?

La Casa Blanca y el Partido Republicano han fracasado en su intento de acabar con la reforma de Obama que había permitido a decenas de millones de personas contar con cobertura sanitaria por primera vez. Es casi seguro que volverán a intentarlo. Por otro lado, ¿quién necesita tratamiento médico cuando tienes a Jesús contigo?

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Tensiones entre Moscú y Damasco sobre las prioridades en la guerra siria

Los planes rusos sobre la guerra en Siria se han encontrado con un inesperado obstáculo: el Gobierno de Asad. Ante una situación militar que le es favorable, Damasco pretende continuar a la ofensiva y lanzarse cuando las circunstancias lo permitan contra la provincia de Idlib, en el norte del país, la única que controlan por completo sus enemigos. Ese paso final deberá esperar a que concluya el avance sobre Deir Ezzor, localidad cercada por el ISIS, pero no sería incompatible con el inicio de los bombardeos sobre Idlib.

Rusia tiene otras prioridades que no pasan por asegurar una victoria militar completa para las fuerzas de Asad, según Bloomberg, que cita a miembros de think tanks que asesoran al Kremlin. Las relaciones entre Moscú y Damasco son tensas, explica Andrei Kortunov: «Rusia no está dispuesta a permitir a Asad continuar la guerra hasta la victoria». Y no está nada contenta con la sospecha de que el Gobierno sirio bloquea las conversaciones políticas a la espera de que sus victorias militares las conviertan en obsoletas.

La presencia estratégica rusa en Siria va más allá de los intereses personales de Asad y su familia. Moscú explora otras opciones, aún no muy claras, que permitan con el apoyo de EEUU detener la guerra en algunas zonas del país para luego pasar a negociaciones políticas de más entidad. Es decir, congelar la guerra a la espera de pasar a algún tipo de coexistencia entre algunos de los contendientes.

Una gran ofensiva sobre Idlib no es posible sin la intervención directa de los aviones rusos, dice en el artículo de Bloomberg Elena Suponina, de otro think tank que colabora con el Gobierno de Moscú. «El liderazgo sirio se ha equivocado si cree que Rusia les dará la ayuda necesaria para tomar Idlib, como ocurrió con Alepo. Moscú ha optado ahora por contener a los radicales de Damasco, porque la prioridad ahora no es capturar Idlib».

Los últimos acontecimientos de Idlib pueden serle útiles a Asad si necesita convencer a los rusos. Esa ciudad y la provincia del mismo nombre fueron capturadas por una coalición de grupos insurgentes dirigida por el Frente Al Nusra, vinculado a Al Qaeda (desde entonces se ha desligado formalmente de ella, pero sus ideas son las mismas). El segundo grupo de esa coalición era Ahrar al-Sham. Lo que ha ocurrido recientemente es el que el nuevo Al Nusra –ahora llamado Hay’et Tahrir al-Sham (HTS)– se ha hecho con el control de la mayor parte de Idlib, hasta el punto de que algunas informaciones apuntan que Ahrar al-Sham ha dejado de existir como grupo. Lo que parece seguro es que los enfrentamientos ocurridos se dilucidaron muy rápidamente en favor de HTS y que sus antiguos aliados aceptaron abandonar las zonas que controlaban.

No sería la primera vez en la guerra siria en que un grupo insurgente que había sido poderoso antes por la ayuda exterior que recibía termina siendo absorbido por otro o pierde a la mayor parte de sus combatientes y armamento al enfrentarse a un enemigo mayor.

Una provincia de Idlib totalmente controlada por los yihadistas del antiguo Al Nusra sería un argumento de peso con el que Damasco intentaría convencer a Rusia de continuar la guerra hasta el final.

El problema para Moscú es más político que militar. Desde hace tiempo quiere dar a entender que la prioridad es poner fin a la guerra o embarcarse en la búsqueda de una solución política en la que pretende contar con la colaboración de la Administración de Trump (una respuesta norteamericana reciente ha sido el anuncio de la orden de Trump de poner fin a la ayuda directa de la CIA a los insurgentes). Una ofensiva general sobre Idlib parecida a la que hubo sobre Alepo desmentiría esa realidad y pondría en las pantallas más imágenes de aviones rusos y sirios destruyendo una ciudad con impunidad desde el aire. En estos momentos, Rusia quiere contar con otras opciones sobre la mesa.

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El reportaje de BBC sobre Yemen que los saudíes intentaron impedir

Un equipo de BBC con la reportera Orla Guerin al frente se disponía a volar a Yemen desde Yibuti aprovechando un vuelo fletado por la ONU. Los saudíes, que controlan el espacio aéreo de Yemen, prohibieron el despegue del avión si llevaba consigo a los periodistas con el socorrido argumento de que no podían garantizar la seguridad de los periodistas. Nadie se lo había pedido.

Lo que no querían es que los periodistas documentaran la situación que vive el país a causa de la guerra, incluida la epidemia de cólera. El equipo de Guerin pudo llegar al puerto de Adén tras un viaje en barco de 13 horas. Este fue el resultado de su trabajo.


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El director de Comunicación de la Casa Blanca tiene a bien comunicarnos que no intenta chuparse su p****

Siempre es más fácil cuando las noticias llegan a tu teléfono y no hay que salir corriendo detrás de ellas. Es lo que ha pasado a Ryan Lizza, de The New Yorker, que recibió el miércoles por la noche una llamada del nuevo director de Comunicación de la Casa Blanca. Anthony Scaramucci es obviamente un nombramiento personal de Donald Trump, llevado a cabo contra los deseos de su jefe de Gabinete, Reince Priebus, y de Sean Spicer, que dimitió como secretario de Prensa tras saber que tenía un nuevo jefe.

La comunicación telefónica se originó por un tuit de Lizza –qué raro que todo comience en ese Gobierno con algo relacionado con Twitter– que contaba que Trump y Scaramucci habían cenado en la Casa Blanca con el presentador de Fox News Sean Hannity y Bill Shine, exdirectivo de la cadena. No son exactamente los papeles del Pentágono como exclusiva periodística ni una noticia que ponga los pelos de punta. Hannity es el principal portavoz televisivo de Trump en Fox News y Scaramucci ha colaborado con la cadena en los últimos años.

Pero Scaramucci estaba indignado con esa filtración hasta el extremo de exigir al periodista que le diera el nombre de la fuente, lo que no consiguió (Lizza casi se reía ante la idea de que apelando a su patriotismo fuera a darle esa información). A partir de ahí, el financiero que cree que será el salvador de la imagen del presidente se embarcó en una sucesión de ataques a Reince Priebus, amenazó con despedir a todo el personal de comunicación y se refirió al otro peso pesado de la Casa Blanca, Steve Bannon en términos cómicamente irrespetuosos con un lenguaje procaz.

«Reince es un jodido esquizofrénico paranoide, un paranoico», dijo Scaramucci sobre el jefe de Gabinete. No está mal lo de acusar al principal asesor del presidente, el hombre que debe ordenar y marcar prioridades en la agenda política del presidente, de tener una grave enfermedad mental. Para cerrar el círculo, le acusó de ser responsable de las filtraciones a los medios, al menos en el caso de la noticia de la cena, y dio por hecho que dimitirá pronto.

La frase sobre Bannon es épica y con ella quería negar que estuviera intentando promocionarse dentro de la Casa Blanca: «Yo no soy Steve Bannon. No intento chuparme mi propia polla. No intento construir mi propia marca a partir de la jodida fortaleza del presidente. Estoy aquí para servir al país».

Más allá de las dudas sobre la capacidad anatómica de Bannon para llegar tan lejos en dirección sur, y de que la frase nos recuerda lo que decía el señor Lobo en ‘Pulp Fiction’ –»no empecemos tan pronto a chuparnos las pollas»–, es evidente que el ego de Scaramucci le da para eso y mucho más. Y no es tonto. Sabe que Trump vive obsesionado por las filtraciones y pretende presentarse como el único que comprende al presidente y que está preparado para hacer lo que sea necesario con tal de ponerles fin, incluso reclutando al FBI y al Departamento de Justicia en la cruzada. Con muy poca base legal, por otro lado.

Todo es un show. Todos los gobiernos norteamericanos tienen filtraciones que alimentan a los medios de comunicación, también de aquello que la Casa Blanca preferiría mantener oculto. Pero incluso si ningún alto cargo o funcionario de la Casa Blanca hablara con periodistas, el problema seguiría existiendo porque el jefe de Gabinete y su equipo deben estar en permanentemente contacto con el Congreso para que progresen las prioridades del presidente, y los periodistas tienen en los congresistas y sus asesores otra fuente de información sobre lo que quiere hacer la Casa Blanca y sus problemas internos.

La salida de tono de Scaramucci confirma sus pésimas relaciones con Priebus –este impidió durante muchos meses que el director de Comunicación recibiera el cargo que le habían prometido en el Gobierno– y que el funcionamiento interno de la Casa Blanca es imprevisible, errático y poco profesional, nada que nos deba sorprender teniendo en cuenta el tamaño del ego y la escasa experiencia política de Trump.

Como en una Corte donde todos desconfían de todos e intentan ganarse el favor del caprichoso monarca, la Casa Blanca es también un sitio donde vuelan los puñales y todo funciona a golpe de tuits y amenazas. Scaramucci pretende demostrar que nadie es más trumpiano que él para así estar en condiciones de susurrar al oído del rey loco a quién hay que subir al cadalso. No es muy difícil convencer a Trump de que se levante enajenado, señale a alguien y grite: «¡Que le corten la cabeza!». Mientras en una esquina quizá Bannon esté chupando eso que están pensando.

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Un tanque contra terroristas suicidas

Un coche cargado de explosivos se dirige hacia un grupo de vehículos militares y civiles en el norte del Sinaí. No se sabe por qué no estalla en ese momento. Un tanque pasa por encima de él y da tiempo a alejarse las personas que están en los coches. El tanque maniobra para volver atrás. Lo más probable es que los ocupantes del vehículo estén muertos, pero unos segundos después salta por los aires.

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Made in America: no en las empresas de Trump

Donald Trump fue el anfitrión en la Casa Blanca de una recepción con motivo de la semana dedicada a los productos hechos en EEUU. Había hasta escobas, palos de golf y bates de béisbol. «Made in America, it’s the best», dice orgulloso en el vídeo.

Como empresario de larga trayectoria, esa idea siempre le ha influido a la hora de tomar decisiones. No en el sentido que estamos pensando. En la campaña electoral, recordaron a Trump que las corbatas que vende con su nombre están hechas en China. Si fueran sólo las corbatas…

¿Qué hay de las chaquetas, gemelos y gafas de la marca Donald J. Trump? Todas hechas en China. ¿Las camisas Donald J. Trump que no son muy caras? Hechas en Bangladesh. ¿Las camisas Trump más caras? «Importadas». La marca Trump también tiene un lado femenino, la marca Ivanka Trump. ¿Y de dónde son los vestidos, bolsos, zapatos y otros accesorios que reflejan el gusto de la hija de Trump? De los 838 productos de Ivanka que se anuncian en su web, ninguno está hecho por completo en EEUU. 628 son importados y 354 son hechos específicamente en China.

Lo decía el año pasado Robert Lawrence, profesor en Harvard.

También el año pasado el Washington Post hizo un recuento del origen de muchos de los productos de la marca Trump: China, Holanda, México, India, Eslovenia, Honduras, Alemania, Bangladesh, Indonesia, Vietnam y Corea del Sur.

¿Los hoteles de Trump? Buena parte de sus instalaciones cuentan con equipamiento fabricado fuera de EEUU.

La propaganda de Trump siempre ha tenido un límite: la cuenta de resultados de sus empresas.

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Las ideas de Keynes

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