Trump confirma en su primera rueda de prensa que hay que temerse lo peor

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Los medios de comunicación llevaban desde hace tiempo apuntando que Donald Trump no había dado una conferencia de prensa desde julio. La reclamación era aún más pertinente desde su victoria electoral de noviembre. Más allá de las dudas razonables sobre si ese mito periodístico –la rueda de prensa de toda la vida– sirve de algo para conseguir que los políticos cuenten lo que en realidad no quieren contar, es obvio que resultaba como mínimo llamativo que el presidente electo no quisiera explicar lo que hará a partir del 20 de enero. Es de suponer que sus votantes estarán interesados en saberlo.

Trump concedió este miércoles su primera rueda de prensa como presidente electo a una semana de tomar posesión. Los periodistas descubrieron lo que ya deberían saber. Trump sigue siendo Trump. Ni ha cambiado las ideas que le dieron la victoria en las urnas, ni siente ningún respeto por las instituciones, usos y costumbres de la política norteamericanas y tampoco va a desligar por completo su imperio empresarial de sus nuevas responsabilidades. Lo tomas o lo dejas.

¿Hackers rusos?

«As far as hacking, I think it was Russia». Ahí dio una noticia. Nunca antes había concedido credibilidad a las acusaciones del Gobierno de Obama, los servicios de inteligencia y la mayoría de los medios de comunicación sobre la responsabilidad rusa en el ataque informático al Partido Demócrata y la campaña de Clinton. Es cierto que poco después dijo que «podrían haber sido otros».

Esa es una constante en las intervenciones públicas del futuro presidente. Puede decir una cosa y unos minutos después, la contraria. Puede desmentir sin pestañear algo que dijo días, meses o años después, incluso cuando hay grabaciones que lo demuestran. Siempre le queda el recurso de sostener que los medios de comunicación manipulan sus declaraciones. Lo cierto es que la mayoría de sus votantes le creen a él, no a los medios. Eso le da licencia para mentir, un activo que suele ser peligroso en manos de políticos.

Putin y yo

«If Putin likes Donald Trump, guess what, folks: That is called an asset, not a liability». Es preocupante que un político se refiera a sí mismo en tercera persona, pero no vamos a hacer un mundo de eso. No es el primero. El autor del libro autobiográfico ‘The Art of the Deal’ sigue empeñado en creer que las relaciones internacionales no son muy diferentes a la compleja negociación de un proyecto inmobiliario. Una vez, llegó a decir que la histórica rivalidad entre turcos y kurdos se podía solucionar sin problemas hablando. Con él dirigiendo las negociaciones, claro.

Es alentador que un político no crea que las disputas políticas internacionales sólo pueden resolverse a cañonazos, pero su optimismo está muy alejado de la realidad. Cree que las buenas relaciones personales pueden hacer que países importantes lleguen a acuerdos sobre conflictos difíciles. Hay algo de razón de eso. No en el sentido en que él lo explica.

Ese es un error que también cometió George Bush en su relación con Putin. «Miré al hombre a los ojos. Vi que hablaba con claridad y que se podía confiar en él. Tuvimos una buena conversación. Pude captar lo que hay en su interior («to get a sense of his soul»), un hombre profundamente comprometido con su país y con los intereses de su país», dijo en 2001.

Los países defienden intereses nacionales que a veces entran en disputa con los de otros estados. Trump no va a negociar con Putin la construcción de un casino en Moscú que pueda beneficiar a ambas partes. EEUU debería tener como prioridad tener las mejores relaciones posibles con Rusia, pero también depende de sus relaciones con otros países en Europa y Oriente Medio, que pueden tener conflictos pendientes con Moscú. No puedes satisfacer a todos.

Esa habitación de un hotel ruso

«I’m also very much of a germophobe, believe me». Trump no resistió la tentación de hacer un chiste –malo, pero divertido– sobre el informe anónimo que cuenta la historia de su estancia en un hotel de Moscú donde se dice que pagó a prostitutas para que mearan en una cama en la que Obama supuestamente había pasado la noche tiempo atrás. Como es una especie de Howard Hughes, no iba a permitir tal guarrería alguien al que no le suele gustar dar la mano a extraños.

Por lo demás, Trump hizo bien en no entrar en más detalles. Se trata de un informe que no incluye ninguna prueba que confirme su contenido y cuyo autor es desconocido. Ningún político cometería el error de darle credibilidad o bajar a discutir hechos concretos. Salvo si es Trump y quiere hacer una gracia.

La familia

Cada día está más claro que no es un político el que ha ganado las elecciones norteamericanas, sino una empresa familiar. Uno de sus principales consejeros será su hija. Otro, el marido de su hija. Sus otros dos hijos se ocuparán de la empresa. ¿Conflicto de intereses? En absoluto.

Las leyes norteamericanas establecen límites muy estrictos para  altos cargos y funcionarios sobre su implicación en compañías privadas, pero es cierto que no dicen nada concreto sobre el presidente. Obviamente, la costumbre durante décadas ha sido que los presidentes no podían tener intereses privados porque sólo sirven a los ciudadanos. Eso no quiere decir que se cumpliera a rajatabla, al menos, por lo que se sabe ahora, en el caso de Lyndon Johnson.

Trump ni siquiera se molestará por guardar las apariencias. Entrega los mandos de la empresa a sus hijos y se supone que debemos confiar en que no seguirá dirigiéndola ni aconsejando a sus nuevos responsables sobre futuros negocios. Los únicos vetados serán los del extranjero, pero los existentes fuera de EEUU continuarán.

«No se puede esperar que el presidente electo Trump destruya la compañía que fundó», dijo en la rueda de prensa una de sus abogadas, refiriéndose a una venta apresurada y en malas condiciones de todos esos activos. Pero debemos creer que si la empresa va mal, él se quedará tranquilamente en el Despacho Oval viendo cómo se viene abajo y preguntándose por qué sus hijos no son tan listos como él.

Trump insiste en que su empresa tiene un «muy bajo nivel de deudas» con los bancos, algo que es falso y manifiestamente imposible en los grandes proyectos inmobiliarios en que está metida. Sus compañías tienen pendientes de devolver créditos por valor de 650 millones de dólares, según el NYT. El periódico explicó que un edificio de oficinas en la Avenida de las Américas en Manhattan, del que Trump es copropietario, soporta un crédito de 950 millones. Uno de los bancos que lo concedió es el Bank of China. Otro, Goldman Sachs. Son instituciones que evidentemente se verán influidas por las decisiones que tome Trump, como presidente de EEUU.

Centenares de millones en créditos de las empresas de Trump y de sus inversiones inmobiliarias, algunos de ellos avalados por Trump y su patrimonio, han sido convertidos en bonos y vendidos a inversores en los últimos cinco años, según el WSJ. Esas inversiones estaban al final respaldadas por el imperio de Trump y la experiencia de su fundador.

Trump nos quiere hacer creer que eso no supone ningún conflicto de intereses. Que no hará nada por favorecer a la dinastía familiar que mantiene el control de sus activos. En este campo, EEUU se pone al mismo nivel que por ejemplo Ucrania, donde su presidente prometió desligarse de sus multimillonarios activos empresariales sin que lo haya hecho de forma creíble. O de todos aquellos países del Tercer Mundo, donde los hijos del presidente hacen rentables negocios gracias a su parentesco.

Junto al atril de la rueda de prensa, había decenas de carpetas sobre una mesa donde estaban los acuerdos firmados para entregar el control de las empresas a los hijos de Trump. No es extraño que los periodistas no tuvieran la oportunidad de examinarlos. Estaban ahí para la foto.

Trump vs. los periodistas

En la rueda de prensa, Trump se negó a dar la palabra a un periodista de CNN (CNN dio la primera noticia sobre el informe que cuenta que los rusos tienen pruebas que pueden utilizar contra Trump, pero no el contenido del informe; fue BuzzFeed quien lo difundió poco después). «You are fake news», le dijo.

El incidente fue la típica represalia que se repetirá en muchas ocasiones, y en situaciones mucho más graves que una rueda de prensa. No es la primera vez que Trump anuncia que los medios que le ataquen (él lo llama publicar noticias falsas, aunque no lo sean) pagarán las consecuencias.

Como empresario, se encargaba de amenazar con demandas y presentarlas en muchos casos, lo que no impresionaba mucho a los grandes medios de comunicación. No es una exageración decir que ahora como presidente tendrá mucho más poder.

Esto es lo que dijo después el presentador de Fox News, Shepard Smith, en una respuesta poco frecuente de una de las principales caras de la cadena conservadora a un presidente republicano que acaba de ser elegido.

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Reverte y la ignorancia cipotuda

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A estas alturas, parece un poco previsible rectificar a Arturo Pérez-Reverte (ya lo hice una vez ante un prodigioso ejemplo de ignorancia, y con eso ya debía de ser suficiente). Pero tampoco sería muy inteligente dejar pasar la contaminación de ideas propias del discurso tradicional de la extrema derecha europea, ¿no?

Pregunta. Por sus artículos, lo que ve más negro es la amenaza del terrorismo islámico.

Respuesta: Es que van a ganar. Los derrotarán en Irak o en Siria pero van a triunfar, porque son jóvenes, tienen hambre, un rencor histórico acumulado y absolutamente comprensible, cuentas que ajustar, desesperación, cojones, fuerza demográfica… Occidente y Europa en cambio son viejos, cobardes, caducos y no se atreven a defenderse. Cuando hay lobos y hay ovejas no hay duda de quién va a ganar. Estamos teniendo el resultado de nuestra pasividad, de nuestro confort, de nuestra demagogia. Ellos no tienen esos obstáculos. Como dijo uno de los imanes, «usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia». Está perfectamente definido. Europa es vieja e indefensa.

Los yihadistas tienen cojones; nosotros, no. Los yihadistas no tienen escrúpulos para matar a civiles; nosotros, no. Los yihadistas atacan; nosotros no nos atrevemos ni a defendernos. Los yihadistas usan nuestra democracia para destruirla. Aparentemente, nosotros la protegemos y eso es una muestra de «nuestra pasividad, de nuestro confort, de nuestra demagogia».

En el universo medieval de Reverte, los yihadistas saben que todo consiste en matar, matar y matar. Y nosotros no matamos lo suficiente.

Como se trata de un escritor de inmenso éxito, los medios le entrevistan con frecuencia, lo que es enteramente lógico, pero reflejan sin pestañear sus ideas políticas sin reparar en que se trata del mismo mensaje que en Francia extiende el Frente Nacional de Le Pen y otros políticos menos ultras en momentos en que atentados terroristas masivos ponen a prueba nuestras convicciones democráticas. Pero Reverte no aparece reflejado en los medios como el Le Pen de las letras españolas, sino «el Mick Jagger de nuestra literatura».

O el Sarkozy de la literatura cipotuda, por seguir con las definiciones frívolas. Ya dijo el expresidente francés que debíamos afrontar una «guerra total». Manuel Valls también dijo que estamos ante una «guerra mundial».

Si hay que fijarse en la respuesta occidental de los últimos años, ejemplo de pasividad e indefensión para el escritor, mejor recupero lo que escribí hace algo más un año: «Desde 2001, los países occidentales han invadido Afganistán e Irak. Han lanzando sus drones sobre Pakistán, Yemen y Somalia en una campaña permanente que nunca tendrá fin. Han impuesto en Libia una zona de exclusión aérea que propició el derrocamiento de Gadafi. Han tolerado la invasión saudí de Yemen. Han reconstruido ejércitos como el iraquí que se han revelado como una banda mediocre y corrompida. Han anunciado que el régimen sirio debía desaparecer, ayudado a algunos grupos insurgentes y tolerado que saudíes y turcos armen a los más peligrosos de los enemigos de Asad. Han lanzado una campaña de bombardeos contra ISIS que lleva ya 8.125 ataques aéreos hasta el 12 de noviembre (con un coste de 5.000 millones de dólares, una media de 11 millones diarios), a la que ahora se ha sumado Rusia».

A esa descripción hecha a finales de 2015 le falta lo ocurrido en 2016, la continuación de esas operaciones militares en todos esos países, y en el caso de Yemen habría que añadir la cuantiosa ayuda militar proporcionada a Arabia Saudí para destruir el país. Por dejarlo en cifras, que lógicamente se quedan cortas al tratarse de una estimación, este es el número de bombas lanzadas por EEUU en el año que acaba de terminar.

Como especifica después el autor en otros tuits, estos números no incluyen los ataques de Arabia Saudí sobre Yemen ni los de Rusia en Siria, como tampoco los de Francia y Reino Unido contra ISIS en Irak o Siria.

Pues eso,  nos faltan cojones. Bombas tenemos muchas, pero de cojones estamos escasos.

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Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto

A veces ocurren cosas geniales después del The End de las películas. Puede suceder que hasta la película continúe, como en ‘Wall-E’.

‘Hijos de los hombres’ fracasó en taquilla, pero era una película fantástica.
–En las películas, también se bebe leche.
–Prolongar el tiempo con la cámara lenta.
Stoyboard en ‘El imperio contraataca’.
–Traedme la cabeza de Charlie Brown.
Martin Scorsese habla de Trump y de otras cosas.
–Parece que quieren hacer algo horrible con ‘Watchmen’.
–El hombre que se ocupa de todo después del accidente de un avión.
–La historia de un hombre sin memoria y sin pasado.
–Esperemos que no hayan muerto todos los extraterrestres.
–Qué debe tener una buena fotografía.
–Este no es el típico anuncio de coches.

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La CIA se toma la molestia de no contarnos nada

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Los servicios de inteligencia norteamericanos han difundido una versión resumida de su análisis de los intentos del Gobierno ruso de interferir en las elecciones de EEUU que dieron la victoria a Donald Trump. Por ser más precisos, la CIA, la NSA y el FBI ofrecen una versión desclasificada del informe que entregaron a la Casa Blanca y que ha fundamentado las acusaciones del Gobierno norteamericano conocidas en los últimos meses.

La primera conclusión que se puede sacar de la lectura de sus 25 páginas: es una forma de recomendar a la gente que siga los medios de comunicación, porque la mayor parte del análisis ha aparecido antes publicado. Un momento, ¿he dicho 25 páginas? Será contando portada, contraportada, páginas en blanco y anexos. El informe en términos estrictos sobre el tema que nos ocupa tiene cinco páginas y se compone de conclusiones sin ninguna prueba, ni conocida ni por conocer. Es muy posible que la versión secreta del informe incluya pruebas concretas. No está al alcance del ciudadano medio.

El informe ahora conocido establece que Putin decidió interferir en la campaña electoral para perjudicar a Hillary Clinton y favorecer la victoria de Trump. Sus intenciones fundamentales eran «socavar el orden democrático y liberal dirigido por EEUU», y denigrar a Clinton y perjudicarla en su carrera electoral. Dice que «desarrolló una clara preferencia por el presidente electo Trump».

En un párrafo posterior, se da un paso más para explicar que Putin aspiraba a hacer posible la victoria de Trump desacreditando a Clinton y comparándola en términos desfavorables con Trump. Un detalle importante: la CIA y el FBI están convencidos de que eso ocurrió así. La NSA, no tanto: «CIA and FBI have high confidence in this judgment; NSA has moderate confidence».

Una de las principales funciones de la NSA es interceptar comunicaciones. No parece que tenga pruebas por esa vía de lo ocurrido.

¿Cómo hizo todo eso Rusia? Los servicios de inteligencia realizaron «ciberoperaciones» contra objetivos relacionados con la campaña. Esa información se difundió a través de un supuesto hacker llamado Guccifer 2.0 y de la web DCLeaks.com y terminó llegando a manos de WikiLeaks. ¿Pruebas? Ninguna. Las referencias a Guccifer 2.0 y a sus posibles conexiones con Rusia han aparecido en muchos medios de comunicación. No es ninguna novedad.

Al menos, el informe precisa que esa infiltración no afectó en absoluto al recuento de los votos, una teoría de la conspiración sin base sostenida por algunos partidarios de Clinton y todos aquellos que han querido presentar la victoria de Trump como ilegítima o que hasta han definido a Trump como un «activo» del espionaje ruso.

Hay referencias a antecedentes de los tiempos de la URSS con un dato que no sé si es conocido: «En los años 70, el KGB reclutó a un activista del Partido Demócrata para que entregara información sobre la campaña del entonces candidato Jimmy Carter y sus planes de política exterior». En cualquier caso, supongo que no es un gran revelación saber ahora que el KGB se dedicaba al espionaje. Pero incluir detalles de la URSS, un país que no existe desde 1991, siempre atrae la atención de los norteamericanos si alguien les quiere meter miedo con la amenaza exterior.

Y ya está. Ahí se acaba todo. El informe cuenta con ocho páginas más dedicadas al aparato de propaganda del Kremlin. Una vez más, nada que sea desconocido. Se dedica un amplio espacio a RT, cuya función como medio gubernamental obviamente siempre ha sido la de defender los intereses del Gobierno ruso. Algunos de los ejemplos que da sólo sirven para ridiculizar a los autores del informe. ¿Necesitamos a la CIA, el FBI y la NSA para que nos cuente lo que ya sabemos? ¿Qué tipo de prueba supone que RT emitiera un documental sobre Occupy Wall Street en noviembre?

Como otro ejemplo de las intenciones de RT, se dice que emite programas «antifracking» («destacando los asuntos relacionados con el medio ambiente y el impacto en la salud pública»). Y lo hace, dicen, por la preocupación de Moscú por la competencia que supone el fracking en la producción propia de gas y petróleo. La conspiración, una vez más.

Cualquiera que haya visto algún programa de RT sobre EEUU habrá visto que no desaprovechan ninguna oportunidad de reflejar los problemas políticos y económicos de la sociedad norteamericana. Eso da lugar a algunos contenidos interesantes y de valor, y a otros de pura intención propagandística.

Ese no es el tema. La relación entre EEUU y Rusia no se encuentra en una situación crítica ni la victoria de Trump se ha producido porque Moscú haya utilizado los mismos métodos de EEUU: es decir, influir en los resultados electorales de otros países favoreciendo por medios políticos a unos candidatos sobre otros y difundir informativa negativa sobre los hostiles a los intereses de tu país. O si la cosa es más seria, empleando los mismos métodos que la NSA. Hackear las redes informáticas de un partido es un asunto muy distinto. Sobre eso no sabemos nada gracias a este informe.

Su difusión entra dentro del terreno de la propaganda, el mismo negocio al que se dedica RT con gran dedicación.

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Quedan tres días para la decapitación y no sé qué ponerme

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Un solo sketch sobre ISIS en un programa de humor de la BBC da para unos cuantos titulares. Bastante previsibles. ‘The Real Housewives of ISIS’ son escenas protagonizadas por las esposas de los miembros del ISIS, lo que equivale a unir situaciones de vida cotidiana con cosas horribles; lo que se viene a llamar humor negro.

«Me he casado seis veces. He enviudado cinco veces (suena una explosión). Seis veces».

«No deja de hablar de las 40 vírgenes. ¿Por qué no puede ser feliz conmigo?».

Aparece una de ellas vestida con un chaleco con explosivos. «¿Qué os parece? Ahmed me sorprendió con esto ayer». «Me encanta, estás maravillosa». «Vas a necesitar mucho Semtex para superar eso».

Inevitablemente, ha sido acusado de insensible, de mal gusto, de burlarse de las mujeres que son sometidas por los yihadistas (si bien la mayoría de ellas que viaja a Siria o Irak lo hace de forma voluntaria), de burlarse de las víctimas del ISIS, de trivializar la violencia fanática. lo de costumbre. También hubo gente que recordó que la televisión británica, incluida la BBC, tiene una larga de tradición satírica de mofarse de líderes políticos, propios y ajenos, o de los enemigos en tiempos de guerra. Y está un tal Charlie Chaplin y su película ‘El gran dictador’. O Ernst Lubitsch y ‘To Be or Not to Be’ («what he did to Shakespeare we are now doing to Poland»).

La página de Facebook del programa se llenó de comentarios en ambos sentidos. Hay uno que recuerda que en estos casos los responsables de la sátira siempre salen perdiendo por una razón u otra: «Si los cómicos no hacen chistes (sobre algo), les acusan de cobardía o de evitar asuntos delicados. Si hacen chistes, les acusan de tomarse a la ligera una situación grave. Nunca pueden ganar».

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Rusia descubre las ventajas de los grupos «moderados» de la insurgencia siria

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El Gobierno ruso ha descubierto de improviso a los «grupos moderados» de la insurgencia siria. Suele ocurrir cuando intentas negociar un alto el fuego con los enemigos de tu aliado. Si sólo aceptas a los grupos menos fanáticos en una guerra civil, terminas hablando sólo con los irrelevantes.

Así describía esos contactos el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, en una reunión con Putin, según la transcripción aparecida en la web de la presidencia rusa el 29 de diciembre.

«Señor presidente, actuando según sus instrucciones, el Ministerio de Defensa, con Turquía actuando de intermediario, negoció durante dos meses con los líderes de los grupos que forman la oposición moderada siria. Estos grupos controlan la mayor parte de las zonas central y norte de Siria que no están bajo el control del Gobierno de Damasco. Cuentan con más de 60.000 combatientes. Los jefes más influyentes de siete grupos de la oposición tomaron parte en las conversaciones».

Putin pregunta a su ministro a quién representan esos grupos. Shoigu le da el ejemplo de Ahrar al-Sham, que cuenta con «80 grupos en territorio sirio», además de tanques T-55 y T-72 y artillería. Putin le pregunta si estos grupos, con los que se ha firmado el acuerdo, son «el núcleo» de los enemigos de Asad, «las principales fuerzas de la oposición armada». Shoigu lo confirma.

La reunión se celebró para revisar el acuerdo promovido por Rusia para poner en marcha un alto el fuego en la guerra siria que entró en vigor en la medianoche del 30 de diciembre.

Definir a Ahrar al-Sham como un grupo «moderado» exige un esfuerzo de imaginación parecido al que los medios de comunicación norteamericanos realizan cuando tachan de moderados a grupos que escasamente cumplen esa definición o que han estado aliados con Al Qaeda (es decir, el Frente Al Nusra, ahora llamado Fateh al-Sham) en algunas operaciones militares. Ese es el caso de Ahrar al-Sham (al que en otro tiempo denominaba como «grupo terrorista»).

Ahrar al-Sham es un grupo salafista que tiene más que ver con Al Nusra que con las milicias que han recibido apoyo de EEUU. Ha recibido un gran apoyo financiero y militar de Turquía y Qatar en los últimos años. El dinero recibido es un factor básico, porque a la hora de lanzar grandes ofensivas ha estado en condiciones de pagar sueldos a combatientes de grupos más pequeños que se han unido a su causa. Y a pesar de esos cuantiosos fondos, nunca ha podido extenderse más allá de la zona norte y convertirse en un grupo auténticamente nacional.

Sobre su ‘moderación’, hay que recordar que se les ha llamado los «talibanes sirios» –enviaron un mensaje de condolencia a los dirigentes talibanes afganos por la muerte del mulá Omar– y su lenguaje de odio sectario dirigido contra chiíes, alauitas y cristianos.

Como otros grupos sirios, no es fácil asignarle una ideología coherente, porque si bien se le puede definir como salafista, también cuenta con dirigentes de corte islamista, es decir, conservadores dispuestos a llegar a pactos con otros grupos y a limitar su lucha a Siria. Intentar distinguir ambas etiquetas es crucial para entender a estos grupos, que en muchos casos son más una coalición fomentada desde los países que mantienen viva la guerra.

Ese es el otro factor que impide definirlos, el hecho de que muchos grupos insurgentes sirios dependen por completo de la ayuda exterior hasta el punto de que no es exagerado decir que reciben órdenes de fuera para emprender operaciones militares. Dicho de otra manera, son sus apoyos exteriores los que dan las órdenes de las decisiones más importantes en función de sus intereses.

Por eso, se da por hecho que fue Turquía quien vetó las negociaciones que mantuvieron en su momento Ahrar al-Sham y Al Nusra para unirse en una sola organización. Ankara temía que el grupo más fuerte, Al Nusra, fuera quien se hiciera con el control y la suma resultante dejara de defender los intereses turcos.

Eso no impidió que cuando los insurgentes se lanzaran a la conquista de la provincia de Idlib en el primer semestre de 2015 lo hicieran con una coalición de grupos en la que Al Nusra era el más fuerte y después aparecía Ahrar al-Sham. Esa fue una decisión que sí promovió Turquía con la intención de dar un golpe decisivo al régimen de Asad. También los saudíes aceptaron en ese momento ayudar a este grupo y a sus aliados.

Ahora el Gobierno ruso mira para otro lado, hace como si Al Nusra no existiera y concede a Ahrar al-Sham la condición de la fuerza decisiva en el norte, además de moderada. Y como tal aparece en el listado de grupos que firmaron el alto el fuego de finales de diciembre que figura en la web del Ministerio ruso de Defensa.

Para terminar de dejar claro lo difícil que es construir una solución política que pueda poner fin a la guerra, dirigentes de Ahrar al-Sham negaron al día siguiente del anuncio de la tregua haber firmado ningún compromiso por no estar de acuerdo con algunos de sus puntos.

El paso dado por Moscú es el precio a pagar para llegar a un pacto con Turquía, que acepta el protagonismo ruso conseguido en los últimos meses, pero que al mismo tiempo pretende proteger a los grupos que patrocina para un futuro que nadie sabe cuál puede ser.

Ahrar al-Sham es la baza (si supera sus constantes divisiones internas) con que cuentan algunos países para intentar reducir el poder de Al Nusra dentro de la insurgencia siria. Por mucho que Al Nusra haya supuestamente cortado sus lazos con Al Qaeda, ni rusos ni norteamericanos quieren tener nada que ver con ellos. Ahrar al-Sham es la alternativa para continuar la guerra –esta vez con un apoyo más decidido de EEUU– o para negociar algún tipo de salida política, como pretende Putin para poder declarar la victoria cuanto antes y reducir de forma sustancial la intervención militar rusa.

Unos tuits interesantes a cuenta de un programa de televisión en el que aparece uno de los portavoces habituales del FSA (siglas del Ejército Libre de Siria), el grupo insurgente que más ayuda ha recibido de EEUU. Es posible que esas opiniones procedan del resentimiento causado por la derrota. El FSA era al principio de la guerra el grupo insurgente que más partido podía sacar del apoyo de EEUU. Pero en la guerra no siempre tener más dinero te garantiza victorias en el campo de la batalla. Lo que es indudable es que una de las razones, no la única, que ha permitido a Asad no ser derrotado es la división de sus enemigos entre grupos que en muchas ocasiones han pasado más tiempo peleándose entre ellos.

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2016, según Charlie Brooker

Como es ya habitual en estas fechas, Charlie Brooker (Mr. Black Mirror) ofrece en la BBC el resumen del año que acaba de terminar. Obviamente, muy volcado a lo que ocurrió en Gran Bretaña y siempre dispuesto a resaltar el discurso absurdo de los políticos que compone el menú de los medios de comunicación.

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Otro ridículo del Washington Post a cuenta del peligro ruso

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Los rusos han hackeado una central eléctrica de Vermont poniendo en duda la seguridad del suministro de energía en EEUU, anuncia alarmado The Washington Post. El titular que vemos arriba no es el que aparecía el viernes. «Los rusos» habían «penetrado la red eléctrica de EEUU» a través de las instalaciones de Vermont. ¿Iba a Putin a dejar al país a oscuras? ¿Tenía razón el gobernador de Vermont cuando acusó al presidente ruso de hackear la red?

La realidad no daba para tanto titular ni para armar un guión para el cine. La central de Vermont había encontrado ‘malware’ encontrado en los sistemas hackeados en el Partido Demócrata en uno de sus ordenadores no conectado a su red. Cómo llegó el código a ese ordenador no se sabe. Lo que sí se conoce es que puede comprarse, lo que no permite realizar una acusación concreta, mucho menos con la intención de infiltrarse en la red eléctrica de EEUU.

Una vez más, The Washington Post pretender erigirse en campeón de la postverdad. En otras palabras, dar noticias falsas en su primera página.

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Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto

Los planos que nos ofrecieron el cine y la TV en 2016.

BRAAAM: el sonido que invade las películas de Hollywood.
25 grandes películas de 2016.
Carrie Fisher despedaza a George Lucas… cariñosamente (se supone).
–Las mejores entrevistas a Carrie Fisher.
–Sí, existe la versión turca de ‘Star Wars’.
Efectos especiales en el cine de los 90: no han envejecido bien.
–El cine sufre la epidemia de las películas ni buenas ni malas.
–Entrevistar a Jerry Lewis puede no ser una buena idea.
–La Gioconda está sobrevalorada.
–Quédese detrás de la línea amarilla.
–La seguridad mató al juego de química para niños.
–Tenemos una gran deuda con el error 404.
–Si no leyeron el apéndice de ‘1984’, se perdieron algo importante.

Y Bowie, Prince, Ali y otros.

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Un posible apunte de lo que está por venir en 2017

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Vamos, arriba ese ánimo. No puede ser peor que 1939. Creo. Supongo.

¡Feliz año!

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