JotDown publica una larga entrevista con el periodista Gregorio Morán sobre la Transición. Es una mina:
«El Rey no se distingue —y lo ha demostrado a lo largo de su carrera— por un talento político notable. En una sociedad normal —esto hay que decirlo así de claro— hubiera sido ya derrocado. Por todo tipo de motivos: irregularidades económicas, irregularidades personales, colaboración en el 23-F, etc, etc…
Ahora parece que los padres de la Transición fueron unos políticos acojonantes. Mire usted: los padres de la Transición eran absolutamente impresentables. Lo que pasa es que la cosa salió bien. Le pongo un ejemplo: Miguel Roca Junyent. Este señor consiguió arruinar prácticamente a todo el mundo que se implicó en la campaña política más derrochadora de la historia de España, que fue la de la Operación Reformista. Y todo para no conseguir salir elegido ni él. Solo sacaron un diputado en todo el país.
Los servicios secretos de Franco tenían dos obsesiones: el PCE y Gil Robles. Cualquier conexión democristiana era más peligrosa —para los servicios secretos— que los socialistas. Al PSOE no le hacían ni puto caso.
¿Sabía usted que los archivos del Movimiento Nacional se quemaron? Pues esta es una de esas cosas interesantes que poca gente sabe. Martín Villa ordenó en 1977 que se prendiera fuego a todos aquellos papeles. Con lo que, por ejemplo, toda la información sobre confidentes e infiltrados se la llevaron las llamas.
Carrillo le dijo a Suárez que no podía cambiar el nombre del partido, pero que si le legalizaba el PCE, podía aceptar la monarquía y la bandera y comprometerse a controlarle cualquier movilización o revuelta callejera. Fíjate si Carrillo cumplió lo pactado con Suárez que recuerdo un mitin del PCE en la plaza de toros de Las Ventas, durante los primeros años de la democracia, en que a unos chicos se les ocurrió sacar una bandera republicana. Pues llegó la seguridad del propio PCE y los forró a hostias.
Hombre, porque la Transición fue un negocio fabuloso. Lo que pasa ahora es que la empresa ha quebrado, pero entonces fue un gran negocio. La Transición es una operación que se realiza entre muy pocas personas. Y todos ganan.»
Hay más. Muchísimo más. Es sabido que a las entrevistas de JotDown hay que ir desayunado, comido y cenado. Y a veces conviene tomar un tentempié a mitad de camino.
Morán es autor de «Adolfo Suárez: Ambición y destino», libro de 2009 con el que actualizó su biografía anterior de Suárez. También ha escrito sobre el PCE, el País Vasco y Cataluña.
Conocí a Morán en 1992 o 1993 en Jerusalén. Llegó con la intención de escribir tres artículos para La Vanguardia, con la que ya colaboraba entonces con un artículo semanal, sobre Israel. Eugenio García Gascón y yo (más Eugenio que yo) le hicimos de guías en una parte de la visita. Aún recuerdo su cara de sorpresa cuando le contábamos algunas de las cosas que pasaban allí. Publicó dos y con el segundo se armó tal follón en Barcelona (su visión de Israel y del conflicto palestino no pareció ser del agrado del director o de la empresa) que no pudo publicar el tercero.
Creo recordar (espero no equivocarme) que estuvo algún tiempo sin escribir después de eso. Otros hubieran reaccionado saliendo ofendidos del periódico por tal censura. Afortunadamente, Morán y el diario hicieron las paces y continuó con sus artículos.
En cierto modo, Morán es uno de los perdedores de la Transición. Él no pilló un despacho, un sueldo vitalicio o una tertulia. A cambio de eso, escribe de lo que quiere. Y no conviene perdérselo.
Los dos artículos que no gustaron en can Godó:
http://hemeroteca-paginas.lavanguardia.com/LVE08/HEM/1992/09/12/LVG19920912-014.pdf
http://hemeroteca-paginas.lavanguardia.com/LVE08/HEM/1992/09/19/LVG19920919-022.pdf
Jo-do, no se puede decir que estuviera rendido a los encantos de Israel precisamente…
La entrevista está acojonante, igual que la revista. La verdad es que no la conocía, ha sido todo un descubrimiento. Gracias Iñigo.
Joder. Esos dos artículos son jodidamente kamikazes. No me extraña que los cortaran ipso facto.
Lo interesante sería conseguir el tercero, el censurado.