Ya no queda nada para la inauguración del hospital Isabel Zendal, ese que el número dos del PP dijo que en 50 años se llamará hospital Isabel Díaz Ayuso por decisión de los supervivientes de Madrid. Se avecina un frente tormentoso de noticias protagonizadas por la presidenta madrileña, que tiende a absorber tanto oxígeno mediático que casi deja sin respiración al propio Pablo Casado. Y lo mejor/peor está por venir. Tiene previsto visitar Catalunya en unos días para participar en la campaña del PP contra la nueva ley educativa.
Su objetivo ya no es sólo defender la gestión de la comunidad que preside, sino catapultarse como dirigente nacional del PP, sector auténtico. Si Casado sufre otro percance electoral y el PP tiene la tentación de mirar a Núñez Feijóo, ella estará en condiciones de presentarse como legítima representante de las esencias del partido. Será su cuarta presencia en Barcelona en menos de un año. Más que viajes, son una inversión.
La negociación de los presupuestos ha concedido a Díaz Ayuso otro proyectil para su arsenal. ERC ha conseguido que el Gobierno central ponga en marcha un grupo de trabajo de composición desconocida para estudiar el «dumping fiscal» de Madrid que perjudica a otras CCAA por su política de bajos impuestos a empresas y ciudadanos.
El acuerdo se conoció el martes y el miércoles por la mañana Antena 3 ya había invitado a Ayuso para que respondiera. No les decepcionó: «Seré la peor pesadilla de quien sea si empiezan a tocarle los bolsillos al contribuyente madrileño para pagarle la fiesta, la corruptela al independentismo». No permitirá que les toquen los bolsillos ni cosas menos reseñables en el horario matinal. Como en las películas de terror, Ayuso saldrá de un pantano, un armario o un callejón oscuro para provocar pesadillas en sus rivales. No habrá bala de plata que la detenga.
Después de superar el impacto de septiembre, cuando Madrid era la peor región de Europa, los datos de contagios han mejorado de forma sustancial desde entonces. Sus 110 casos por 100.000 habitantes en los últimos siete días son similares a los de Catalunya (113) y muy inferiores a los de Asturias (227), Euskadi (216) o Castilla y León (202). Su número de fallecidos registrados en la última semana también es bajo (37). Andalucía (215) y Castilla y León (165) no pueden decir lo mismo.
La presidenta de Madrid ya no tiene que hacer malabarismos verbales con la realidad, como cuando decía que los ingresos hospitalarios se estaban desplomando cuando seguían subiendo, aunque a menor ritmo que la semana anterior. Superar esa época ayuda a despejar la mente.
Ayuso puede cantar victoria, aunque nadie puede conocer la razón exacta de la evolución, al igual que ha ocurrido en otras CCAA o países. No será por los cierres de zonas básicas de salud que, a menos que abarcaran toda una ciudad, lo que no ocurría en la capital, permitían la entrada y salida de personas. En la de Guzmán el Bueno, en Madrid, llevan un mes así y no ha bajado la incidencia del coronavirus. Tampoco hay policía que controle nada. El cierre de la comunidad en los puentes, que no gustaba nada antes a Ayuso, habrá tenido algo que ver. En un gesto pragmático, se repetirá en el puente de diciembre.
El enigma reside en el hecho diferencial madrileño: el número de pruebas de antígenos. Los científicos dicen que dan un porcentaje alto de falsos negativos, pero han conseguido liberar de presión el proceso de las más fiables pruebas PCR, para cuyos resultados no hay que esperar casi una semana, como ocurría en septiembre. En la tercera semana de noviembre, Madrid hizo 104.853 test de antígenos. Las siguientes son Andalucía y Catalunya, que hicieron la mitad.
Por la misma razón que en septiembre los datos de Madrid ponían en evidencia al PP, que había elegido morir con Ayuso, la situación actual permite a su presidenta volver a hinchar el pecho. No será nada comparado con lo que sucederá el próximo martes con la puesta en escena parcial del nuevo hospital. De momento, funcionarán 240 camas del millar total de capacidad. Para el estreno, la Consejería de Sanidad necesita 669 profesionales sanitarios que aún no tiene, porque no se ha contratado a nadie para trabajar en el centro.
Se pidieron voluntarios de otros centros sanitarios y sólo se han presentado 111. El resto tendrá que venir de los contratos temporales prorrogados a personal eventual. No parece que los profesionales de la salud crean que la batalla principal contra la Covid se dará allí.
Ayuso nunca se queda corta vendiendo sus virtudes. «Es un hospital que aprendió de Ifema, de lo que llamaron el milagro de Ifema, donde sanaron más de 4.000 personas en muy poco tiempo», dijo en la entrevista. Quizá porque allí enviaban los enfermos menos graves y los casos más difíciles se quedaban en los hospitales de siempre. De lo contrario, habría que llamar al Vaticano para iniciar el proceso de beatificación de Ayuso, a la que le encanta emplear la palabra ‘milagro’ como si fuera un factor relevante en una pandemia.
No necesita muchas razones científicas para derretirse en amor hacia el nuevo hospital: «Incluso los propios enfermos de Covid, para que te hagas una idea, podrán pasear al aire libre», dijo con un tono de inmensa admiración. Lo nunca visto en hospitales. Si es así, esperemos que les den unos abrigos para que salgan fuera con el frío de diciembre. No estarán en la mejor situación para coger un catarro.