El ministro sirio de Exteriores no quería dejar de hablar y el secretario general de la ONU le avisaba de que llevaba 20 minutos cuando el tiempo máximo para la intervención inicial era de siete. El tema del diálogo era pertinente porque la conferencia internacional que se celebra en Montreux (Suiza) no es más que eso mismo, un intercambio de discursos.
Fue en mayo de 2013 cuando John Kerry y Sergei Lavrov decidieron que era necesario llevar a todos los bandos enfrentados en la guerra a una mesa de negociación. El retraso de ocho meses en poner en práctica ese deseo revela lo poco que controlan a los combatientes.
Los norteamericanos no tienen un interlocutor único que represente a la mayoría de los rebeldes, y muchos de estos grupos están fuera de la órbita norteamericana bien por su ideología o porque en realidad de quien reciben ayuda en términos significativos es de Arabia Saudí o Qatar.
Los rusos lo tienen más fácil con Damasco, pero hasta cierto punto. Pudieron convencer a Asad de que iniciara el proceso de destrucción de las armas químicas porque eso impedía una posible intervención militar norteamericana. Más allá de eso, ni querrán ni podrán poner en peligro la situación favorable sobre el terreno para el Gobierno.
Llamar a la cita de Montreux el comienzo de una negociación es como mínimo arriesgado. La presión de EEUU hizo que Ban retirara la invitación al Gobierno de Irán por no aceptar la exigencia de los países occidentales de una retirada de Asad. En sus discursos, Washington y Londres han insistido en esa idea, que obviamente no guarda muchos incentivos para el líder sirio.
El ministro de Siria, Walid Mualem, ha llamado a la oposición «traidores al pueblo sirio» y agentes al servicio de los enemigos externos del país. Ahmed Jarba, líder del grupo rebelde Coalición Nacional Siria ha denunciado que el régimen es el auténtico responsable de la presencia en el país de grupos pertenecientes o cercanos a Al Qaeda, como el Estado Islámico de Irak y Levante. Propaganda muy endeble en ambos casos que sólo sirve para negar legitimidad al enemigo.
Los rebeldes no aceptan un Gobierno de transición que incluya a Asad. Es lo mismo que ha dicho Kerry. Hace sólo unos días, el presidente sirio dijo que no descarta presentarse a un tercer mandato. Las posiciones no pueden estar más separadas. Si la cita de Montreux se hubiera celebrado hace uno o dos años, quizá habría tenido más posibilidades de éxito.
Sin embargo, lo que sí se puede esperar de la conferencia son medidas concretas que sirvan para aliviar algunas consecuencias de la guerra. Los dos ejemplos más citados son un intercambio de presos y una tregua en Alepo.
Resulta dramático que no se haya hecho nada sobre el primer punto desde el inicio de la guerra. No hay que esperar muchos gestos humanitarios en una guerra civil. Al menos, los intercambios frecuentes de presos son un incentivo para mantener vivos a muchos de ellos. Siempre tendrán un valor como baza negociadora.
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La conferencia se inició con el impacto de un informe difundido por tres juristas expertos en derecho internacional y que cifra en 11.000 el número de personas asesinadas en las prisiones de Asad. El trabajo cuenta con fotografías terribles que han aparecido en muchos medios.
Coincido con las sospechas expresadas por varias personas sobre el momento y el origen del informe. Hay numerosos ejemplos de crímenes de guerra cometidos por el Gobierno (como también de algunos grupos rebeldes), pero es difícil contar como referencia un estudio financiado por el Gobierno de Qatar, partidario decidido de varios grupos rebeldes, y cuya publicación se ha acelerado para que estuviera disponible antes de la conferencia de Montreux.
Como decía aquel: lo fácil que es engañar al personal y, lo tremendamente difícil es convencerlos de que les están engañando.
Ah, pero eso es que es al revés. Se engaña quien quiere ser engañado (o quien está predispuesto), por tanto des-engañarlos implica colisionar con las raíces profundas que los inducen al engaño, no con la manipulación superficial que se aprovecha de eso.
Y el desengañador que los desengañe, buen desengañador será.
A mi también me parece que esta Conferencia, no es más que un paripé que se montan las superpotencias para demostrar a la concurrencia que hacen algo para acabar con la guerra en Siria. Pero creo que en realidad a ninguno de los ponentes le interesa tal cosa, no solo al gobierno y la oposición sirias. Respecto a las imágenes de Qatar, al margen de que sean oportunistas (que lo son), son las mismas que se han venido publicando estos meses por diversos medios en Internet. De modo que a los «enteradillos» no nos pillan por sorpresa (pillarán a los que no se enteran o quieren enterar de nada). Decir que son falsas solo porque es Qatar quien las presenta oportunistamente, no es más que un prejuicio como otro cualquiera. Las que presentan muertos de hambre (literalmente), son los refugiados palestinos de Yarmouk, un campo de refugiados (yo más bien diría de concentración), asediado desde hace tiempo por el ejército sirio.
No saldrá absolutamente nada de esta reunión. Esa es mi opinión.
No es que no les interese, es que son conscientes que con la intransigencia de los del Golfo es imposible hacer nada. De todos modos, el régimen de Assad ya está negociando con una parte sustancial de la «oposición» y en mi opinión podría haber sorpresas por ahí. La «oposición» ya ha visto, al menos alguna de ella, lo que cabe esperar de sus «padrinos», y esto es como todo: puestos limitados, el que primero pilla sentado queda. Claro que hay gente que lo único que le interesa es vivir como Dios en el exilio.
Con lo cual a corto plazo la mayoría de los actores sirios se habrán realineado en torno al régimen y este efectuará unos cambios me imagino que bastante superficiales (a fin de cuentas, sólo se reclamaba más democracia, no cambiar el modelo social que funcionó bastante bien), en el sentido de dotar de más autonomía a algunas comunidades pero no veo cómo podrían dar más pasos en dirección a una reforma radical. Es imposible ahora mismo donde sólo hay dos alternativas: dejar el régimen o destruir el país. Y con todo, en amplias zonas continuará el conflicto, algo que Israel está usando para desestabilizar a todo el vecindario, que es su especialidad. De hecho, nunca han ocultado sus intenciones de anexionarse medio Líbano y poner el otro medio en manos de los fascistas locales, y la ocasión la pintan calva.
El sionismo siempre se ha ufanado de decir que los árabes son poco menos que subnormales y que prácticamente sólo saben tirar piedras (o cromlech enteros) contra su tejado. Bien, esto es falso, naturalmente, pero respecto a los países del Golfo y sus dirigencias actuales, mucho me temo que es certero e innegable. Y obviamente, será Israel el que se beneficie, porque soy incapaz de ver qué otro actor podría beneficiarse de semejante estupidez delirante. Ya me dirá alguien qué ha ganado por ejemplo Irán con el estado actual de Iraq y el enfrentamiento cada vez mayor con su comunidad chiíta. Han ganado la salida de EEUU, que es algo que iba a pasar en cualquier caso porque lo impone el propio declive de estos. O sea, un negocio cojonudo para todos.