Tres imágenes del viernes en esta lucha interminable contra el coronavirus. Pedro Sánchez visita la empresa Hersill en Móstoles, Madrid, donde se fabrican respiradores para los centros sanitarios. Es la primera vez que se le ve en público con mascarilla y guantes, aunque por otro lado no había salido de Moncloa hasta ahora. Siempre es discutible este tipo de desplazamientos en momentos de crisis. ¿Es sólo un ardid para que le hagan fotos fuera del despacho o la sala de reuniones y demostrar que está realmente implicado? También es cierto que estas visitas son útiles con el fin de animar a otras empresas a que participen en el esfuerzo colectivo.
Otra visita, la del rey al mando de operaciones donde los militares controlan su participación en las medidas originadas por el estado de alarma. También con mascarilla y guantes. Obviamente, se hicieron fotos. Es importante que el jefe del Estado, que es también el jefe de las Fuerzas Armadas, en sentido protocolario más que real, demuestre su apoyo a unos funcionarios públicos que no están precisamente entre los mejor pagados de la Administración.
La tercera imagen no es de una visita. Es un simple desplazamiento de unos pocos metros de Pablo Casado desde la mesa de su despacho hasta una ventana donde posó para que le hicieran una foto, junto a su número dos, Teodoro García Egea, en lo que él llama un minuto de silencio en homenaje a las víctimas del coronavirus. De paso, en un tuit vino a sugerir que el Gobierno es responsable de esta tragedia, porque «el Gobierno dice que va bien».
Con 932 muertos más contabilizados el viernes, es difícil escuchar a nadie sentirse muy animado. Además, a Casado le indigna que el Gobierno no haya declarado luto oficial. ¿Estarán pensando en eso las familias que han perdido a un padre, una madre, un hijo?
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