La decisión de Donald Trump de acabar con el acuerdo internacional con el Gobierno iraní sobre su programa nuclear tiene repercusiones que van más allá de la siempre dramática situación de Oriente Medio. Lo que está en juego es algo que va más lejos. Lo dijo Emmanuel Macron pocos minutos después del anuncio: «El régimen de no proliferación (nuclear) está en peligro».
Hay una forma sencilla de apreciarlo. Corea del Norte puso en marcha un programa de armas nucleares y otro de misiles balísticos capaces de albergar cabezas nucleares. Eso aumentó hasta niveles extremos la capacidad disuasoria del Estado norcoreano contra una hipotética agresión exterior.
Hoy, el régimen de Kim Jong-un recoge los réditos. Recibe al secretario de Estado de EEUU y prepara una cumbre con Trump. Cuenta con buenas cartas para negociar.
Irán estableció un programa de enriquecimiento de uranio con miles de centrifugadoras en funcionamiento que podría haberle servido para conseguir la materia prima necesaria para fabricar armas nucleares, lo que no hizo. Finalmente, aceptó ponerle fin y que su desmantelamiento fuera controlado por la OIEA a cambio del acuerdo internacional que le serviría para el levantamiento de sanciones.
Hoy, descubre que no haber violado ese pacto no impide que EEUU se desentienda de sus obligaciones y que se prepare para imponer sanciones aún más duras contra el Estado iraní. No tiene ni las armas nucleares ni los misiles con los que Kim se presenta para su primer contacto con Trump.
Amenazas destinadas a Europa
La segunda víctima de las sanciones que impondrá EEUU son las empresas y gobiernos europeos que se mantengan dentro de los límites del acuerdo que firmaron los segundos y continúen con sus relaciones comerciales con Irán. «Cualquier nación que ayude a Irán en su búsqueda de armas nucleares podrá también ser objeto de fuertes sanciones por Estados Unidos», dijo Trump en su discurso.
Hay que recordar que, a ojos de Trump, cualquiera que haga negocios con Irán está colaborando en ese programa militar, porque el Gobierno iraní utilizaría los fondos económicos obtenidos para conseguir armas nucleares (a las que por otra parte había renunciado con la firma del acuerdo).
Para que nadie lo olvide, el embajador de EEUU en Alemania lo dejó claro en Twitter: «Las empresas alemanas que hacen negocios en Irán deben reducir sus operaciones inmediatamente». Con la Administración de Trump, las órdenes también llegan a través de las redes sociales.
Franceses, británicos y alemanes pueden presumir de tener su propia política exterior. Será más difícil que sostengan eso en el futuro si se someten a la voluntad de Washington. El Gobierno alemán ya ha dicho que apoyará a sus empresas, pero al mismo tiempo les ha recordado los riesgos legales que afrontan (de los que por otro lado son muy conscientes). Traducción: nuestro apoyo tiene algunas limitaciones que ustedes comprenderán.
Al ser ya un patrón en las relaciones entre los presuntos aliados, The New York Times no tuvo más remedio que elegir este titular: «Europa, humillada otra vez por Trump, lucha por defender sus intereses».
Un regalo para los halcones iraníes
Varios diputados iraníes prendieron fuego a una réplica de la bandera de EEUU y una copia del acuerdo en el hemiciclo. Los ultraconservadores iraníes, enfrentados al presidente Rohaní, tienen ahora la cobertura perfecta para atacar un acuerdo que nunca les gustó.
Salen reforzados políticamente, porque Rohaní se ha quedado sin su principal argumento político: había que firmar el acuerdo para que el levantamiento de sanciones permitiera la recuperación económica de Irán.
Los halcones no podrán hacer nada relevante sin el permiso del líder religioso del país, el ayatolá Jamenei, que controla el Ejército y los servicios de inteligencia.
Tampoco confío en estos tres países de la UE. Si el gobierno quiere hacer un contrato, deben pedir una garantía, o todos harán lo mismo que los #EEUU lo hicieron. Si no hay una garantía definitiva, el #JCPOA no puede continuar. pic.twitter.com/sjLx1pLG1G
— Ayatolá Jamenei (@Khamenei_es) 9 de mayo de 2018
Los países europeos habían anunciado rápidamente que se reunirán con el Gobierno de Irán para explorar formas de mantener el acuerdo. Si aspiran a renegociarlo para calmar a Trump, no llegarán muy lejos, porque los iraníes no tienen ahora ningún incentivo para complacerles.
«Tampoco confío en estos tres países de la UE», dijo Jamenei el miércoles en un tuit en tres idiomas. «Si el gobierno quiere hacer un contrato, deben pedir una garantía, o todos harán lo mismo que los EEUU lo hicieron (sic). Si no hay una garantía definitiva, el JCPOA (iniciales del acuerdo nuclear) no puede continuar».
Jamenei está pidiendo algo que los europeos no le pueden conceder, porque no depende de ellos. Si Irán da por muerto el acuerdo y reanuda el enriquecimiento de uranio, tendrá el tiempo que quiera para hacerlo de forma que una represalia militar de EEUU no pueda ser definitiva.
Euforia en Israel
En ningún país se ha recibido la noticia con más alborozo que Israel. Trump ha adoptado la visión de Netanyahu sobre el acuerdo nuclear, la misma posición que hizo que Barack Obama dijera que las relaciones con el primer ministro israelí eran insoportables.
Las relaciones de Washington y Teherán son de total confrontación desde hace décadas, pero el acuerdo había abierto la posibilidad de un futuro diferente. Eso ha acabado ahora. En relación al acuerdo nuclear, se puede decir que Trump ha subcontratado a Netanyahu todo el asunto: prioridades estratégicas, razones para enfrentarse a Irán y justificación para poner fin al pacto.
Netanyahu ha reiterado en Moscú que Irán quiere llevar a cabo otro Holocausto. También acusó en 2002 a Sadam Hussein de desarrollar un programa de armas nucleares que podrían causar otro genocidio. Esa sombría predicción quedó un tanto desmentida por la realidad.
Asediado por investigaciones de corrupción que nunca antes le habían tocado tan cerca, Netanyahu debe moverse rápido. Sabe hacerlo. Por algo fue primer ministro por primera vez hace 22 años y ha dominado la política de su país de la última década. Un enemigo exterior es un recurso muy útil en estas situaciones, y no hay rival más peligroso que Irán para los israelíes. Los palestinos sólo tienen esa reputación en la propaganda difundida hacia el exterior.
Pocas horas después del anuncio de Trump, aviones israelíes atacaron una base militar en las afueras de Damasco. La guerra siria parece estar en sus últimos capítulos, y eso es un problema para Israel, porque le quita razones para seguir matando iraníes en el país vecino y destruir su infraestructura militar en esa guerra o impedir que pueda caer en manos de Hizbolá.
«Sin el JCPOA, EEUU podría quedarse con dos malas alternativas, un Irán con armas nucleares u otra guerra en Oriente Medio», dijo Obama en un comunicado de 900 palabras.
Al igual que en el caso de Irak en 2003, Netanyahu considera que los riesgos son mucho menores que las ventajas. Especialmente si las tropas las ponen otros.