Putin se ha convertido en un robaplanos. Su figura produce tal mezcla de fascinación y temor que por poco que haga se hace con los titulares. En la cena de la cumbre de líderes de Asia-Pacífico, que se celebraba al aire libre, el presidente ruso puso una manta que tenía en las rodillas sobre los hombros de la esposa del líder chino.
Lo curioso es que Peng Liyuan se la quitó pocos segundos después y se puso una chaqueta, presumiblemente la suya, que le pasó un asistente o traductor. Nada del otro mundo. Es una cena oficial. No queda muy bien cenar así si eres el anfitrión.
¿Eso es todo? No, porque los censores chinos nunca se relajan. Quizá por los titulares irónicos, los chistes o algunas observaciones algo machistas como las crónicas que comenzaban en plan ‘mientras Xi estaba distraído hablando con Obama…’, o por los comentarios aparecidos en las redes sociales chinas, los censores procedieron a borrar estos últimos o eliminar el vídeo que circulaba. Y eso que en las imágenes todo se ve desde muy lejos.