Nadie dijo que iba a ser fácil. Lo que no nos contaron es que a los partidos les iba a costar tanto afrontar la nueva realidad política española. A veces, uno tiene la tentación de que esta gente no lo pilla, que no se entera, que aún creen que están en 1985, 1995 o 2005. Luego, llegas a la conclusión de todo es condenadamente difícil. Y eso antes de empezar a hacer sumas con los escaños de cada partido.
En esta partida, hay unos que tienen buenas cartas, buenas pero no extraordinarias (el PSOE), pero que no se fían de su compañero de juego. Otros las tienen peores (el PP), pero creen que si montan un escándalo, pegan un puñetazo en la mesa y se levantan amenazando con largarse, les irá mejor. Y hay un tercero (Podemos) que ha decidido olvidarse de lo que tiene en la mano y se lanza a tirar órdagos a todo: la grande, la pequeña, pares, juego, lo que sea, y si los demás creen que no sé jugar a esto, que les den.
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