El Gobierno ruso ha descubierto de improviso a los «grupos moderados» de la insurgencia siria. Suele ocurrir cuando intentas negociar un alto el fuego con los enemigos de tu aliado. Si sólo aceptas a los grupos menos fanáticos en una guerra civil, terminas hablando sólo con los irrelevantes.
Así describía esos contactos el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, en una reunión con Putin, según la transcripción aparecida en la web de la presidencia rusa el 29 de diciembre.
«Señor presidente, actuando según sus instrucciones, el Ministerio de Defensa, con Turquía actuando de intermediario, negoció durante dos meses con los líderes de los grupos que forman la oposición moderada siria. Estos grupos controlan la mayor parte de las zonas central y norte de Siria que no están bajo el control del Gobierno de Damasco. Cuentan con más de 60.000 combatientes. Los jefes más influyentes de siete grupos de la oposición tomaron parte en las conversaciones».
Putin pregunta a su ministro a quién representan esos grupos. Shoigu le da el ejemplo de Ahrar al-Sham, que cuenta con «80 grupos en territorio sirio», además de tanques T-55 y T-72 y artillería. Putin le pregunta si estos grupos, con los que se ha firmado el acuerdo, son «el núcleo» de los enemigos de Asad, «las principales fuerzas de la oposición armada». Shoigu lo confirma.
La reunión se celebró para revisar el acuerdo promovido por Rusia para poner en marcha un alto el fuego en la guerra siria que entró en vigor en la medianoche del 30 de diciembre.
Definir a Ahrar al-Sham como un grupo «moderado» exige un esfuerzo de imaginación parecido al que los medios de comunicación norteamericanos realizan cuando tachan de moderados a grupos que escasamente cumplen esa definición o que han estado aliados con Al Qaeda (es decir, el Frente Al Nusra, ahora llamado Fateh al-Sham) en algunas operaciones militares. Ese es el caso de Ahrar al-Sham (al que en otro tiempo denominaba como «grupo terrorista»).
Ahrar al-Sham es un grupo salafista que tiene más que ver con Al Nusra que con las milicias que han recibido apoyo de EEUU. Ha recibido un gran apoyo financiero y militar de Turquía y Qatar en los últimos años. El dinero recibido es un factor básico, porque a la hora de lanzar grandes ofensivas ha estado en condiciones de pagar sueldos a combatientes de grupos más pequeños que se han unido a su causa. Y a pesar de esos cuantiosos fondos, nunca ha podido extenderse más allá de la zona norte y convertirse en un grupo auténticamente nacional.
Sobre su ‘moderación’, hay que recordar que se les ha llamado los «talibanes sirios» –enviaron un mensaje de condolencia a los dirigentes talibanes afganos por la muerte del mulá Omar– y su lenguaje de odio sectario dirigido contra chiíes, alauitas y cristianos.
Como otros grupos sirios, no es fácil asignarle una ideología coherente, porque si bien se le puede definir como salafista, también cuenta con dirigentes de corte islamista, es decir, conservadores dispuestos a llegar a pactos con otros grupos y a limitar su lucha a Siria. Intentar distinguir ambas etiquetas es crucial para entender a estos grupos, que en muchos casos son más una coalición fomentada desde los países que mantienen viva la guerra.
Ese es el otro factor que impide definirlos, el hecho de que muchos grupos insurgentes sirios dependen por completo de la ayuda exterior hasta el punto de que no es exagerado decir que reciben órdenes de fuera para emprender operaciones militares. Dicho de otra manera, son sus apoyos exteriores los que dan las órdenes de las decisiones más importantes en función de sus intereses.
Por eso, se da por hecho que fue Turquía quien vetó las negociaciones que mantuvieron en su momento Ahrar al-Sham y Al Nusra para unirse en una sola organización. Ankara temía que el grupo más fuerte, Al Nusra, fuera quien se hiciera con el control y la suma resultante dejara de defender los intereses turcos.
Eso no impidió que cuando los insurgentes se lanzaran a la conquista de la provincia de Idlib en el primer semestre de 2015 lo hicieran con una coalición de grupos en la que Al Nusra era el más fuerte y después aparecía Ahrar al-Sham. Esa fue una decisión que sí promovió Turquía con la intención de dar un golpe decisivo al régimen de Asad. También los saudíes aceptaron en ese momento ayudar a este grupo y a sus aliados.
Ahora el Gobierno ruso mira para otro lado, hace como si Al Nusra no existiera y concede a Ahrar al-Sham la condición de la fuerza decisiva en el norte, además de moderada. Y como tal aparece en el listado de grupos que firmaron el alto el fuego de finales de diciembre que figura en la web del Ministerio ruso de Defensa.
Para terminar de dejar claro lo difícil que es construir una solución política que pueda poner fin a la guerra, dirigentes de Ahrar al-Sham negaron al día siguiente del anuncio de la tregua haber firmado ningún compromiso por no estar de acuerdo con algunos de sus puntos.
El paso dado por Moscú es el precio a pagar para llegar a un pacto con Turquía, que acepta el protagonismo ruso conseguido en los últimos meses, pero que al mismo tiempo pretende proteger a los grupos que patrocina para un futuro que nadie sabe cuál puede ser.
Ahrar al-Sham es la baza (si supera sus constantes divisiones internas) con que cuentan algunos países para intentar reducir el poder de Al Nusra dentro de la insurgencia siria. Por mucho que Al Nusra haya supuestamente cortado sus lazos con Al Qaeda, ni rusos ni norteamericanos quieren tener nada que ver con ellos. Ahrar al-Sham es la alternativa para continuar la guerra –esta vez con un apoyo más decidido de EEUU– o para negociar algún tipo de salida política, como pretende Putin para poder declarar la victoria cuanto antes y reducir de forma sustancial la intervención militar rusa.
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Unos tuits interesantes a cuenta de un programa de televisión en el que aparece uno de los portavoces habituales del FSA (siglas del Ejército Libre de Siria), el grupo insurgente que más ayuda ha recibido de EEUU. Es posible que esas opiniones procedan del resentimiento causado por la derrota. El FSA era al principio de la guerra el grupo insurgente que más partido podía sacar del apoyo de EEUU. Pero en la guerra no siempre tener más dinero te garantiza victorias en el campo de la batalla. Lo que es indudable es que una de las razones, no la única, que ha permitido a Asad no ser derrotado es la división de sus enemigos entre grupos que en muchas ocasiones han pasado más tiempo peleándose entre ellos.
FSA Col. Zakaria: Syrian opposition side-lined 5000+ defected army officers and handed security positions to carpenters and blacksmiths. #pt
— Hayder al-Khoei (@Hayder_alKhoei) 30 de diciembre de 2016
FSA Col. Zakaria: Syrians used to fear the mukhabarat but now they fear so-called revolutionaries. We have more factions than fighters. #pt
— Hayder al-Khoei (@Hayder_alKhoei) 30 de diciembre de 2016