La lista de enemigos de España elaborada por Vox crece a tal ritmo que pronto serán más los incluidos que los que estén fuera. Es una consecuencia lógica del eslogan que emplea el partido: «Sólo queda Vox». Todo lo demás es la antiEspaña. El último que aparece en el ranking es el colectivo de víctimas del terrorismo Covite contra el que se ha querellado por un presunto delito de injurias y calumnias «relacionadas con un delito de odio». Los que cuentan con menciones básicas de Derecho saben que esos delitos pueden producirse cuando se imputan delitos a alguien sin pruebas o con «temerario desprecio a la verdad». El problema para Vox es que resulta difícil separar su actividad política de estas últimas palabras.
El texto que ha causado las iras de Vox es un análisis publicado por la web de Covite hace más de un año en su sección Observatorio internacional de estudios sobre terrorismo. El informe en cuestión se publicó en enero de 2020 y se refería al terrorismo de extrema derecha en Europa.
Hay una sola referencia a Vox y no tiene nada que ver con la violencia ni mucho menos imputa un delito al partido. Es puramente descriptivo con una lista de partidos de ideología similar: «Al mismo tiempo, Europa ha visto un aumento de los éxitos electorales para los partidos nacionalistas y de extrema derecha. Partidos como el Frente Nacional en Francia, Vox en España, Suecia Demócratas, Amanecer Dorado en Grecia, Derecho y Justicia en Polonia, Partido por la Libertad en los Países Bajos y el Partido Popular Danés son solo algunos ejemplos de cómo la agenda de extrema derecha ha entrado en la escena política europea».
En otro párrafo, se refiere a la existencia de «fuerzas de extrema derecha, tanto violentas como no violentas», con lo que queda claro que no se está acusando de hechos violentos a partidos legales (incluye a Amanecer Dorado, que fue declarada «organización criminal» por la justicia griega posteriormente, en octubre de 2020).
Con la esperanza de que sus votantes no se molesten en acudir a la web de Covite, el comunicado de Vox de diciembre con el que se anunciaba el primer paso para la presentación de la querella sostuvo que se estaba vinculando al partido «con hechos delictivos de carácter terrorista que nada tienen que ver ni geográfica, ni políticamente con Vox, mostrando una clara intención de dañar la imagen de una formación que ha condenado siempre la violencia».
No hay nada de eso en el análisis de Covite. También forma parte de la imaginación del partido de Santiago Abascal la alegación de que se relacionan «los crímenes de Anders Breivik (el asesino neonazi de 69 jóvenes en Utoya, Noruega) con los principios políticos de Vox».
Marta Castro, vicesecretaria jurídica de Vox, afirma en un vídeo que no permitirán que se les relacione con el nazismo y el racismo o que «incluso, como ha hecho el Observatorio del Terrorismo de Covite, se indique que Vox promueve actos terroristas». Esta última frase es falsa. Dado que Castro es abogada, hay que imaginar que ha leído el análisis de Covite y sabe que no ha encontrado ninguna frase que diga eso.
Ahora es un juez el que debe decidir si admite o no a trámite la querella. No tiene ninguna base para hacerlo ni necesita llamar a declarar a los autores del análisis de Covite. Sólo tiene que leer el texto denunciado. No tiene por qué estar de acuerdo con su contenido, sino comprobar que no hay ahí nada que tenga que ver con injurias o calumnias. No es injurioso sostener que ha aumentado la influencia de los partidos de extrema derecha en Europa que han obtenido buenos resultados electorales. Quizá la expresión «al mismo tiempo» le indique que son fenómenos diferentes a la realización de actos terroristas cometidos por otros grupos.
Vox ha aprendido del PP que los juzgados son la continuación de la política por otros medios. Si los adversarios del partido le parecen especialmente odiosos por la razón que sea, no hay campaña que esté completa sin una visita a la fiscalía o a un juzgado. Incluso se puede convocar a los fotógrafos de prensa. En el caso del partido de Abascal, esto es coherente con las amenazas que ha hecho a los partidos nacionalistas a los que ha prometido que promoverá su ilegalización, que es sin duda la forma más rápida de ganar elecciones.
Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite, afirma que nunca han recibido un ataque como este, tampoco por parte de la izquierda abertzale. «En estos nuevos tiempos, solo recibimos ataques de la derecha abertzale, de los salvapatrias del otro lado, entre los que se incluye Vox y también fanáticos de otros partidos. Son los salvadores de España. Si piensas como yo, eres buen patriota, y si no, no. Estoy cansada ya de esta gente», ha dicho la hermana de Gregorio Ordóñez, concejal del PP asesinado por ETA.
La aparente paradoja de que Vox se querelle contra una asociación de víctimas del terrorismo a las que dice defender no es tal. La prioridad para el partido es dejar claro que hay una conspiración en la que están todos los que no son como ellos. De ahí lo de «sólo queda Vox». Los «salvapatrias» a los que se refiere Ordóñez están solos por decisión propia y necesitan intimidar a todos aquellos a los que suponen lejos de sus posiciones.
Covite rechazó con dureza los gestos de apoyo que se dieron al exgeneral Rodríguez Galindo, condenado por secuestro y asesinato en el año 2000, tras su reciente fallecimiento. Eso ya era suficiente para colocar a esta asociación en la diana (jurídica) de Vox.