El pasaje empieza a preocuparse cuando se da cuenta de que el avión hace extraños movimientos durante la tormenta. Se oye el sonido de la voz de una asistente de vuelo. Señores pasajeros, el avión de Madrid se prepara para estrellarse. Uno de los motores está en llamas y el otro empieza a dar problemas. La comandante de la nave no sabe para qué sirven todas esas luces rojas. El piloto y el copiloto están discutiendo y han decidido no dirigirse la palabra. Casi no queda combustible. Abróchense los cinturones y recuerden que el problema de las ocupaciones es el más grave al que se enfrenta Madrid. Y España, porque Madrid es España y el resto es menos España porque no es Madrid.
Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid que había salvado a España, según un vídeo de homenaje que le dedicó el PP en julio, la mujer que dijo en mayo «yo soy la responsable de que esto salga bien o mal, lo asumo y lo asumiré», preside la Comunidad con los peores datos de coronavirus de Europa. Ella no cree que tenga nada que reprocharse, pero dice que se ha sentido sola. Nadie le ayuda, empezando por el Gobierno central, siguiendo por los médicos y continuando por los profesores, todos ellos muy reivindicativos. Hay una conspiración contra ella. Y contra Madrid –que es en sus propias palabras «una España dentro de España»– y por tanto contra España.
Acuciado por las críticas del PP, Pedro Sánchez hizo lo que Ayuso no esperaba y ofreció a trasladarse este lunes a la sede de la presidencia madrileña para reunirse con ella. Prometió ayuda y coordinación. En realidad, no estaba pensando en Díaz Ayuso con esta decisión, sino en Pablo Casado. Con la reunión y los compromisos alcanzados, Moncloa intenta neutralizar las críticas del PP sobre el supuesto abandono de las Comunidades Autónomas. Casado se ha inventado que la gestión de una pandemia es responsabilidad absoluta del Gobierno central –eso no aparece en ninguna ley–, mientras al mismo tiempo ha prohibido a los gobiernos autonómicos presididos por su partido que acepten la oferta de declarar el estado de alarma en su territorio. Cuando Casado vuelva a acusarle de dejar tiradas a las autonomías, Sánchez sacará la foto de su reunión con Ayuso. Con eso, Moncloa ya dio la cita por rentabilizada.
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