La combinación de nacionalismo y fútbol da lugar a todo tipo de aberraciones. El último ejemplo ha tenido lugar en Belgrado en un partido entre Serbia y Albania. Y se veía venir. En el minuto 41 un drone apareció en el estadio con una bandera albanesa.
Cuando la pancarta cayó al campo, dos jugadores serbios fueron a recogerla y otros albaneses se les echaron encima casi antes de que los primeros pudieron hacer algo, digamos, poco respetuoso. Ahí empezó una pelea entre miembros de ambas selecciones. Cuando se calmó un poco la tensión, aparecieron en el cesped aficionados serbios con aspecto poco recomendable. El partido quedó suspendido.
En realidad, hay que felicitarse por que la violencia se limitara a golpes y empujones. Es decir, que algún ultra serbio no acuchillara a un albanés.
Hooligan greift albanischen Spieler an #seralb #uefa2016 pic.twitter.com/tMcfGr8A3W
— klaudio.photography (@klaudiophotos) octubre 14, 2014
A su vuelta a Tirana, unas 3.000 personas recibieron como héroes a los jugadores de su selección, entre los que hay varios nacidos en Kosovo. En su momento el equipo serbio tendrá que viajar a Albania para jugar como visitante. Van a tener que echarle bastante valor. Ante la evidente dificultad de impedir provocaciones e incidentes, quizá la UEFA deba obligar a ambos equipos a que jueguen a puerta cerrada.
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13.15
No era exactamente una bandera de Albania lo que llevaba el drone. La pancarta incluía un mapa de lo que llaman la «Gran Albania», que suma al país a Kosovo y algunas zonas de Macedonia.