Una reseña de un libro sobre la historia del racismo en EEUU ha colocado a The Economist en una difícil tesitura que al menos ha resuelto con rapidez. El libro es ‘The Half Has Never Been Told: Slavery and the Making of American Capitalism’, de Edward Baptist. Del sumario del libro:
«Hasta la Guerra Civil, explica Baptist, las innovaciones económicas más importantes en EEUU sirvieron para hacer aún más rentable la esclavitud. A través de la migración forzada y la tortura, los dueños de esclavos obtuvieron incrementos continuos en eficiencia de los esclavos afroamericanos. Por eso, EEUU se hizo con el control del mercado mundial de algodón, la materia prima clave de la Revolución Industrial, y se convirtió en una próspera nación con influencia global».
La esclavitud fue, según este libro, un elemento fundamental en la generación de riqueza en EEUU y el desarrollo del capitalismo. El autor de la reseña publicada en The Economist no estaba muy convencido por esa tesis, pero fue aún más lejos en la crítica hasta finalizar el texto con un párrafo insólito:
«Otro factor que no se examina pudo haber contribuido al aumento de productividad. Los esclavos eran una propiedad valiosa, que era más difícil y cara de sustituir, a causa del descenso de su suministro desde África, que los campesinos irlandeses importados por los industriales desde el sur de Gales en el siglo XIX. Es seguro que los dueños de esclavos tenían un marcado interés en que sus «manos» estuvieran en buenas condiciones para recoger más algodón. Parte del incremento en productividad pudo haber venido de un trato mejor (de los esclavos). A diferencia de (Hugh) Thomas, Baptist no ha escrito una historia objetiva de la esclavitud. En su libro, casi todos los negros son víctimas; casi todos los blancos, malvados. Esto no es historia; es activismo».
A lo que nosotros podríamos responder: esto no es periodismo; es activismo, del tipo que aplica la ley de la oferta y la demanda de forma forma completamente amoral con el fin de justificar una posición ideológica determinada. La que sostiene que en todo momento y situación cuanto más bajos son los costes laborales, más se beneficia una economía. Y si los costes son cero, o poco más que cero (producto tan sólo de alimentar a los esclavos), entonces los beneficios son inagotables.
Evidentemente, el aspecto más polémico es afirmar que no todos los esclavistas eran malos o deducir que en la práctica no podían serlo porque un trato más ‘humanitario’ les resultaría más beneficioso desde el punto de vista económico.
The Economist ha tardado menos de 24 horas en rectificar. Ha retirado el artículo de su web, aunque conservando un enlace por si alguien quiere revisarlo, con este mensaje: «La esclavitud era un sistema maligno, en el que la gran mayoría de las víctimas eran negros, y la gran mayoría de los blancos implicados en la esclavitud participaban voluntariamente en ella y se beneficiaban de ese mal. Lamentamos haber publicado el artículo y pedimos disculpas».
Menos mal que los artículos de The Economist cuentan con varios filtros de edición. Una cosa es tener guardado en f4 la frase con la que se recomienda una reforma laboral en todos y cada uno de los países del planeta y otra muy diferente intentar blanquear la esclavitud.