El cadáver de Downing Street ha recuperado algo de color en la cara y de movimiento en sus extremidades. Ha tardado cuatro días en mostrar signos de recuperación, pero nadie se hace ilusiones. Theresa May continuará siendo primera ministra. No por tiempo indefinido. La mayoría de los tories ha perdido la confianza en ella, pero hay algo a lo que le tienen pavor: unas nuevas elecciones o una pelea interna para elegir a un nuevo líder que haría pedazos su credibilidad. En los últimos dos años, los británicos han tenido dos elecciones generales y un referéndum. Repetir la jugada a lo largo de este año concedería opciones claras a los laboristas, esta vez sí, de convertirse en el primer partido del país.
Para conseguir la prórroga, May ha tenido que pasar por el trago de reconocer sus errores en una reunión del Comité 1922, que agrupa a los ‘backbenchers’, diputados conservadores sin cargos en la Administración, aunque en esta ocasión también a muchos de los que sí lo tienen. «Se mostró muy preocupada por la gente que ha perdido sus escaños. El partido va a ayudarles. Algunos están en una situación económica muy difícil. Dijo que lo sentía, varias veces. Pidió disculpas a los compañeros que perdieron sus escaños y por tomar la decisión de adelantar las elecciones», dijo un diputado presente en la reunión a The Guardian.
A Tory MP says PM told the 1922: «I’ve served the party since I was 12. I will serve you for as long as you want me».
— Tom Newton Dunn (@tnewtondunn) June 12, 2017
Varios periodistas coinciden en destacar una frase pronunciada por May. «Os serviré tanto tiempo como queráis», dijo, se supone que refiriéndose a su posición como líder del partido, y por tanto primera ministra. Prometió también un estilo de gobernar más colegiado en el que se tengan en cuenta otras opiniones, marcando distancias con el estilo arrogante que le ha caracterizado hasta ahora, a ella y a sus dos asesores más directos que este fin de semana se vieron forzados a presentar la dimisión.
May sabía que tenía que ser humilde para salvar la cabeza y no se puede negar que se aplicó en la tarea: «Yo os he metido a todos en este lío y yo os voy a sacar de él».
Los diputados del Comité 1922 no se suelen cortar mucho en sus intervenciones, en especial cuando las cosas van mal para el partido (en su funcionamiento interno, los tories no son como el Partido Popular). En esta ocasión, le reprocharon las medidas del programa electoral más impopulares que contribuyeron de forma decisiva a la pérdida de la mayoría absoluta. Se puede sospechar que esas medidas nunca llegarán a ver la luz.
Antes de que le preguntaran por ello, May prometió que el pacto con los unionistas del DUP no afectará a las leyes sobre igualdad, en referencia por ejemplo a la ley que legalizó el matrimonio gay (que por lo demás no se aplica en Irlanda del Norte, y sí en Inglaterra, Escocia y Gales).
¿Cuánto tiempo durará la prórroga? Nadie lo sabe con seguridad, y de entrada depende de las negociaciones del Brexit. Más tarde o más temprano, el Gobierno –esta vez no sólo May– tendrá que olvidarse de fantasías y elegir qué tipo de Brexit quiere y hasta dónde está dispuesto a hacer concesiones a Bruselas. En el Partido Conservador, no hay un consenso claro sobre esas conversaciones y cualquier línea roja traspasada, real o ficticia, puede provocar fuertes divisiones en el grupo parlamentario.
La líder de los tories escoceses, Ruth Davidson, ha dicho que un acuerdo de libre comercio con la UE debe estar en el centro de cualquier negociación. Eso supondría a buen seguro pagar algún tipo de precio en relación a la libertad de movimiento de trabajadores, algo de lo que muchos diputados conservadores no quieren ni oír hablar.
Los tories perdonan –cuando temen nuevas elecciones–, pero no olvidan. En política, unos pocos meses es un plazo de tiempo considerable. En un año, con el tema del Brexit de por medio, es casi una era geológica. Los diputados que consiguieron la reelección, algunos por diferencias inesperadamente escasas, no quieren imaginarse a sí mismos en la situación en que han quedado los que perdieron el escaño. No olvidan que la presencia de May en las circunscripciones que visitó en la campaña fue irrelevante, cuando no negativa.
La primera ministra pasó por 43 distritos de los llamados «marginal», aquellos con distancias reducidas entre el primer y segundo partido, no más de 2.000 votos en general. De esas 43 circunscripciones visitadas por May, los conservadores sólo ganaron en cinco.
Los tories quieren líderes que les ayuden a ganar las elecciones. Es poco probable que consideren a May dentro de esa categoría.