El lunes era el día de la cumbre de los Balcanes Occidentales en Londres, una cita con representantes de gobiernos de la región y de la UE con la mente puesta en el futuro y una idea compartida por todos: para que los países de esa zona tan conflictiva puedan formar parte de la Unión Europea deben mejorar su gobernanza y su capacidad para enterrar los viejos conflictos entre ellos.
De todas las capitales de Europa Occidental, Londres era esta semana el lugar menos apropiado para celebrar este encuentro. El ministro británico de Exteriores, Boris Johnson, tenía previsto participar en la comida con la que se iniciaba el cónclave. No apareció a la hora en que se le esperaba y poco después se supo que había presentado la dimisión. En 24 horas, el Gobierno de Theresa May había perdido a dos ministros, dos de los más importantes del Gabinete –David Davis, ministro del Brexit, y Johnson–, a los que hay sumar al viceministro del Brexit, Steve Baker.
Todo precisamente por el acuerdo de Chequers con el que Theresa May pretende cerrar lo que será la posición común del Gobierno británico en las negociaciones definitivas con la Comisión Europea. Un pacto definido de inmediato como una apuesta por un Brexit ‘blando’ en que Londres intentará llegar a un acuerdo aduanero con Bruselas para que no sea necesaria una frontera real entre Irlanda y el Ulster. Que la Comisión vaya a aceptar eso es algo que aún se desconoce, los gobiernos europeos y la UE son conscientes de que May es la única opción de llegar a algún tipo de acuerdo.
A year on and Theresa May’s Cabinet looks radically different pic.twitter.com/QUhMtJhFdn
— Alain Tolhurst (@Alain_Tolhurst) 9 de julio de 2018
David Davis y Boris Johnson tardaron sólo unos días en utilizar la única arma a su alcance, la dimisión, ya que estaban en minoría en el Gabinete. Davis afirmó que no podía defender un acuerdo en el que no creía, pero precisó que apoyaba que May continúe en el 10 de Downing Street. Inevitablemente, Johnson –dueño de un estilo literario más distinguido que su colega– justificó su retirada con una carta más densa y vitriólica. «Realmente, nos dirigimos a la condición de colonia», escribió.
Johnson fue el buque insignia de la campaña del Leave, el político más popular de entre los que pedían la salida de la UE. Su trayectoria posterior le ha hecho perder esa condición, sobre todo, entre sus compañeros del grupo parlamentario tory.
En las primarias para la sucesión de David Cameron, protagonizó una candidatura abortada muy pronto por las traiciones internas en un espectáculo insólito en la política británica. Tras el fracaso de las elecciones anticipadas convocadas por May, no se atrevió a desafiar a la primera ministra cuando ella era poco más que un cadáver político que sobrevivía gracias a que sus rivales no se ponían de acuerdo sobre el nombre del sucesor. Su paso por el Foreign Office ha estado marcado por anécdotas un tanto embarazosas y ha demostrado que detrás del personaje no hay un político que pueda gestionar un Ministerio, mucho menos un Gobierno, en un momento decisivo en la historia del país.
— Matt Cartoons (@MattCartoonist) 9 de julio de 2018
«El sueño del Brexit está muriendo», escribió en su carta Boris Johnson (y no se olvidó de posar para la foto que aparecerá en las portadas del martes de dos periódicos). Sin duda, los sueños de los tories euroescépticos más radicales están diluyéndose ante el choque con la realidad.
Theresa May sobrevivió a la prueba de la reunión del lunes por la tarde con el grupo parlamentario conservador. Incluso algunos de los partidarios del Brexit ‘duro’ se rindieron a la evidencia, lo que hace más difícil que pueda presentarse una moción de censura interna contra May, para la que se necesitan 48 firmas de diputados, un 15% del total (315).
Pueden conseguirlas y de hecho un encuentro posterior de un grupo de diputados conocidos por sus posiciones ferozmente euroescépticas reunió en la noche del lunes a 80 de ellos. Pero es muy difícil que alcancen una mayoría de 158 votos favorables a la dimisión de May. La primera ministra ya ha avisado de que no dimitirá si se presenta la moción de censura.
El argumento más efectivo de May utilizado en la reunión de lunes es que la continuación de esta Guerra Civil del Brexit en las filas conservadoras sólo servirá para que Jeremy Corbyn y los laboristas ganen las próximas elecciones. Y saber que los Brexiters más enconados no tienen más alternativa para el Brexit que dar un portazo y abandonar la UE sin ningún acuerdo, con independencia de las consecuencias económicas que eso suponga. Por más que May haya salido fortalecida de la última crisis, ese es un desenlace que aún no se puede descartar.
Por la noche, el diputado conservador George Freeman resumió el estado de ánimo de muchos de sus correligionarios con un tuit que incluía la foto de un barco. El mensaje: «Otro día extraordinario en Westminster». La foto: evidentemente, el Titanic.