El presidente de Castilla y León ha dado la mejor respuesta en una entrevista de los últimos meses. Lucía Méndez le comenta en El Mundo que «su compañera Isabel Díaz Ayuso dice que Madrid es España». Alfonso Mañueco no sabe por dónde salir y responde: «Mmm, sí, vale…». Ya era hora de que un político no saliera con la respuesta prefabricada y alimentada por el argumentario. Con esas dos palabras y un murmullo, Mañueco revela la perplejidad en la que malviven muchos presidentes autonómicos al escuchar las noticias de Madrid. Ellos, incluidos los del PP, intentan navegar entre la necesidad de dar mensajes esperanzados y la obligación de aprobar medidas restrictivas con las que seguir combatiendo la pandemia. Mientras tanto, contemplan cómo Díaz Ayuso y el PP madrileño no sólo ignoran ese tipo de decisiones, sino que las califican de liberticidas y de letales para la economía. Imagina qué cara se les queda cuando tienen que escuchar eso.
Después de esa reacción tan comprensible, Mañueco recupera el hilo y explica lo que piensa: «Éstas son las elecciones de Madrid y de los madrileños. Convertir las elecciones en Madrid en unas generales me parece un error. España es mucho más que Madrid. Es mucho más diversa que la Comunidad de Madrid». Es una respuesta tan lógica como alejada de la realidad que veremos en las próximas semanas hasta el 4 de mayo.
Pablo Casado no es de la misma opinión que su compañero de partido. Ha hecho tantas apuestas a todo o nada y le han salido tan mal que ahora no puede desperdiciar esta oportunidad en un territorio más propicio a sus intereses. Todo es lo que diga Isabel, más ahora cuando la gran aportación de Casado y García Egea a la campaña ha acabado con un varapalo jurídico de esos que además se veían venir. La inclusión de Toni Cantó en las listas, impuesta por Génova, ha sido anulada por un Juzgado de Madrid con un argumento difícilmente rebatible: no estaba empadronado en la comunidad el 1 de enero, fecha de cierre del censo, requisito señalado por la convocatoria anticipada de elecciones y la ley electoral madrileña.
Cómo alguien pensó que convenía arriesgarse fichando a una ‘celebrity’ procedente de otra comunidad es un misterio de los que abundan en la política de estos tiempos. Del actor no se conocen más virtudes que su capacidad de atizar a la izquierda y su desenvoltura ante las cámaras, y en esas lides Díaz Ayuso no requiere de ninguna aportación extra. Ella ya se basta sola en el apartado de armas de destrucción masiva. Cantó no pasa de ser un tío que va a soltar las frases que le escriban en el guión con la misma convicción con que antes decía que el PP era un partido antiguo y manchado por la corrupción.
El valenciano ya va por el tercer partido en menos de ocho años, sin contar una candidatura independiente local con la que se presentó años atrás a un Ayuntamiento madrileño. No sólo ha hecho el máster de mercenario de la cosa pública, sino que ha presentado todos los trabajos exigidos por el curso. Es innegable que estaba más encasillado como actor que como político. En esta última faceta, sus principios escasamente le alcanzan para la duración de una legislatura.
El PP presentó el lunes un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional contra la decisión judicial. Sostiene que con la aplicación de la ley se han vulnerado los derechos fundamentales de Cantó al sufragio pasivo. Si tuviera éxito, sería tanto como decir que las leyes electorales de cada comunidad sirven tanto como un posavasos. Si lo tienes a mano, está bien usarlo, pero no te van a impedir tomar una copa.
Pretender que la visión que un partido tiene de los derechos fundamentales está por encima de la letra de la ley es algo que los abogados de los políticos independentistas catalanes han intentado en varias ocasiones en los tribunales españoles. Sin ningún éxito. Sólo con un triple salto mortal jurídico podría el Tribunal Constitucional dar salida a esa interpretación de la ley.
Los palmeros tipo Toni Cantó que abundan en la política no aportan mucho a Díaz Ayuso. Ella dispara con munición de grueso calibre y apunta a donde más le conviene en cada momento. En principio, había ignorado al socialista Ángel Gabilondo y centrado sus ataques en Pedro Sánchez. Contra lo que dice Mañueco, para ella esta es una campaña nacional y le toca enfrentarse al presidente del Gobierno, favorecida por el hecho de que Sánchez da la sensación de querer unir su destino al de Gabilondo con una presencia en sus actos de precampaña más intensa de lo que aconsejan las encuestas.
Eso no quiere decir que Ayuso se haya olvidado de su rival directo. El lunes, tomó una decisión que en teoría está dentro de las competencias de Casado sobre la negociación de ciertos cargos institucionales. «Mientras de mí dependa, (Gabilondo) no va a ser defensor del pueblo», dijo. Se habló antes de las elecciones que el PSOE pretende negociar su nombre para el relevo en esa institución. En caso de ser reelegida en las urnas, van a escuchar mucho a Ayuso decir a Casado y a otros barones regionales qué es lo que deben hacer.
Quien estará siempre disponible para cumplir las órdenes de Ayuso será Toni Cantó, al menos hasta que abandone el Partido Popular. Lo tendrán dispuesto a repetir las consignas que le lleguen de arriba. Ya habla en las entrevistas del «milagro económico y sanitario» de Madrid y de que la victoria será «el inicio de una reconquista» en toda España. Lo veremos pronto besando el escudo del PP. Es lo menos que se espera de los que huyen de un partido. Que sientan pasión por sus nuevos colores.
En 2012, Cantó tuiteó una foto de escaños vacíos en el hemiciclo del Congreso para ganarse unos retuits. «No puedes ser más tonto. Vuelve a la farándula», le respondió un diputado del PP.
En realidad, nunca la ha abandonado.