Una de las sorpresas ofrecidas por la campaña de Donald Trump es su ausencia de los bloques publicitarios de las cadenas de televisión. En los programas informativos y en Twitter, por el contrario, su presencia es constante. Como en otros aspectos, esa estrategia le fue muy bien las primarias republicanas, pero está siendo un error en la pelea contra Hillary Clinton, si nos guiamos por la mayoría de las encuestas.
Trump ha despreciado esta ahora una de las materias primas básicas de las campañas norteamericanas, los anuncios de en torno a 30 segundos que se repiten de forma constante en las televisiones, sobre todo en los estados cuyo veredicto decidirá la elección. Ahí las campañas se gastan millones de dólares, sin que muchas veces esté claro hasta qué punto son eficaces. Pero al menos son una herramienta básica de propaganda a la hora de castigar el bajo vientre del adversario.
Pues ahora ya tenemos un anuncio de Trump dirigido a las televisiones. El primero desde que consiguió la candidatura republicana.
Esos 30 segundos están a la altura –es un decir– de lo que se espera de él. La factura es profesional. El mensaje mezcla inmigración, delincuencia y terrorismo para dar una impresión terrorífica de lo que sería una presidencia de Clinton. Era también previsible que incluyera datos falsos en la línea de muchas de sus intervenciones públicas, como afirmar que los inmigrantes sin papeles reciben subsidios sociales e incluso que «se saltan la cola», como si fueran unos privilegiados.
En The Washington Post, ya le han «cuatro pinochos» por la falsedad. El sistema actual permite a un 6% de los inmigrantes sin papeles acceder a esas ayudas si llevan diez años viviendo en EEUU y llegan a la edad de jubilación. Esa situación no cambiará con Clinton.
Además, el anuncio cuenta con la imagen de un tren abarrotado de inmigrantes en lo que es una imagen de México, no de EEUU. Esto no es una novedad, porque en las primarias ya empleó imágenes de la frontera de España con Marruecos para alertar sobre lo que está ocurriendo supuestamente en EEUU.
Podría haber sido peor. Esta vez, no ha prometido que deportará a millones de extranjeros. Quizá se haya dado cuenta de que es imposible.