Donald Trump, señor de la guerra

trump mitin

Uno de los duelos paralelos más intrigantes de las primarias republicanas es el que enfrenta a Donald Trump, que encabeza todos los sondeos nacionales, con Fox News. Esto viene a ser un poco como si el Papa se implicara en una fuerte polémica con L’Osservatore Romano o el Politburó de la URSS hubiera denunciado el escaso apoyo que recibe en las páginas del Pravda. Sí, la comparación está un poco cogida por los pelos, pero resulta imposible subestimar la influencia que ha tenido la cadena conservadora en el Partido Republicano en la última década.

Un dogma aceptado por todos es que ningún político republicano puede sobrevivir si se atreve a cuestionar a Fox News o a alguna de sus estrellas. Hay formas de suicidio más dolorosas, pero no más rápidas. Eso es lo que ha hecho Trump, y con el estilo desmedido que le caracteriza, sin que la osadía le haya costado que le arranquen las entrañas cada noche en las pantallas ni que eso le suponga una rémora en los sondeos.

En el origen de la polémica con Fox News está el desprecio de Trump por las mujeres a las que no logra intimidar y un debate de las primarias en el que la presentadora Megyn Kelly le preguntó especialmente por eso. De lejos Kelly parece la típica presentadora de Fox News, es decir, rubia, pero en su trabajo ha demostrado carácter y resultados. Presenta un programa en ‘prime time’ y es uno de los mayores activos de la cadena. Es una periodista de derechas que también hace a los políticos de derechas las preguntas que estos preferirían que no les hicieran. Eso no abunda en Fox News.

Trump ha decidido boicotear el último debate de los candidatos antes de los caucus de Iowa que emite precisamente la cadena que ahora tanto odia. Para vender la poco habitual decisión, ha centrado los tiros en Kelly, pero es sólo la excusa para dar espectáculo. Ya no necesita más debates, e incluso suponen un riesgo excesivo. Ya en el último tuvo una actuación menos que brillante y alguno de sus rivales lo dejó en evidencia. No hay debate ideológico en el que le interese entrar, porque lo que vende es el personaje como remedio mágico para todos los males de su país.

Los que cuestionan su talla como personaje, que es lo que hizo Kelly, reciben como respuesta ataques personales. No es necesario convocar una rueda de prensa para eso. Basta con ir a Twitter y retuitear a alguno de sus locos seguidores.

O seguir jugando la carta antimusulmana retuiteando este mensaje con photoshop incluido para burlarse de Kelly y del príncipe saudí Al-Waleed bin Talal que es el segundo mayor accionista de News Corporation, la multinacional de Rupert Murdoch propietaria de Fox News.

Trump no es el único que tiene cuenta de Twitter. Bin Talal le ha respondido con otro mensaje en el que le recuerda que en dos ocasiones salvó sus negocios con su dinero. No es algo que impresionará demasiado a los adictos a Trump.

Trump dejó hace tiempo de ser la sorpresa del verano, como otros candidatos extremistas que tuvieron su momento de gloria entre agosto y septiembre en las campañas de 2008 y 2012. Su principal rival parece ser un candidato ultraconservador, Ted Cruz, que ni siquiera puede recoger todo el voto de los republicanos de confesión evangélica, la cantera de los candidatos que están situados a la derecha de la derecha. Además, muchos congresistas republicanos no tienen inconveniente en comentar a los periodistas, mejor si es de forma anónima, que Cruz es un ignorante y un creído con el que es imposible trabajar.

Lo más gracioso de todo es que Trump es más un oportunista que un conservador y que su azarosa vida personal y su querencia por decir en público lo que para un protestante evangélico pasa por ser un lenguaje vulgar y grosero no le han hecho perder apoyos entre los sectores más temerosos de Dios.

¿De dónde puede proceder esta atracción tan heterodoxa? No es tanto mérito de Trump, como de los propios dirigentes republicanos, incluidos los que ahora están aterrorizados ante la idea de que este demagogo lenguaraz que no respeta a nadie sea su candidato en 2016.

William Saletan tiene una estupenda teoría en Slate, que en parte comparten otros. El Partido Republicano es ya el partido de Trump, un «Estado fallido» del que el multimillonario es su «señor de la guerra», el caudillo más apropiado para comandar a la tribu. Desde la época de Clinton, aún más con la llegada de Obama a la Casa Blanca, los republicanos se han convertido en el partido del no a todo, los que no tienen ningún escrúpulo en forzar el cierre temporal del Gobierno federal por un quítame allá ese gasto público, los que carecen de interés en pactar un proyecto de ley con la Casa Blanca si está en manos del otro partido, los del todo o nada que se queda siempre en nada. Los republicanos moderados pasan a ser unos traidores. Los republicanos más conservadores que aspiran a seguir siendo un partido de gobierno, y no una fuerza insurgente, pasan igualmente a convertirse en unos cobardes o traidores.

Han creado un monstruo para el que Trump es la respuesta a todos sus problemas. Porque si estás un tanto desquiciado y te encuentras en guerra en un entorno hostil lo que quieres es que te mande un tipo que esté tan loco como el más loco de tus enemigos. Y con Trump tienen a su hombre.

18.30

insultos trump

El NYT ha tenido la fantástica idea de recoger todos los insultos y ataques lanzados por Donald Trump desde su cuenta de Twitter. La lista no tiene fin. Uno espera que en ella tengan sus rivales políticos, sean republicanos o demócratas, pero eso sería demasiado aburrido. Ahí están todos, periodistas conservadores o progresistas, artistas y medios de comunicación de todo tipo (los adjetivos que se ven a la derecha se refieren a CNN). Trump odia a todos los que no son como él, lo que quiere decir que odia a todo el mundo.

Básicamente, la gente a la que el millonario desprecia: a/ Son aburridos. b/ No ganan dinero o lo pierden, son unos fracasados. c/ Son unos cobardes, no tienen lo que hay que tener. d/ Todas las anteriores.

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