Las últimas informaciones de Der Spiegel sobre el espionaje de la NSA en Europa dejan aún más en evidencia las disculpas tradicionales sobre este tipo de noticias: todos los países tienen servicios de inteligencia, no queda bien entre aliados pero todos lo hacen, la labor tradicional de un espía es contar a su Gobierno qué hace o piensa un líder extranjero, etc.
Pero una cosa es que los espías franceses estén atentos en Washington a cualquier información a la que puedan tener acceso, no siempre legalmente, y otra muy diferente que monten toda una infraestructura a un kilómetro de la Casa Blanca con la intención de pinchar las comunicaciones internas de la Administración norteamericana. Y eso es exactamente, al menos según la revista alemana, lo que sucedía en Berlín y otras capitales europeas.
Lo que es difícil de aceptar es que los gobiernos de EEUU exijan una colaboración directa entre aliados en asuntos de inteligencia , y luego traten a esos aliados con la misma atención que se presta al enemigo con la particularidad de que operar en París o Berlín les resulta más sencillo que hacerlo en Moscú o Pekín.
Es decir, vale que haya que dejar que Washington te meta mano, pero que sean ellos los que paguen la habitación del hotel. En esta historia, a los líderes europeos de momento sólo les queda poner cara de idiotas.
Totalmente de acuerdo. En mi blog de comentarios a las principales noticias titulado «Mi punto de vista» incluso destaco este asunto titulando el último post «ESPÍEME, PERO UN POQUITO» a lo que habría que añadir «y además, hágalo bien, para que, al menos, no se sepa». Un abrazo.