La campaña de bombardeos norteamericanos contra Al Qaeda en el norte de Siria iniciada en enero se dirigió el pasado jueves contra un objetivo tentador, un edificio en la localidad de Al Jinah, provincia de Alepo, donde el Pentágono creía que se estaba celebrando una reunión de dirigentes de Al Qaeda. Dos drones lanzaron su dotación de misiles Hellfire y después una bomba de 225 kilos. El edificio quedó totalmente destruido con decenas de víctimas en su interior. ¿Quiénes eran?
Las personas que intentaron rescatar a los heridos contaron a activistas locales que los muertos, 49 según el primer recuento, eran civiles. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos –un grupo con sede en Londres que hace un recuento de las víctimas de la guerra y que apoya a la oposición al Gobierno de Asad– lo calificó de «carnicería de civiles» en un complejo de edificios entre los que hay una mezquita.
El viernes, el Pentágono lo negó, sostuvo que las víctimas eran miembros de Al Qaeda y difundió una foto del lugar tomada cinco minutos después del ataque.
En la foto se ven cuatro edificios, contando el que quedó destruido (en el centro de la imagen; el de la derecha es otro). El Pentágono afirma que la imagen demuestra que la mezquita –el edificio pequeño de la izquierda– no fue alcanzado en el ataque. «La zona fue vigilada de forma intensiva antes del ataque para minimizar las bajas civiles. No atacamos la mezquita de forma intencionada», dijo un portavoz del Pentágono.
Tras la publicación de la foto, los habitantes del pueblo explicaron en detalle la composición del lugar. Negaron que ningún grupo insurgente o político lo hubiera ocupado. Contaron que la mezquita y los otros edificios formaban parte de un complejo con la misma finalidad religiosa. La mezquita, de reducidas dimensiones, era el edificio más antiguo. Años atrás, se habían construido los otros para ampliar las zonas de rezo y tener un sitio donde cumplir otras funciones: dar clases a niños sobre religión, servir de centro para reuniones o para alojar a viajeros (o refugiados procedentes de Alepo en los últimos meses).
La periodista Jenan Moussa ha ofrecido más información en una serie de tuits tras hablar por teléfono con familiares de las víctimas y otras personas del pueblo. La mezquita antigua ya no se utilizaba como tal, sino sólo como escuela coránica. De los dos edificios grandes, el de la derecha se utilizaba como lugar para los rezos. Ambos están conectados.
El ataque sobre el de la izquierda se produjo a las siete de la tarde, hora local, después del último rezo del día. Las personas que estaban en el de la derecha salieron y vieron cómo algunas personas intentaban salir de entre los escombros. Es posible que supieran que podía ocurrir un segundo ataque en cualquier momento. Así ocurrió, y entre las nuevas víctimas hubo algunos que habían abandonado el edificio de la derecha que no estaban lo bastante lejos o que se habían acercado a ayudar.
Según los testigos contactados por la periodista, el edificio destruido se empleaba para reuniones, para hacer las abluciones y para dar comidas (contaba con una cocina). Cuentan que tres familias dormían allí (quizá se ocupaban de atender el complejo).
Moussa dice que le contaron que quien gestionaba el complejo era el grupo Ahel Al Dawa Wal Tabligh. Tabligh es un movimiento religioso islamista pero apolítico que se originó en el subcontinente indio en los años 20. Sus miembros operan como misioneros por así decirlo y no se inmiscuyen en política. Es cierto que personas que han formado parte de él se han pasado luego a grupos yihadistas en Europa, lo que hace que los gobiernos occidentales desconfíen de los tabligh. Pero nadie puede afirmar que formen parte de alguno de los grupos insurgentes que operan en Siria, mucho menos Al Qaeda.
Moussa confirmó los nombres de 15 fallecidos, 14 de ellos hombres, aunque sus fuentes locales afirman que la cifra final de muertos fue de 57. Un balance posterior identificó a 28 personas muertas y 26 heridos.
No es la primera vez ni será la última que un ataque norteamericano con drones mata a decenas de civiles en Siria, Afganistán o Yemen, ni la primera en que la primera versión indica que todas las víctimas eran terroristas o que se trató de un accidente. Es lo mismo que sucedió con el bombardeo de un hospital de Médicos sin Fronteras en Kunduz, Afganistán, en octubre de 2015.
Lo que se puede decir del ataque de Al Jinah es que la mezquita que los norteamericanos dicen que no atacaron ya no lo era, con lo que no vale mucho como prueba de sus intenciones. Es posible que miembros de Al Qaeda, o del grupo Fateh Al Sham, se hayan reunido en ese u otros pueblos de la zona, que separa las provincias de Alepo e Idlib. De los testimonios recogidos por Moussa y varios medios, parece indudable que muchas de las víctimas eran civiles, si no todas.
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