¿Clint Eastwood? Más parecía un Donald Trump envejecido con problemas para hacerse entender. El gran cineasta apareció anoche en la convención republicana (texto íntegro) con más aspecto que nunca de tener 82 años y, como decía alguien en Twitter, convertido en el típico anciano de raza blanca que le echa la bronca a alguien que no está en la habitación.
¿Yosemite Sam? Quizá el abuelo de los Simpson.
Ya sabíamos que Clint Eastwood siempre ha tenido ideas conservadoras, aunque por ser exactos es más un libertario de derechas que un republicano de carné. En su caso, eso quiere decir que está en contra de que el Estado meta la mano con frecuencia en el bolsillo del contribuyente, pero que también se opone a que husmee en el dormitorio de los ciudadanos por razones morales. Por eso, no hace mucho habló con desdén de los que quieren que se prohíba el matrimonio gay.
Pero no iba a apretar el cuello de los paleoconservadores en plena convención. Tocaba agitar la bandera y prestar todo el apoyo posible a Mitt Romney.
Falló el guión, porque hablar a una silla vacía en la que supuestamente estaba un Obama invisible sólo podía dar lugar a momentos de incredulidad y parodias posteriores (y la propia respuesta de Obama en su cuenta de Twitter).
Desde luego, los asistentes a la convención estaban maravillados. Tener a Eastwood allí en carne y hueso ya era un subidón. En la tele, quizá parecía otra cosa.
Eastwood sí estuvo a la altura de sus ideas libertarias con una pequeña diatriba contra los políticos:
And — so — they are just going to come around and beg for votes every few years. It is the same old deal. But I just think it is important that you realize , that you’re the best in the world. Whether you are a Democrat or Republican or whether you’re libertarian or whatever, you are the best. And we should not ever forget that. And when somebody does not do the job, we got to let them go.
Lo de meterse con los abogados quedaba en chiste de ‘talk show’ de Russ Limbaugh. Y un tanto ignorante. 25 presidentes de EEUU han sido abogados.
Por mucho que murmurara como si estuviera desdentado, seguía siendo Clint Eastwood, aunque el guión o la improvisación estaban un poco al nivel de Arnold Schwarzenegger en un día chistoso.
En cualquier caso, un respeto.
Durante varios de los años 70 fue el actor más taquillero del cine norteamericano. Sus películas de la serie Harry el sucio, injustamente descalificadas en Europa como cine reaccionario, tuvieron un éxito increíble, tanto porque era buen cine de acción (como es habitual en estos casos, más la peli original que las secuelas) como porque respondía a un problema social y político profundo.
No, no se trataba de promover la ley de fugas o la tortura. Era algo más complicado.
En los años 70, coincidieron en las grandes ciudades dos fenómenos explosivos: un aumento de la delincuencia e inseguridad ciudadana, y una población negra que ya se negaba a aceptar los excesos racistas habituales en los cuerpos policiales. A finales de los 60, los jueces habían impuesto los derechos incluidos en la declaración Miranda, y fue en los 70 cuando el enfrentamiento entre esas dos tendencias (la necesidad de reducir la inseguridad ciudadana y la de limitar los desmanes policiales) iban a entrar en conflicto.
Eastwood y el director Don Siegel captaron bastante bien en ‘Dirty Harry’ ese explosivo ambiente social a través de tramas policiales, en algunos casos tan estereotipadas y simplistas (por ejemplo, en el retrato despectivo de políticos y periodistas) como ocurre en muchas otras obras de cine negro. A ver si alguien cree que todos los detectives privados eran como Philip Marlowe.
A partir de los 90, Eastwood hizo otro tipo de cine, y también nada complaciente otra vez con ciertos aspectos de la cultura política de su país. Por ejemplo, en ‘Million Dollar Baby’ (contra esa idea de la santidad de la vida) y ‘Banderas de nuestros padres’ (lo que oculta el patriotismo en guerra). Supongo que quizá por eso hubo gente que se sintió sorprendida y hasta decepcionada porque el actor haya ‘actuado’ en la convención del partido republicano más derechista que se recuerda.
La pregunta que hay que hacerse es: ¿no terminó Clint Eastwood tapando la intervención de Mitt Romney? No sabría decirlo, porque no he podido leer o escuchar la intervención del candidato republicano. Sí he leído que fue un discurso normal, el que se podía esperar de alguien como Romney, jugando a seguro, sin transmitir una pasión especial e intentando no cometer errores.
La atonía de Romney de costumbre. Nada que hacer ante Eastwood, ni siquiera en su versión del ‘angry white man’ que habla solo.
Vamos, nada que ver con los actores que salían haciendo el gesto de la Zeja en los spots del PSOE, ¿eh? Un respeto con ellos, que esa gente son ARTISTAS y se les entiende cuando hablan. Dios, lo que hay que leer…
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David Peñasco Maldonado, no sé en que extraño mundo vives, pero me encantaría entrar en él. Tiene que estar lleno de colores, sabores y gaviotas por doquier.
Clint Eatswood, durante mi niñez que coincidió con sus primeros Westerns le adoré, fue mi héroe, después aparecieron los Harrys y no me gustó, pero guardé su recuerdo. Más tarde vino esa época magnífica y maravillosa de la madurez en la que estaba tan atractivo, tan crecido emocionalmente, tan liberado, tan reivindicativo, tan honesto, sincero, crítico que acabó enamorándome definitivamente.
Ahora intento mirarlo de forma objetiva, un hombre, un director de cine que ha sido tan crítico, objetivo y valiente de forma voluntaria, sería porque era eso lo que quería expresar, lo que está dentro de él. Si ahora defiende una postura política, tendrá sus razones, podré comprenderlas o no, compartirlas o no pero, el Sr. Eastwood hace tiempo que se ganó mi respeto y, no puedo hacer otra cosa que respetarle, aunque lo que diga y lo que piense no coincida conmigo, tenga la edad que tenga y de la imagen que sea. Se ha ganado mi respeto.
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Se ha ganado mi respeto.
Lo que por lo visto implica no hacer ninguna crítica.
Seguimos adorando al héroe, aunque las heroicidades consistan en estos tiempos en hacer de guerrero solo en la pantalla y ser un buen director de cine (lo que parece dar veracidad adicional al personaje actuado).
No parecen cosas que garanticen ni la infalibiidad ni la autoridad moral, pero si hay que adorar alguna representación icónica y racanear con el respeto que se da a los mortales comunes… supongo que se podía elegir peor.