Abdullah Issa es una víctima inocente más de la guerra de Siria. La diferencia con otras muchas es que tiene 12 años, que hemos sido testigos de sus últimos momentos y que ha sido asesinado en Alepo por unos criminales pertenecientes a un grupo insurgente que ha recibido ayuda militar de EEUU.
Issa es un niño palestino cuyo padre combate en las filas de una milicia aliada con el Gobierno sirio en una ciudad dividida y destruida. Estaba hospitalizado por una enfermedad y no era un combatiente, aunque en algunos sitios aparece descrito como un «niño soldado». Sería ridículo pensar algo así en alguien de su edad en un lugar en el que los combatientes no escasean. Vivía en el campo de Hadarat, donde residen muchos palestinos, en una zona del noreste que acababa de ser ocupada por un grupo que combate contra el Gobierno.
Sabemos de su muerte porque fueron los asesinos los que grabaron las imágenes con un móvil. Son de un sadismo insoportable. Los insurgentes lo habían sacado por la fuerza de un hospital –aún se ve que tiene una vía en un brazo y un vendaje en una pierna–, y lo pusieron en la trasera una camioneta.
Le insultan, le amenazan, se oye a alguien decir «decapítalo». Issa dice «estoy enfermo». Por su cara, se ve que está aterrorizado. Se ríen de él, se hacen fotos cerca del niño. Si no supiéramos al ver las imágenes que luego lo mataron, pensaríamos que sólo lo están torturando. Incluso puede que tuviera más valor para ellos como rehén con vistas a un intercambio con la milicia a la que pertenece su padre. Pero es probable que desde el primer momento tenían pensado asesinarlo. Al final, se queda uno sólo con él. Le corta la garganta con un cuchillo, lo decapita y levanta su cabeza en señal de triunfo. La cabeza de un niño de 12 años.
El grupo al que pertenecen los asesinos se llama Nour al-Din al-Zinki (o al-Zenki). Se sabe desde hace tiempo que ha sido armado por EEUU por imágenes en las que se les ve emplear misiles antitanque TOW que la CIA ha entregado a varios grupos. Opera en Alepo, donde ha formado parte de varias coaliciones de grupos, en general apoyadas por Arabia Saudí. También ha recibido apoyo directo, dinero y armas, de Turquía y Qatar. Era uno de esos grupos que, por no formar parte de ISIS o el Frente Al Nusra, reciben en algunos medios norteamericanos la etiqueta de «moderados». Como se puede apreciar en este caso, sus métodos no son muy diferentes de los de ISIS.
La dirección de Al Zinki ha emitido un comunicado en el que condena el crimen. Dice que los responsables han sido detenidos y que serán juzgados. No puede decir que se trata de una acción aislada cuando los autores se manejan con total impunidad, entran en un hospital y decapitan a su víctima en una calle a plena luz del día. Resulta obvio pensar que han tenido que hacer antes algo parecido. Disfrutaron con el asesinato y lo grabaron para seguir disfrutando de él. La única diferencia con otros muchos crímenes es que en este caso tomaron imágenes que ahora se han hecho públicas.
Un portavoz del Departamento de Estado dijo el martes que están «buscando más información sobre los hechos». «Examinaremos cualquier relación o cooperación con este grupo que hayamos podido tener, si estas alegaciones resultan ser ciertas». Llama la atención que no desmintiera esa relación ni dijera que es antigua, lo que lleva a pensar que aún podría existir.
When the #USA would realise it choices of rebels in #Syria r wrong?
Beheading becomes a matter of » discipline». pic.twitter.com/FyikIRrTMz— Elijah J. Magnier (@EjmAlrai) 20 de julio de 2016
El exembajador de EEUU en Siria, Robert Ford, se refirió al crimen en un tuit con una frase reveladora: «Si carecen de disciplina, ya no son de utilidad». Señal de que lo han sido hasta ahora o que podrían volver a serlo. Es la clase de grupos a los que la CIA ha enviado armas y que, según el Gobierno norteamericano, han sido «investigados» hasta llegar a la conclusión de que merecía la pena apoyarlos.
La realidad es que, con la excepción de ISIS y Al Nusra, EEUU y sus aliados no han tenido inconveniente en entregar armas a grupos insurgentes capaces de llevar a cabo atrocidades o que han sido tan ineficaces que sus hombres, y sus armas, han acabado en manos de Al Nusra o ISIS.
Con este grupo, cabe cualquier cosa menos la sorpresa. En un informe difundido el 5 de julio, Amnistía Internacional describió muchos de los crímenes de guerra cometidos en Alepo e Idlib por los grupos insurgentes, «secuestros, torturas y ejecuciones sumarias». Al Zinki era uno de ellos.
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Las imágenes del vídeo pueden verse aquí. No aparece el asesinato que sale en un segundo vídeo.