Leo el manifiesto de 28 mujeres contra la huelga (publicado en El País) y veo que sostiene que el machismo no existe y que las mujeres no son sus víctimas. Eso sería victimismo: «Las mujeres no nacemos víctimas», dicen. Obviamente, no se refieren a situaciones personales, sino a un escenario colectivo. Como las leyes han cambiado, ya no se puede hablar de machismo estructural.
La realidad les desmiente en los dos temas más importantes para todo el mundo: seguridad y bienestar económico (esto último relacionado en las encuestas sobre todo con el paro y el empleo).
119.213 mujeres denunciaron delitos sobre violencia de género en los primeros 9 meses de 2017. La proyección para todo el año superaría las 150.000. Las leyes han cambiado pero eso no altera la realidad social. Los números de 2016 y 2015 fueron 134.462 y 123.725.
La realidad es mucho peor de lo que dicen las leyes.
España «es uno de los (países) más seguros del mundo para las mujeres», escriben. Lo es para las mujeres, los hombres, los niños, los ancianos y los turistas. España es un país con una tasa de delitos violentos muy inferior a la de sociedades similares. Pero la violencia de genero continúa siendo un problema estructural que se ceba siempre en las más vulnerables. Sólo las nuevas leyes y la evolución de la sociedad han permitido que eso salga a la luz, es decir, que se denuncie, no a resolverlo.
El manifiesto reprocha a las feministas que no se fijen en la violencia contra los hombres. No dan cifras porque no las tienen. Las mujeres no son una amenaza para los hombres.
Sobre economía, los datos demuestran que hay más porcentaje de mujeres en empleos a tiempo parcial, más mujeres en sectores y empleos que cuentan con peores sueldos y menos mujeres en puestos directivos (que son los que tienen mayores sueldos).
Perdón por la obviedad: eso es lo que crea la brecha salarial y es una desventaja económica estructural. A lo que se une la repercusión que supone la maternidad y el cuidado de hijos en el progreso laboral de las mujeres, confirmada por múltiples estudios y la experiencia personal de un altísimo número de mujeres.
En el colmo del delirio destacan que el fracaso escolar y el suicidio (WTF) son «mayoritariamente» masculinos. ¿Se supone que las mujeres deben alegrarse por eso? ¿Deben alegrarse por no haber nacido en Arabia Saudí? ¿Compensa todo lo anterior?
En la lucha por los derechos de cualquier colectivo, es frecuente escuchar las mismas respuestas por parte de los que quieren que nada cambie o que piensan que esos derechos son secundarios frente a otros: podrías estar peor, tienes suerte comparado con otros, confía en que el paso del tiempo solucione esos problemas.
La recomendación siempre es resignarse y esperar. Es precisamente lo que las primeras feministas se negaron a aceptar en Europa hace un siglo cuando reclamaban el derecho al voto. Las feministas de ahora escuchan las mismas respuestas y sufren los mismos ataques. Señal de que la lucha que se inició hace tantas décadas aún no ha llegado a su final.