Nadie como Rajoy para secuestrar la esperanza. Incluso en este tiempo de escepticismo y desdén hacia los políticos, él es capaz de rebajar el listón de la decencia hasta niveles insospechados. Tiene secuestrado a su partido gracias al hecho de que es un remedo moderno de una monarquía feudal. Los dirigentes se reúnen para escucharle y romperse las manos aplaudiendo sus divagaciones y pronósticos errados. No importa cuántas veces la realidad haya demostrado que no se enteraba de nada. Ahí están todos para ovacionarle en una estampa más propia del siglo XX y de ciertos regímenes que no se basaban precisamente en el sufragio universal y la división de poderes.
Lo malo es que a causa de los endemoniados resultados de las dos últimas elecciones –y aún tendremos tertulianos que tengan claro lo que han dicho los españoles con su veredicto en las urnas–, los rehenes no son sólo los votantes del PP, sino todos los españoles. Han pasado casi dos meses después de los últimos comicios y aún no se ha avanzado casi nada en la formación del Gobierno.
Ciudadanos cedió y se mostró dispuesto a apoyar la investidura de Rajoy, poniendo de entrada un precio alto, pero eso no es raro en el comienzo de las negociaciones. Ni por esas.
Continúa en eldiario.es