Terrible testimonio de Ali Hussein Kadhim, un soldado iraquí que fue uno de los centenares de presos que cayeron en manos del ISIS en Tikrit (aquí la denuncia de HRW). Habíamos visto las imágenes de una fila interminable de prisioneros caminando por una carretera cercana a la ciudad. Los suníes fueron perdonados si se arrepentían por haber formado parte del Ejército. Los chiíes acabaron en zanjas ejecutados a sangre fría. Kadhim es quizá el único superviviente de este crimen de guerra. Se hizo pasar por muerto y logró escapar tras un terrible periplo.
Al contemplar las imágenes que le enseñan los periodistas del NYT, Kadhim cree encontrarse entre los cuerpos de los soldados ejecutados. No hubiera sobrevivido si los asesinos hubieran rematado a los que no murieron de inmediato. Les daba igual. Escuchó a uno de los yihadistas decir a otro que había descubierto que un soldado aún no estaba muerto: «Déjale que sufra. Es un infiel chií. Déjale que sangre».
Si es cierto, como alegan los yihadistas, que 1.700 soldados fueron asesinados ese día, será una de las peores matanzas ocurridas en Irak desde la represión de 1991 contra la revuelta chií.