Las elecciones en EEUU siguen empeñadas en demostrar la vieja idea de que cada voto cuenta. Muchos de los duelos en el Congreso y en los comicios a gobernador se han dilucidado por diferencias mínimas. Incluso en un Estado tan conservador como Texas el demócrata Beto O’Rourke fue derrotado por menos de tres puntos.
Dos escaños del Senado y dos puestos de gobernador están aún por adjudicar, porque las diferencias son tan pequeñas que podrían obligar por ley a realizar un nuevo recuento. El Estado más polémico, cómo no, es Florida, donde se han hecho públicos los resultados provisionales definitivos, que no han servido para poner fin al proceso electoral.
El republicano Rick Scott ha terminado con 4.098.107 votos, sólo 12.562 más que el senador demócrata Bill Nelson. Las autoridades del Estado han anunciado el sábado que se realizará un nuevo recuento automático, al estar obligadas por ley. Incluso si se mantuviera la diferencia actual de 0,15 puntos, podría ser necesario, también porque lo marca la ley, que se realice un nuevo recuento, esta vez manual.
Lo mismo ocurre en la disputa por ser el nuevo gobernador de Florida. El republicano Ron DeSantis saca 33.684 votos al demócrata Andrew Gillum. Eso son 0,41 puntos de diferencia. También se realizará un nuevo recuento.
Es curioso que en la noche electoral Gillum pensó que había perdido y por eso telefoneó a DeSantis para felicitarle por la victoria. 24 horas después, descubrió que la diferencia se había estrechado de forma significativa.
Todas las papeletas son escaneadas de forma automática para confirmar el resultado. Ahí hay un problema técnico para algunos condados. No está claro que sus máquinas puedan hacer todo el trabajo en cinco días, porque la fecha límite es el 15 de noviembre. Para todo el Estado, eso supone revisar 8.302.983 papeletas.
También hay diferencias muy pequeñas en Arizona (la demócrata Kyrsten Sinema aventaja en 1,01 puntos a su rival) para el Senado. Allí el escrutinio está al 99% porque los condados tienen hasta el 3 de diciembre para enviar sus datos y algunos se lo están tomando con calma. En la elección a gobernador de Georgia, el republicano Brian Kemp supera a su adversario en 1,6 puntos. Su problema es que, si hay un nuevo recuento automático, debe mantenerse por encima del 50% de votos para que no haya una segunda vuelta. Ahora está en el 50,33%.
Con Florida, estamos viendo una repetición, de momento a escala reducida, de la movilización de manifestantes y abogados que se produjo en las elecciones del año 2000, cuando un puñado de votos dio la victoria a George Bush. Los republicanos han denunciado una supuesta conspiración para arrebatar la victoria a Rick Scott. Él mismo alega que se está produciendo un «fraude» con la intención de que gane su rival.
Inevitablemente, Trump ha hecho la misma acusación desde Twitter. El sábado, ha insistido de forma más directa. Como es habitual, sin pruebas. Las autoridades de Florida, que son republicanas, han dicho que no hay pruebas de que se haya cometido hasta ahora ningún delito.
Trying to STEAL two big elections in Florida! We are watching closely!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) November 10, 2018
Rudy Guliani, exalcalde de Nueva York y ahora abogado de Trump, afirma que «los abogados de Hillary están intentando robar las elecciones de Florida».
En estos casos, la experiencia cuenta. Tres abogados expertos en elecciones que estuvieron litigando en Florida hace 18 años han sido contratados por republicanos o demócratas para ocuparse de las demandas ya presentadas y las que están por llegar.
También es importante hacer ruido. Grupos de manifestantes de ambos partidos se congregan ante los centros oficiales responsables del escrutinio y se ven discusiones tan animadas como esta de un congresista republicano con un partidario de Andrew Gillum.
The scene outside Broward’s Supervisor of Election’s office is tense.
Here’s FL Congressman @mattgaetz and a Gillum supporter arguing over the recount. pic.twitter.com/YPueUqXVXO
— Kenneth Preston (@kennethrpreston) 9 de noviembre de 2018
Uno de los dos condados más sospechosos es el de Broward, el segundo mayor de Florida, que ya se hizo famoso en 2000 y que ha continuado con su larga trayectoria de caos y errores administrativos. No hay votación en ese condado, de mayoría demócrata, que no acabe con un alto número de demandas en los tribunales.
The Washington Post ha recuperado un comentario de un votante en 2004 que resume la situación de ese condado: «Me siento como si viviera en un país del Tercer Mundo».
Debe de ser un sentimiento muy extendido en Florida cuando hay elecciones.
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Este gif se ha convertido en una forma mucho más rápida y efectiva de explicar por qué todo esto ocurre siempre en Florida.
— Florida Man (@_FloridaMan) 9 de noviembre de 2018