Una manifestación que no cambia nada y que lo cambia todo

escenario

Una semana después de la victoria de Syriza, los medios de comunicación internacional ya tienen otra imagen para la colección de estampas de la nueva Europa con la multitudinaria manifestación de Podemos en Madrid. La partida no se juega sólo en Grecia, y no sé si eso es bueno o malo para Alexis Tsipras y su escudero Varufakis. Habrá esta próxima semana más análisis sobre lo que Alemania puede o no permitir a Grecia en función de lo que pueda pasar en España dentro de un año.

Acuciado por el cerco que los dos principales partidos estaban ejerciendo (no sé si la palabra «pinza» despertará malos recuerdos), Podemos optó por una solución tan arriesgada como tradicional: refugiarse en los suyos. Era arriesgada porque una manifestación por grande que sea no cambia la correlación de fuerzas ni impresiona tanto como una sucesión de encuestas que te conceden al menos un 20% que contiene varios millones de votos. También era arriesgada porque el partido no cuenta aún con una estructura organizada como la del PP y el PSOE que se traduce en sedes, militantes, cargos electos o designados, y no olvidemos los familiares que viven de esos sueldos. Y dinero para pagar los autobuses.

Podemos apostó por que los suyos le dieran algo de cariño y apoyo cerca de unas elecciones como las autonómicas y locales en que pretenden elegir con cuidado las batallas que les interesa dar, y no ir al todo o nada en que están inmersos PSOE y PP. Lo hizo cuando la estrategia mediática comenzaba a revelar sus inconvenientes porque el parlamento televisivo incluye personajes que convierten en la comparación a Martínez Pujalte en el típico intelectual sueco. Nunca sales muy limpio de una pelea de barro.

El partido ya ha tenido la manifestación masiva que creía necesitar, la convocatoria que descarta de forma definitiva, por si fuera aún necesario, todas esas tonterías procedentes del PSOE y cierta izquierda que definen a Podemos como un invento televisivo o un simple fenómeno pasajero causado por la dureza de la crisis.

Podemos tiene su chute de emoción, pero en algún momento necesitará una dosis de cabeza fría, proyectos y números. En el mitin de Sol, Pablo Iglesias desgranó algunas de las propuestas con las que Syriza ganó las elecciones. Tendrá que llegar el momento en que los españoles también puedan escuchar un mensaje tan detallado. No debería servir el argumento ‘somos mejores que los demás’ o ‘nuestro líder es mejor persona que el otro’. Sería como reciclar la oferta estándar del PSOE en todas las elecciones. Ya hemos tenido bastante con un Zapatero y un «no nos falles».

Las ideas, la extracción social y la ilusión presentes en la manifestación demuestran que Podemos está en condiciones de disputar al PSOE el voto progresista. El intento desesperado de los dirigentes socialistas de presentarse como el partido que trajo a los españoles los derechos ahora en peligro desvela un instinto arrogante que cada vez más gente no está dispuesta a permitir. Ya no se acepta con facilidad que el destino de los de abajo sea esperar a que los de arriba se dignen a solucionar sus problemas. Y además en este punto hay una merma obvia de credibilidad. Los socialdemócratas han dejado de cuestionar tantas cosas en su intento de defender que el sistema funciona y que los cambios radicales serían contraproducentes, que sólo les queda venderse como una recopilación de grandes éxitos del pasado que ya no volverá.

Siempre pueden decir que los socialdemócratas fueron decisivos para salvar a los bancos. Veremos cuántos votos consiguen con eso.

Dos bolas extra.

Juan Luis Sánchez:

«La verdadera demostración de fuerza de Podemos es haber convocado una manifestación a su favor, sin mensaje claro, sin una causa concreta por la que concentrarse, sin enemigo, sin fecha simbólica, sino pura y llanamente una manifestación a favor de un partido político, y haber conseguido el respaldo equivalente a la de una gran movilización social.»

Antoni Gutiérrez-Rubí:

«Nada se podrá hacer ya sin, contra, o con Podemos. Las aritméticas parlamentarias y nuestro sistema electoral situarán a esta formación política en todas las ecuaciones. Sea para sumar o restar. El reto de Podemos es que su capacidad política voraz, junto con su apuesta ideológica no reformista, despierta todos los recelos, envidias, miedos y… creará alianzas contra natura de todos contra Podemos. Es su desafío.»

Foto de Aitor Riveiro.

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