Human Rights Watch ha reunido los datos conocidos sobre una matanza ocurrida en Irak en agosto. Un grupo de hombres armados entró en una mezquita en la provincia de Diyala y acribilló a las personas que asistían al rezo de los viernes. Murieron 34 personas, todas ellas suníes.
Heridos y testigos reconocieron a algunos de los agresores porque viven en la zona. Llevaban inscripciones que los identifican como integrantes de una milicia chií.
Las autoridades creen que el ataque fue una represalia por una explosión anterior a 20 kilómetros del pueblo en un atentado en el que murieron cinco miembros de esa milicia.
«Las autoridades iraquíes y los aliados de Irak han ignorado este horrible ataque. Luego se preguntan por qué el grupo radical Estado Islámico tiene tantos partidarios en la comunidad suní», dice Joe Stork, director adjunto de HRW en Oriente Medio.
Es otro de los escenarios más preocupantes que se ciernen sobre Irak. Cabe la posibilidad de que la ofensiva del ISIS en las zonas suníes y kurdas acabe en una repetición de la guerra civil de 2006 y 2007. Milicias chiíes y escuadrones de la muerte promovidos por el Ministerio de Interior se ocuparon de eliminar a miles de personas, civiles iraquíes cuyo único crimen era ser suní, por ejemplo en algunos casos, acabar en un control de carretera en el que todos los que se llamaban Omar (nombre habitual entre suníes) eran asesinados de un tiro.
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[En una primera edición, había escrito en la segunda parte de la frase final que los chiíes mataban a chiíes por llamarse Alí. Obviamente se trataba de chiíes matando a suníes y por tener otro nombre. Siento el error.]