La política española es una montaña rusa, dijo Aitor Esteban. Ahí, el portavoz del PNV en el Congreso sonó demasiado optimista. Su discurso pragmático y posibilista –rasgos que suelen ser habituales en la política institucional– tiene poca tracción en la situación actual. Más parece una pendiente que se prolonga hacia abajo. Al fondo, está el precipicio de profundidad desconocida. Hacia allí se dirige la política española al galope y ya no parece que haya nadie que tenga poder suficiente para frenar la caída.
Pedro Sánchez utilizó el debate sobre la situación de Catalunya y el Brexit para decir adiós a los nacionalistas catalanes. De alguna manera, la legislatura ha tocado a su fin y parece difícil que se pueda prolongar más allá de unos pocos meses. Por aquello de que es conveniente votar con buen tiempo –en especial, si tienes dudas sobre la fidelidad de tus votantes–, la primavera será la fecha más propicia para volver a las urnas.
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