Y el último jefe del manicomio es… Newt Gingrich

Con republicanos como Ron Paul, ¿quién necesita a los demócratas?, pensará Newt Gingrich. El anuncio es un misil teledirigido de múltiples cabezas contra el nuevo segundo favorito de las primarias republicanas. Tras las sucesivas implosiones de Bachmann, Perry y Cain, el ex presidente de la Cámara de Representantes es el último cartucho que los más conservadores están utilizando para impedir la elección de Mitt Romney.

Gingrich lo fue todo en los 90, pero le perdió la arrogancia (recordemos la memorable portada del New York Daily News) y el gran error estratégico de forzar el cierre de la Administración norteamericana por negarse a negociar con Clinton. Un presidente de EEUU puede estar en horas bajas, pero su reputación siempre será mejor que la del Congreso, que supera por poco a pedófilos y narcotraficantes en la valoración de los sondeos. Gingrich apostó todo su capital político al negro y lo perdió.

No se puede negar que es un tipo leído, escritor en serie de libros y cierta imagen de político de ideas. Pero su incontinencia verbal y por escrito suele terminar por hundirle.

Su irrupción actual en los sondeos es toda una sorpresa, una más en estas primarias. Gingrich lleva siendo candidato in pectore durante más de una década y casi nadie le ha tomado nunca muy en serio. En el plano personal, tres matrimonios y la forma de abandonar a su mujer enferma de cáncer serían suficientes para despertar la ira de los votantes evangélicos.

En política además, nunca es muy inteligente dejar en el camino a una ex mujer cabreada.

¿Necesita más peso muerto ahora que se ha lanzado en serio a la piscina? Dos palabras: Freddie Mac. Uno de los dos bancos hipotecarios protagonistas del hundimiento financiero de 2008 tuvo a Gingrich como asesor. Recibió 300.000 dólares en 2006, que no es poco dinero, con lo que alguna responsabilidad tendrá de la pésima gestión de la compañía. Un momento. ¿300.000? Eso es lo que se creía y él nunca lo desmintió. Fueron más. 1,6 millones durante siete años. No digo que sea como asesorar a Al Qaeda pero en la mentalidad de muchos ‘teaparties’ que creen que la crisis se produjo por la ‘excesiva’ intervención del Estado en el sistema financiero, no sé yo si es muy diferente.

La lista de asuntos que podría tener el encabezamiento de ‘Por qué Gingrich no puede ser elegido candidato’ es kilométrica. A ello se suman cuestiones organizativas. Hace unos meses, perdió a todo su equipo de asesores, que dimitieron en bloque. Su actividad en los estados en los que se inicia la carrera estaba siendo escasa.

Y sin embargo, ahí está. Cuanto más baja Cain, más sube Gingrich, al menos según los últimos sondeos. 16 puntos de ventaja sobre Romney en Iowa (28,1%-11,5%). ¡30 en Florida! (47%-17%). Diez puntos por detrás de Romney en New Hampshire (24%-34%) donde partía de muy abajo.

Son sondeos ya en fechas muy cercanas al comienzo real de las primarias y en los estados que marcarán la pauta en el primer mes.

Esta sucesión de rivales da a entender que los republicanos están dispuestos a elegir a un caballo cojo y desnutrido antes que confiar en Romney, a pesar de que el mormón de inmaculado peinado parece la carta más sólida para derrotar a Obama.

Pero si todo puede cambiar con rapidez en unas primarias, aún más en esta loca carrera de republicanos disfuncionales. Recordemos que hace cuatro años, más o menos a esta altura del año, los candidatos que parecían tenerlo todo hecho eran Hillary Clinton y Rudy Giuliani.

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