Si enfureces a Donald Trump, pagarás las consecuencias. Esta es una lección que aprendieron los demás candidatos en las primarias republicanas y que terminó condicionando sus campañas. El miedo no es un buen asesor si quieres ganar unas elecciones presidenciales. Ahora ha probado la medicina Paul Ryan después de tirar la toalla en relación a Trump y desentenderse del enfrentamiento con Clinton.
Ya el lunes Trump le dio una respuesta rápida, pero eso no fue nada comparado con lo del martes. Así se ha referido al presidente de la Cámara de Representantes y quizá el político de más peso entre los republicanos:
Despite winning the second debate in a landslide (every poll), it is hard to do well when Paul Ryan and others give zero support!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 11 de octubre de 2016
Our very weak and ineffective leader, Paul Ryan, had a bad conference call where his members went wild at his disloyalty.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 11 de octubre de 2016
Disloyal R's are far more difficult than Crooked Hillary. They come at you from all sides. They don’t know how to win – I will teach them!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 11 de octubre de 2016
With the exception of cheating Bernie out of the nom the Dems have always proven to be far more loyal to each other than the Republicans!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 11 de octubre de 2016
It is so nice that the shackles have been taken off me and I can now fight for America the way I want to.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 11 de octubre de 2016
Por resumir el mensaje:
1- Ryan y otros no están ayudando nada en la campaña contra Clinton.
2- Ryan es débil y desleal.
3- Los «republicanos desleales» son unos perdedores que no saben ganar.
4- Hasta los demócratas son más leales que los republicanos.
5- Esos republicanos han sido una rémora en la campaña, pero ahora ya se ha liberado de «las cadenas».
En resumidas cuentas, son unos traidores que no han ayudado en la campaña y que con su deslealtad han colaborado con el enemigo. Excepto insultar a sus familias (ya lo hizo con Ted Cruz en las primarias, así que no hay que descartar que se anime en esa línea), no se puede decir nada peor de un dirigente republicano durante una campaña. Es algo sin precedentes, ni siquiera en candidatos que presumieron en el pasado de que llegarían a la Casa Blanca para cambiar la forma tradicional de hacer política en Washington.
Con este tipo de mensajes, Trump además empieza a construir el relato con el que podrá justificar su derrota si se produce. Ya damos por hecho que apelará a todo tipo de conspiraciones y fraudes electorales, tenga o no pruebas (eso con él siempre es un detalle secundario). Es seguro que denunciará que una parte importante de la culpa la tendrán los políticos republicanos que le dejaron tirado por una simple «charla de vestuario», como la llama.
Los republicanos terminarán descubriendo que Trump les ha llevado a la ruina en las urnas, y que muchos de sus votantes les culparán a ellos de la catástrofe. Un día más, el símil del monstruo de Frankenstein que se rebela contra su creador viene como anillo al dedo.
—
No va a ser todo atacar a los compañeros del partido. Algo hay que dejar para el rival. Este es el anuncio que ha movido Trump contra Clinton. Tose mucho y está muy mayor. Hay que elegir a alguien con más testosterona para enfrentarse a los enemigos de EEUU. Y no tiene problemas en utilizar imágenes de un vídeo de propaganda de ISIS que muestra el asesinato de cristianos coptos egipcios que fueron secuestrados en Libia en 2015. Todo sea por la campaña.