Tres explosiones en dos mezquitas de Saná han provocado una matanza en la capital yemení. Según la agencia AFP, la cifra de muertos llega ya a 142 y los heridos son no menos de 350. La última cifra oficial es de 119 muertos. La mayor parte de las víctimas se produjo en Al Hashush, una mezquita frecuentada por los líderes de la milicia chií de los hutíes, que controlan la capital y otras zonas del país. También el otro centro religioso era conocido por atraer a partidarios de estas milicias.
Los atentados suicidas se producen cuando el país se encuentra al borde de la guerra civil y en condiciones de repetir la división del pasado. Los hutíes son la fuerza militar en alza. Lograron derrocar al presidente Hadi y mantenerlo en arresto domiciliario hasta su huida a la localidad sureña de Adén.
De momento, la principal oposición a la que se enfrentan los hutíes reside en Al Qaeda y las milicias de las tribus suníes. Existe ya una reivindicación de ISIS, pero no incluye los nombres de los autores de la masacre, como suele ser habitual en estos casos. Por otro lado, dirigentes de Al Qaeda han negado tener algo que ver con los ataques.
Los hutíes son conocidos por este nombre, que es el patronímico de algunos de sus líderes. Ellos prefieren llamarse Ansar Alá (Partidarios de Dios). Por ser chiíes, varios países del Golfo les consideran un brazo armado de los intereses de Irán y es posible que hayan recibido ayuda económica o militar de Teherán, pero responden a la realidad política del país. Los hutíes fueron muy activos en el movimiento popular que forzó la dimisión del presidente Salé en febrero de 2012. No hay que engañarse con su participación en una de las rebeliones exitosas de los primeros años de la Primavera Árabe. Habían intervenido con las armas en la mano en numerosos conflictos anteriores.
Sus principales enemigos están englobados en Al Islá, que agrupa a miembros de los Hermanos Musulmanes, tribus suníes del norte y un grupo salafista.
El sur del país no ha sufrido tanta violencia en los últimos años como el norte y el centro. Cuenta con varios movimientos políticos que reclaman la división de Yemen, como en el pasado, o como mínimo su sustitución por una confederación.
En estos momentos, Yemen no tiene un Gobierno en condiciones de hacer cumplir su autoridad. En cierto modo, ya tenemos otro ejemplo de Estado fallido en el que grupos como Al Qaeda e ISIS pueden prosperar con relativa facilidad, sobre todo en el primer caso.
Yemen es además el escenario de la guerra de EEUU contra Al Qaeda en forma de numerosos ataques con drones, que han causado víctimas tanto entre miembros de la organización yihadista como entre civiles.
Tras la toma de Mosul por ISIS, Barack Obama explicó en rueda de prensa cuáles serían los principales puntos de la estrategia norteamericana. Aunque ahora suene a broma, Obama presentó el caso de Yemen como un ejemplo de lo que pretendía hacer en Oriente Medio para hacer frente a ISIS: colaborar con gobiernos para que llevaran la iniciativa en esa guerra sin necesidad de usar fuerzas norteamericanas de tierra.
Desde entonces, Yemen se ha quedado sin Gobierno, su presidente se ha refugiado en el sur, una milicia ocupa la mayor parte de la capital y Al Qaeda y quizá ISIS tienen mejores oportunidades que nunca para extender su ideario.