Volodímir Zelenski ha visitado este mes los parlamentos de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Canadá y antes la Eurocámara de Bruselas. Todo ello sin salir de Kiev y sin molestarse en ponerse un traje. No han sido ocasiones protocolarias para limitarse a pedir apoyo material y solidaridad. Ni tampoco ha pronunciado el mismo discurso. El presidente ucraniano y sus asesores han escogido temas específicos para cada audiencia, reservando las palabras más duras para los alemanes. Hábilmente, ha apelado a la fibra emocional de norteamericanos y británicos con un recuerdo a algunas de sus figuras históricas. Es un ejemplo de diplomacia pública hecho posible por la tecnología con pocos precedentes. La propaganda de la videoconferencia en el siglo XXI.
La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, ha invitado por carta a Zelenski para que intervenga por videoconferencia ante el pleno con el apoyo de todos los grupos parlamentarios. “Estoy segura de que su intervención ante el pleno del Congreso constituirá una magnífica oportunidad para que la Cámara y todos los españoles, así como los miles de ciudadanos ucranianos residentes en nuestro país, puedan escuchar su mensaje y expresarle nuestro más firme respaldo”, ha escrito Batet.
Ante el Bundestag, Zelenski optó el martes por un mensaje duro y sin contemplaciones. Acusó a los políticos alemanes de haber propiciado con sus decisiones el expansionismo ruso al haber primado las relaciones económicas por encima de la necesidad de plantar cara a Vladímir Putin. “Cuando os dijimos que Nord Stream 2 era un arma de preparación para la guerra, dijisteis que eran sólo negocios, negocios, negocios”, dijo.
Fue una refutación completa de la política de Angela Merkel en la última década al frente del Gobierno de coalición de la CDU y el SPD. El gasoducto Nord Stream 2 ya es historia y ha quedado enterrado para los próximos años por la invasión de Ucrania. Pero continúa funcionando el Nord Stream 1 por el que circula el gas ruso que a día de hoy sigue necesitando Alemania para el suministro de energía.
Zelenski utilizó en varias ocasiones la palabra ‘muro’. Recordando el muro de Berlín, afirmó que “en Europa hay nuevamente un muro” levantado por Moscú y que Nord Stream 1 es “el cemento para el nuevo muro en Europa”. Se refería a un muro que separa “la libertad de la sumisión” y en el que Rusia quiere colocar a Ucrania en el lado equivocado. Terminó parafraseando las palabras de Ronald Reagan dirigidas a Gorbachov: “Estimado canciller Scholz. ¡Destruya este nuevo muro! ¡Ayude a detener esta guerra!”.
Las referencias a la Guerra Fría no fueron nada comparadas con lo que que vino después. Los diputados escucharon impávidos lo que Zelenski tenía que decir sobre el recuerdo anual del Holocausto: “Cada año, los políticos repiten ‘nunca más’. Ahora, vemos que esas palabras no significan nada. Un pueblo está siendo destruido en Europa”.
Con los norteamericanos el miércoles, Zelenski no fue tan agresivo. A fin de cuentas, necesita la ayuda militar norteamericana. Ese mismo día, Joe Biden aprobó una nueva partida de armamento con destino a Kiev. 800 misiles antiaéreos Stinger. 2.000 misiles antitanque Javelin. 6.000 lanzagranadas antitanque AT-4. Cien drones Switchblade. Las armas con las que los ucranianos han logrado detener la ofensiva rusa en varios frentes y que han causado la muerte de miles de soldados enemigos. La primera vez desde la invasión soviética de Afganistán en los años 80 en que EEUU realiza un traslado masivo de armas destinadas a frenar a un Ejército enviado por Moscú.
Eligió la veta emotiva de referirse a Martin Luther King, al monumento de Rushmore, a Pearl Harbor y al 11S. Siempre con la intención de que los estadounidenses sean conscientes de que los ucranianos están sufriendo una agresión como la que ellos soportaron en el pasado.
Consiguió el permiso para proyectar a los congresistas un vídeo repleto de imágenes terribles de la guerra. Cadáveres lanzados a las fosas en Mariúpol. Refugiados huyendo de las bombas. Mujeres llorando. Explosiones por los bombardeos. Y constantes planos con niños. Niños llorando, niños heridos, niños muertos. El horror de la guerra trasladado directamente a los políticos.
El presentador de un canal de noticias que retransmitió el discurso tuvo que pedir disculpas a los espectadores por la dureza de las imágenes del vídeo, de las que no había avisado antes.
Es un montaje con un fondo de triste música clásica con evidentes intenciones propagandísticas para presionar a los parlamentarios a hacer más en favor de la defensa de Ucrania. En definitiva, para avergonzarlos por no haber hecho lo suficiente. El vídeo termina con un mensaje: “Cerrad el cielo sobre Ucrania”.
Esa es la parte del mensaje que la Casa Blanca preferiría no haber escuchado. Zelenski ha insistido en todos sus discursos en la necesidad de imponer una zona de exclusión aérea sobre los cielos de Ucrania o, en su defecto, entregar aviones a Kiev con el fin de impedir los bombardeos. “Necesito proteger los cielos”, dijo.
La medida sería equivalente a una declaración directa de guerra contra Rusia, porque obligaría a los aviones de la OTAN a derribar a los rusos. Colocaría al mundo ante la posibilidad de un conflicto bélico entre Rusia y EEUU que podría terminar en una guerra nuclear. Quizá Zelenski lo plantee como una forma de conseguir la segunda opción, los aviones.
Lo cierto es que la mayoría de los ataques sufridos por las ciudades ucranianas han partido de la artillería o de aviones situados en territorio ruso. Los misiles antiaéreos entregados por Europa y EEUU se han ocupado de abatir los helicópteros. Rusia no cuenta hoy con un dominio absoluto del espacio aéreo de Ucrania.
Zelenski reclamó a los congresistas norteamericanos que “asuman el control”. Les pedía que superaran las objeciones que pueda poner la Casa Blanca. El Congreso ha presionado para que se adopte un embargo del petróleo ruso y que se ilegalicen las relaciones comerciales con Rusia. Ahora Kiev confía en que haga lo mismo y que puedan llegar a Ucrania aviones MiG que los ucranianos puedan pilotar. Un grupo de 59 congresistas demócratas y republicanos ya lo ha pedido.
El Pentágono teme que Rusia ataque las bases en Polonia desde las que despeguen los MiG-29 polacos que Varsovia estaba dispuesta a entregar hace una semana. A partir de ahí, la escalada bélica sería incontrolable.
Vestido de caqui con la imagen de presidente de guerra, Zelenski ha dado la vuelta a la situación habitual del líder de un país que se ve obligado a implorar ayuda a estados más poderosos. En una época anterior, sus mensajes hubieran quedado circunscritos a las comunicaciones entre gobiernos y los artículos de prensa. Hubiera suplicado para no conseguir nada o recibir sólo una parte de lo que pide a cambio de duras condiciones. Hoy habla directamente a los parlamentarios occidentales y sabe que también lo está haciendo a sus pueblos. Es una forma de convertir la debilidad en fortaleza.